Hay ritos que Héctor Tapia ha instaurado desde que volvió en gloria y majestad a Macul. El equipo, después de los partidos importantes, come en familia y para mantener la buena onda más encima duermen juntos, entre sabaneos ninjas.
Pero también la feliz tradición del retorno de Tito es que el equipo se acostumbró a ganar los partidos que son de vida o muerte, sobre todo en la Libertadores que es lo que, realmente, le importa al jefe. Aunque no lo diga.
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"No hay que ser gil. Sabemos el momento que estamos viviendo en la Libertadores, pero la Católica tiene una ventaja que no nos permite ceder espacios", dijo sin decir el técnico.
¿O sea? Lo concreto es que este sábado Colo Colo va a dosificar frente a Unión Española, porque los enfermos van aumentando. Además de César Pinares, fundido, Jorge Valdivia sufrió un tirón en el cuádriceps que le abrió una antigua cicatriz.
¿Palo para Guede?
Donde se mojó un poco más la retaguardia Tapia fue en la recuperación del respeto perdido, a lo que harto ayudó Pablo Guede, quien dicho sea de paso ayer se convirtió en el nuevo DT del Al Ahli.
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"Dos partidos atrás no teníamos ninguna credibilidad futbolística", dijo el actual entrenador, llorando porque el triunfo de Delfín se la puso dura: "Lamentablemente, ese resultado no nos jugó mucho a favor".
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