Pese a los pocos minutos en cancha, Arturo Vidal metió su cabeza bendita en el 5-1 ante el Real Madrid, demostrando sus ganas de luchar por la titularidad. Entró en la historia por ser el primer chileno que festeja en su debut clasiquero.
A Arturo Vidal, el tiempo le dio la razón. Claro, muchos pensaron que su molestia por no sumar tantos minutos en el Barcelona era por soberbia, por "cabrón", por estar mal acostumbrado a que todos se rindieran a sus pies, pero en realidad el "King" sabía lo que podía entregar y únicamente quería una oportunidad. Una de verdad. Como la de ayer ante el Real Madrid, obvio.
Pese a que ingresó en el minuto 84, cuando el Barcelona tenía cocinada una goleada por 4-1 (con tantos de Jordi Alba y un triplete de Luis Suárez, además del descuento de Marcelo para los merengues), "Celia" aprovechó el "pase" del técnico Ernesto Valverde y en tres minutos cerró bocas.
Si bien su ingreso estaba planificado para poner la pausa ante la arremetida de la visita y cerrar el partido, las ganas del "Rey Arturo" fueron más fuertes, y en cada jugada que pudo subió para buscar la gloria, para empezara escribir su nombre en la historia culé.
Y así fue. Arturo siguió un ataque que comandaba Ousmane Dembélé por el lado izquierdo de la cancha y sin pensarlo dos veces se ubicó como opción de centro en el segundo palo. El francés vio a "Celia" en una excelente posición y le cedió la pelota. El resto, historia conocida: el chileno dio un tremendo salto y cabeceó, cambiándole el palo al meta Thibaut Courtois.
Y el festejo fue en grande. El primero que llegó a abrazarlo fue el uruguayo Suárez, luego se sumaron todos sus compañeros, orgullosos por lograr la "manita" ante el archirrival, algo que ya es costumbre: van ocho veces que el Real recibe cinco o más goles por la Liga ante el Barcelona.
"Hermosa tarde en casa!!! Todos juntos, hasta el final!! Buen triunfo equipo!!!", escribió el propio "Rey" en redes sociales, sin imaginar, quizás, que ya entró en la historia por otro motivo: se convirtió en el primer chileno en debutar con un triunfo en uno de los máximos choques del fútbol mundial.
Si bien Zamorano y Sánchez inflaron redes, ninguno de ellos logró celebrar en su debut clasiquero, misma situación que vivió Claudio Bravo, quien en octubre del 2014 se rindió ante Ronaldo, Pepe y Benzema, en el 3-1 del Real Madrid.
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