A tan sólo un año de su tan esperado —y postergado— regreso, Walter Montillo, probablemente el último ídolo de la Universidad de Chile, le dice adiós al fútbol. Lo hace habiendo cumplido su promesa: darle una mano a los azules para salir de la zona roja. "Si logramos el objetivo primordial, que era salvarnos de esta ponderada, me voy a ir en paz a mi casa", dijo esta semana en un programa. La decisión, sin embargo, no convence y son varios quienes esperan que dé marcha atrás. El "10" demostró que aún tiene de sobra para entregar, pero no quiere faltar a su palabra.
Lunes 27 de mayo de 2019. El encuentro con él estaba pautado para el mediodía, después de su entrenamiento en el Mapuche Country Club. Soy el segundo de la lista: antes, lo espera un colega de Clarín que le preguntará cómo se encuentra de la lesión que lo mantuvo al margen la semana pasada, si podrá decir presente en la final contra Boca Juniors que se jugará seis días después y cómo Tigre se transformó en el equipo de moda del torneo argentino. La misma rutina se repetirá los próximos cuatro días.
Mi interés va por otro lado: hace una semana, Walter Montillo utilizó su cuenta de Instagram para explicarle a los hinchas de la "U" que no volvería, aunque varias veces dijo que era su sueño y aunque, esta vez, lo había llamado Sergio "Superman" Vargas para conocer su situación.
Esa mañana en el predio del Pilar, provincia de Buenos Aires, Montillo, máximo asistidor de la última liga argentina y acaso en consecuencia premiado como el mejor volante ofensivo del certamen, se sentó a mi lado y me dijo que intentó regresar a la "U" en 2016, cuando volvió de China. "Supuestamente venía de un torneo que no era competitivo", lo esquivó esa vez la dirigencia azul. Dijo que le mostraron videos y un manojo de estadísticas inverosímiles a su representante para refrendarlo. Que le faltaron el respeto. Que, incluso así, en enero de 2018 se ofreció a una prueba sin contrato para volver. Pero recién ahora, que tenía la palabra empeñada con Tigre, lo fueron a buscar. Era, para él, imposible entonces.
—¿Hay alguna posibilidad más adelante?
—En diciembre hablaremos de nuevo —me "spoileó": a partir de esas conversaciones, un mes más tarde cumpliría ese anhelo.
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El domingo 23 de diciembre de 2007, a las 18.30, misma hora a la que Colo Colo recibía a Universidad de Concepción por la final de vuelta del Torneo de Clausura, Federico Valdés se subió a un avión con dirección a Buenos Aires. Iba en busca del regalo de Navidad para los hinchas de la Universidad de Chile: un tal Walter Montillo.
—Como los periodistas son tremendamente amigos de la gente de policía internacional y uno no puede pasar ni un gato por ahí sin que lo sepan, hicimos otra cosa —admite el expresidente de Azul Azul—: saqué el pasaje a la misma hora que Colo Colo estaba jugando su último partido, para que todos los periodistas estuvieran preocupados de otra cosa. Y, efectivamente, ni se notó. Nos reunimos esa misma noche para cerrar el trato con el presidente de San Lorenzo, Rafael Savino. Me devolví a las seis de la mañana: fue un ir, darle la mano y confirmar.
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Rafael Savino, Walter Montillo y Federico Valdés, el 23 de dic. de 2007.[/caption]
Pero nadie sabía gran cosa del nuevo refuerzo azul. De 23 años, "La Ardilla", como le decían, llegaba desde San Lorenzo de Almagro, donde alternó buenas y malas en cinco temporadas. En la última, de hecho, apenas disputó seis partidos. También registraba un breve paso por el Morelia de México, donde lo dirigió el "Fantasma" Figueroa, y un cuarto lugar en el Mundial Sub 20 de 2003 vistiendo la camiseta de Argentina. Aun así, la "U" pagaba más de un millón de dólares por su pase. "Un millón 250 mil dólares", precisa Federico Valdés.
—Manuel Pellegrini lo recomendó —explica su apuesta el exdirigente hoy rector de la Universidad del Desarrollo—; él lo había tenido como juvenil en San Lorenzo y le dijo a su amigo, Arturo Salah, que era un jugador que en la "U" le iba a ir muy bien. Fue una recomendación muy cercana. Así nos enteramos que existía.
En los primeros días de enero de 2008, Walter Montillo se sumó junto a Manuel Villalobos y Raúl "Pipa" Estévez, entre otros ilustres, a un equipo que ya tenía nombres propios como Marcelo Salas, Manuel Iturra o Rafael Olarra. Pero en esa primera mitad del año no fue todo lo gravitante que prometía ser: solo tres goles y otras pocas asistencias despertaron las críticas de algunos hinchas y de un sector de la prensa, que se preguntaba qué liderato podía ofrecerle el conductor que llevaba el "30" en la espalda a los azules. "Es verdad que no hice un buen primer semestre. Me costó acomodarme en la posición, pero tampoco bajé los brazos ante las críticas porque confiaba en mi nivel y sabía que iba a mejorar el juego", concedió Montillo algunos meses después.
—Le costó en la "U", no fue fácil su inicio —recuerda Rafael Olarra, una de las figuras de ese plantel—. Hubo un año que incluso fue muy cuestionado, sobre todo cuando estábamos con Arturo Salah. No fue fácil tomar la responsabilidad de armar el juego del equipo, pero después lo empezó a hacer de una manera muy natural y se transformó en un referente nuestro.
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Montillo durante su primera etapa en el "Romántico Viajero".[/caption]
Olarra habla del 2009. Ese año, con Sergio Markarián en el banco, Montillo asumió otra clase de protagonismo: pasó de "La Ardilla" a ser el "Buque Insignia", como lo bautizó el DT uruguayo. Y aunque una grave lesión en el hombro lo marginó buena parte del torneo, le bastaron ocho partidos, tan sólo 680 minutos, para empezar a exhibir su mejor versión y marcar diferencias. La "U" consiguió ese Torneo de Apertura y llegó a cuartos de final de la Copa Sudamericana en el segundo semestre, eliminando de paso a Inter de Porto Alegre, con el "10" como piedra angular del proyecto.
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72 minutos y 44 segundos advierte el reloj. Y la "U" peligra, porque con el 0 a 1 momentáneo Flamengo precisa de un gol más para eliminar al equipo que una semana atrás, en el Maracaná, dio acaso la sorpresa del certamen. Es entonces cuando Walter Montillo, que estaba en tres cuartos de cancha, recostado sobre el sector derecho, recibe y recorta hacia el centro para sacarse de encima a su marcador con el sello de la casa: un cambio de velocidad más que el resto.
Desde que toma la pelota y hasta que llega a su destino, el borde del área rival, pasarán sólo cuatro segundos. En ese fugaz trayecto, sin embargo, nadie sale a su cruce: tal vez haya sido por la presencia de Juan Manuel Olivera, que se dirige al área, o quizás por Álvaro Fernández, que se abre a la derecha, pero los tres defensas brasileños retroceden, abriendo un camino que no puede dejársele al "10" azul: Montillo ve que el arquero está adelantado, sólo uno o dos pasos por detrás de su área chica, y con la punta de su botín derecho resuelve con la cadencia de los elegidos.
La pelota, lenta, con una parábola magnífica, se mete por sobre la cabeza del meta brasileño. 1-1 (luego 1-2) y clasificación a las semifinales de la Copa Libertadores 2010.
—Ese gol lo puedo haber visto fácil cien veces, porque veo goles de la "U" en YouTube. Atreverse con un arquero de primer nivel, como había enfrente, solo lo hace un crack. Un supercrack —opina Federico Valdés.
https://www.youtube.com/watch?v=ynPEBXWfsNo
Montillo, a esa altura, se tomaba en serio lo de "Buque Insignia". Todas las pelotas pasaban por él: era el llamado a desequilibrar con cada intervención.
—Es que era nuestra forma de jugar —describe Rafael Olarra—, y la teníamos clarísima. Mientras más sólidos fuéramos atrás, sabíamos que en algún momento, entre Walter y Olivera, nos iban a entregar opciones de gol en base al talento, a sus velocidades. Walter, en especial, nos generaba eso. Lo buscábamos normalmente a él. Nosotros quitábamos, era un equipo que se trabajó mucho defensivamente, y a final de cuentas lo buscábamos porque era el diferenciador respecto a velocidad, al encarar, al asistir. Era la referencia nuestra.
La relación entre "La Ardilla" y la hinchada azul también había sufrido un cambio: el conductor se afianzó como el jugador más querido, por sus actuaciones pero sobre todo por su compromiso, que ni siquiera flaqueó cuando nació su hijo Santino en medio de algunas complicaciones.
—Recibió un cariño especial de la gente —recuerda el "Flaco" Olarra—, que entendió que Walter estaba haciendo un gran esfuerzo para poder estar a la altura, y que jamás su tema familiar, que podía haberle afectado a cualquiera, influyó en el campo de juego. Ahí fue donde se ganó a la hinchada en absoluto.
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Montillo y su hijo, Santino, recién nacido.[/caption]
Pero después vino rápido la eliminación ante Chivas, el llanto desconsolado y una despedida inevitable: su venta al Cruzeiro de Brasil para hacer una diferencia económica. Luego el llamado de Neymar para que lo acompañara en el Santos, compartir en la "Albiceleste" con Lionel Messi, tres años en el fútbol chino, el regreso a Botafogo para convertirse en el embajador argentino de Garrincha, no poder lograrlo por la sucesión de lesiones que lo golpearon también en lo mental, el retiro inesperado, el regreso cantado, Tigre, el corte de ligamentos, otro regreso, nueve asistencias y ser proclamado el mejor "10" del fútbol trasandino.
Montillo, en varios pasajes de esa historia, avisó que su intención era volver y retirarse en la "U" porque fue donde se sintió más querido.
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La construcción que Walter Montillo hizo de su propio colofón, acaso aún en el Everest de su carrera, no convence: es percibida casi como una estafa que un jugador con su vigencia, que hace apenas dos partidos le cambió la cara y le inyectó vida a una "U" aún comprometida con los promedios, termine de esa manera su secuela en el club. Una secuela que además tomó diez años. Eso le han dicho hinchas, compañeros y otros actores del medio:
"No tengo el gusto de conocerte, de tomar un café o compartir una charla, pero si me dices 'Gordo, ¿qué piensas? ¿Estoy para seguir?', te diría 'Walter, te queda mucho para dar'", lo intentó convencer hace un tiempo Claudio Borghi durante la emisión del programa Todos somos técnicos. "Creo que eres egoísta al no compartir con nosotros todo ese talento que tienes. Ojalá no te arrepientas".
https://www.youtube.com/watch?v=HvDU4xge_pE
Rafael Olarra, su excompañero, piensa igual:
—Sobre las decisiones personales, uno no puede hacer nada. Pero si fuera por mí, a Walter le queda muchísimo. Futbolísticamente, él tiene para entregar todavía. Y hay jugadores que, más allá del rendimiento deportivo, generan algo especial en los equipos. El caso de Walter es uno de esos. Él marca referencia, el para dónde se tiene que ir, es un espejo para los jugadores jóvenes. Me gustaría verlo definir su carrera acá en la "U", pero si no es posible, claramente el escenario de otro equipo no creo que sea malo.
El presidente que lo trajo en su primera etapa, Federico Valdés, es más cauto. "Ese tema no hay que tocarlo hasta que la 'U' se haya liberado del riesgo en el que está hoy. No hay que hablar de nada que no sea la concentración del partido que tenemos que jugar contra Antofagasta. Después de eso, naturalmente se va a dar eso de darle una segunda vuelta. Y el resultado es impredecible", sostuvo.
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Montillo vistiendo la camiseta de la "U".[/caption]
Sobre sus causas, se dijo que no tenía una buena relación con Rafael Dudamel. También, que no le gustó estar sujeto a "evaluación". Él, en cambio, explicó que pasaba por un tema de tiempos, que pidió una respuesta antes del 20 de noviembre y que no llegó. "Hace años atrás el trato no fue bueno y me porté como un caballero. No quiero hablar mal del presidente. Estamos en diciembre y ya está para saber si puedo estar o no", fueron las palabras de Montillo. Precisamente el tiempo será el que enumere las razones reales detrás de este adiós anticipado.
Por ahora, el "10" del cuadro universitario asegura estar tranquilo: "Si logramos el objetivo primordial, que era salvarnos de esta ponderada, de los promedios y demás, me voy a ir en paz a mi casa y la nota será un diez, porque vine, ayudé y es lo que yo quería hacer", insistió el jueves en el programa Nexo. "¿Y sabés lo que más contento me deja? Que muchos, por un tema de edad, dudaban de que pueda jugar a alto nivel, todos los partidos… jugué 32 de 34".
En las últimas horas, trascendió que Dudamel, el técnico de los azules, dispondrá de Montillo desde el inicio. Será, aparentemente, la última vez.
El jueves, sobre eso, le confesó a Rafael Olarra:
"Seré un poco egoísta y trataré de disfrutarlo a mi modo".