En el Campeonato Sudamericano de 1956, la Roja, dirigida por Luis Tirado, venció al Scratch con un apabullante 4-1, en que destacaron Enrique "Cua Cuá" Hormazábal, René Meléndez y un joven alero llamado Leonel Sánchez. Un triunfo celebrado con estruendo por la prensa chilena. "Era el desahogo de cuarenta años de sumisión futbolística, el rompimiento no sólo de una superioridad, sino de un complejo", escribió Estadio.
En el verano de 1956 los futbolistas chilenos solo pensaban en una cosa; el descanso. Había pasado poco tiempo tras el final del campeonato del año anterior, ganado en forma brillante por Palestino que se escapó muy rápido gracias a un equipo experimentado en que destacaron figuras como Roberto Coll, Rodolfo Almeyda, Juan Manuel López; en total los árabes anotaron 91 goles.
Con los tetracolores escapados en la punta, el atractivo del torneo estuvo en la cerrada lucha entre Colo Colo y Universidad de Chile por alcanzarlos. El resultado fue que los jugadores quedaron exhaustos. Por ello, el fragor del torneo impactó en la selección chilena que en el verano del 56' se debía preparar para el Campeonato Sudamericano de Montevideo (la actual Copa América). Hubo algunos que alegaron cansancio para no presentarse.
Uno de ellos, por ejemplo fue el crack Jorge Robledo. El "gringo" era una de las figuras de Colo Colo, pero acusó el trajín de la temporada.
En enero de 1956, declinó la invitación para reforzar a Green Cross -equipo que antecedió al actual Deportes Temuco- en una gira por europa, alegando cansancio. Menos aún se pudo las piernas para integrarse la preparación del seleccionado de Chile en el Estadio Italiano. "Estoy cansado y por eso me quedé en casa. Creo que ahora otros lo pueden hacer mejor que yo", le explicó a la revista Estadio.
La situación era difícil. El entrenador de la Roja, Luis Tirado, le detalló a Estadio el estado del plantel a pocas semanas de viajar a Montevideo. "Siete hombres muy por debajo de su peso normal, dos excedidos, tres con lesiones a medio curar, y, en general, todos con un agudo desequilibrio nervioso y físico -fue el demoledor informe del DT-. No es un buen legado para un entrenador que tiene que preparar un equipo en menos de un mes... Pero, en fin, estamos trabajando firme y los resultados de recuperación han sido notables".
Entre cazuelas y el talento de Cua Cuá
Tirado tenía que preparar al equipo, pero sin agotar las pocas fuerzas que les quedaban a los futbolistas. Por eso optó por un plan. En su libro Historias de la Copa América, Carlos González y Brian Quezada detallan que optó por jugar partidos amistosos contra equipos semiprofesionales; así enfrentaron a las selecciones locales de Maipú y del poblado de Hospital, donde agasajaron a los futbolistas con un almuerzo campestre de cazuela de ave, pastel de choclo y vino tinto. También golearon al afamado Tricolor de Paine. Tras el encuentro, los seleccionados disfrutaron una copiosa once.
Pese a los problemas, Tirado confiaba en el equipo por un antecedente inmediato. En el campeonato sudamericano del año anterior, jugado en Santiago, la selección chilena cerró una muy buena actuación. Venció a Ecuador y a Paraguay con sendas goleadas (7-1 y 5-0, respectivamente), empató a dos goles con Uruguay (luego de ir perdiendo) y solo cayó por la cuenta mínima con Argentina en el último partido, lo que le privó de levantar por primera vez la Copa. Como en otras veces, el equipo de Chile controló el balón y las ocasiones de gol, mientras los trasandinos apostaron a un fútbol práctico y efectivo.
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Luis Tirado[/caption]
Aquel partido además es recordado por un grave incidente; el derrumbe de parte de una reja de las galerías por la presión de la enorme cantidad de gente que llegó hasta el Estadio Nacional, sobrevendido por la alta demanda. Seis personas murieron, otros 13 resultaron heridos de gravedad y más de 40 resultaron con contusiones.
Además, Tirado contaba en el plantel con el mejor jugador del Sudamericano de 1955; el volante Enrique "Cua Cuá" Hormazábal. Un futbolista de buena pegada, afamado por sus pases de 40 metros, y que destacaba por su picardía de barrio. En ese verano, Hormazábal fue el protagonista del mercado de transferencias; tras rumores que lo vincularon hasta a Boca Juniors, dio el salto en su carrera al pasar desde Santiago Morning a Colo Colo.
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Enrique "Cua Cuá" Hormazábal[/caption]
El plantel chileno solo jugó un partido oficial de preparación, ante el Austria Viena, en el Estadio Nacional. En un flojo partido, la Roja perdió por un gol a cero, y recibió la reprobación del respetable que llegó al recinto de Ñuñoa con una sonora rechifla.
Pero la revista Estadio puso la pelota al piso. "El match no sirve de pauta rigurosa para enjuiciar a la selección ni aventurar su suerte en el Sudamericano. Quedó en claro lo de costumbre, que hay base para confiar en que este cuadro se expedirá con decoro".
Días después los austríacos jugaron contra Colo Colo. En esa ocasión debutó Cua Cua Hormazábal, quien anotó de penal el único gol del encuentro.
El desahogo de cuarenta años de sumisión futbolística
El torneo arrancó el 21 de enero con la victoria de los locales, Uruguay, ante la selección de Paraguay. El equipo chileno salió a la cancha del Centenario de Montevideo la noche del 24. Allí, ante 11.514 espectadores, los once de Tirado rompieron 40 años de historia del torneo y golearon a Brasil por 4-1.
"Ya no me importaba que el reloj corriera ligero. Al contrarío, hubiese querido que el partido durara toda la noche, para regalo de la vista, para solaz del espíritu, para poder gozar, al fin, por mucho rato, del espectáculo incomparable de esos muchachos con la casaca roja abrumando a los fornidos morenos de la amarilla", detalla la crónica de Antonino Vera para Estadio.
En ese partido, Chile formó con Misael Escuti en la portería; Manuel Álvarez (capitán), Rodolfo Almeida e Isaac Carrasco en defensa; Ramiro Cortés y Carlos Cubillos en el centro del campo; Jaime Ramírez Banda, Enrique "Cua Cuá" Hormazábal, René Meléndez, Manuel "Colo Colo" Muñoz y el joven puntero de 19 años, Leonel Sánchez.
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Leonel Sánchez[/caption]
Este último era un jugador del gusto del técnico, quien lo conocía desde las cadetes de Universidad de Chile. Pero en la previa, la revista Estadio cuestionó su inclusión en el once inicial. "Una incógnita sigue siendo Leonel Sánchez. Tal vez sea por lo mucho que esperamos del puntero de la 'U' que encontramos que rinde poco", publicó días antes.
Más aún, el joven alero debió enfrentar por su orilla a Djalma Santos, un respetado zaguero que acostumbraba a subir en ataque, anticipando la tradición de los marcadores de punta brasileños. Pero esa noche, Leonel lo enfrentó mano a mano y se consagró con la Roja.
"Las primeras pelotas que ambos disputaron se las llevó el negrito; hasta que Leonel se arriesgó a hacerle un dribbling, le salió bien y adquirió confianza. De ahi en adelante fue un duelo de destreza en que las más de las veces ganó el chileno", escribe Estadio.
En el arranque al equipo le costó controlar los embates del legendario entreala Jair y las constantes subidas de Djalma Santos. La crónica de Estadio detalla que el árbitro paraguayo De Nicola no cobró un claro penal contra Manuel Muñoz. Hasta que Cua Cuá Hormazábal respondió a su cartel de figura, y anotó el primer gol a los diez minutos. Ahí estuvo el punto de inflexión del partido.
"Brasil sintió la estocada -cuenta Estadio-. Todavía no nos debe haber considerado rivales, así es que se fue encima sin preocupaciones por otra cosa que no fuera el empate. Se mantuvo mucho rato en campo chileno, pero en simples escaramuzas, porque, con todos los defectos que acusaba nuestra defensa, ellos no podían entrar, ni jugar la pelota con tranquilidad".
En la noche de Montevideo, el equipo ejecutó un juego aguerrido y ofensivo. Pese al empate brasileño, en el segundo tiempo el equipo chileno chileno salió a presionar. "Lo que no habíamos visto nunca vino en la segunda parte -escribe Vera-. Brasil entró a forzar el tren de juego; pero Chile entró, a su vez, a marcar de cerca, sin darles ventaja a los rivales. Especialmente los punteros y el centrodelantero fueron 'amarrados', se les marcó antes de que tomaran la pelota".
Así llegó el segundo gol, anotado por el goleador de Everton, René Meléndez. Pero Chile no se encerró atrás y salió a consolidar su victoria ante un atónito rival. Así llegó el gol de Leonel Sánchez y un segundo tanto de Cua Cuá Hormazábal, a cinco minutos del final del tiempo reglamentario. Cuando terminó el partido, los jugadores levantaron en andas al DT Luis Tirado.
"Una pizarra iluminada marcando: Chile, 4; Brasil, 1; un equipo brasileño encerrado en su área, y un armonioso conjunto de cabezas morenas, casacas rojas,pantalones azules y medias blancas jugando con ellos, como ellos muchas veces jugaron con nosotros -detalla Estadio-. Nunca me gustó el derroche de fantasía cuando el adversario está vencido; pero esta vez era el desahogo de cuarenta años de sumisión futbolística, el rompimiento no sólo de una superioridad, sino de un complejo".
Se rompió la historia esa noche, pero no alcanzó para más. Al igual que el año anterior, Chile remató subcampeón del torneo tras el equipo anfitrión. Pero en la historia quedó aquel triunfo que dio ánimos a un plantel que comenzaba a foguear jugadores para una hazaña que realizarán seis años más tarde; Escuti, Jaime Ramírez y Leonel, llegaron a integrar el plantel chileno que consiguió el tercer lugar en 1962.