De acuerdo a las últimas informaciones, el alcance de las investigaciones gubernamentales en curso podría quitarle a McMahon su último triunfo: permanecer como presidente ejecutivo de TKO, la fusión de su WWE y la UFC. Aquí la historia.
Aunque sus apariciones los últimos años eran cada vez menos frecuentes, atendiendo de seguro a sus setenta y ocho años, Vince McMahon por los nostálgicos será recordado siempre como ese atípico jefe que se peleaba en cada programa que ofrecía la WWE, su compañía de lucha libre o acaso entretenimiento deportivo, contra Stone Cold, La Roca, Undertaker o cualquiera de esos peculiares tótems que se le pusiera enfrente en la era dorada de la promoción, dispuesto a recibir sus movimientos finales en pos del espectáculo. Los más avezados en el negocio, en cambio, saben que McMahon en realidad no es apenas ese personaje que se exhibía por televisión relegado a un segundo plano, sino más bien un tipo excesivamente dictatorial, acostumbrado a urdir entre las sombras y que suele verse involucrado en escándalos.
Esas adversidades personales y profesionales se le presentaron desde un inicio, cuando en 1982 se hizo cargo de la promoción regional que lideraba su padre a cambio de un millón de dólares y la llevó al siguiente nivel: sobre esos cimientos edificó una industria que —inclusive ahora— no para de generar dinero, protagonizada por personalidades extravagantes, exageraciones, guiones repletos de insultos e insinuaciones sexuales —con el tiempo atenuadas para el público familiar—. Pero recién iniciados los noventas enfrentó el primer escándalo serio, con un juicio por uso de esteroides. Después, entre 1996 y 1998, su competencia WCW, bajo el alero de Ted Turner, le superó por ochenta y cuatro semanas consecutivas en rating.
“Probablemente pensó que nada sería peor”, le comentó Dave Meltzer, reputado periodista de la escena a LA Times. Entonces llegó junio de 2022 y lo que nadie nunca sospechó: la caída de McMahon. Un reportaje del Wall Street Journal delató que el mandamás de la WWE había pagado millones de dólares en acuerdos secretos a varias mujeres por denuncias de conducta sexual inapropiada. Ninguna de ellas antes revelada a la empresa.
Una investigación que llevó adelante la junta directiva de la compañía pronto confirmó que entre 2006 y 2022 McMahon giró al menos 14,6 millones de la moneda estadounidense para enmendar su “mala conducta”. Estas acusaciones iban desde coaccionar a mujeres para tener actos sexuales con él, a enviar “nudes” de sí mismo sin ser solicitadas a algunas empleadas.
Golpeado, McMahon aceptó dimitir temporalmente, y mientras esperaba por el resultado final de las diligencias investigativas, su hija Stephanie tomó su lugar.
Una persona cercana a la junta directiva le comentó al LA Times que Vince dijo lo siguiente: “Vale, hagan lo que tengan que hacer. No voy a interponerme en su camino”. Según lo previsto, explicó la fuente, “cuando la junta dijo: ‘Bueno, creemos que tienes que dimitir’, no le hizo ninguna gracia, pero lo hizo”. Otra persona puntualizó al matutino que, más tarde, McMahon se defendió de las denuncias y que en una llamada telefónica con el comité les aseguró que “todas las relaciones fueron consentidas”.
El regreso de Vince
De todos modos, tal vez en el peor momento de McMahon desde que compró la compañía, golpeó de regreso con una maniobra que muy pocos lograron prever. En abril, pleno fin de semana de Wrestlemania, el máximo evento de WWE, el “Walt Disney” de la lucha libre como se hace llamar, acordó la fusión de su promoción con la Ultimate Fighting Championship (UFC) para formar una nueva empresa, TKO Group Holdings, que fue cotizada en bolsa en la escandalosa cifra de 21.400 millones de dólares.
Lanzada oficialmente hace unos días, la nueva entidad está controlada por Endeavor Group y mantendrá a McMahon como presidente ejecutivo del consejo de administración.
Así las cosas, Vince parece haberse embolsado un nuevo triunfo: en cuestión de meses pasó de permanecer lejos de su propia creación, cuestionado por los fanáticos y denunciado por acoso sexual, a ser la cara visible de un nuevo proyecto que promete cambiar la industria de la lucha libre profesional, ahora mezclada con el coloso de las artes marciales mixtas. De hecho, la respuesta inicial se mide en cifras: las acciones de TKO, que cotizan desde la semana pasada, cerraron el martes a 105,53 dólares, un 3,46% más que en la apertura.
Eso, al menos, de momento.
Según el LA Times podría suceder algo que cambie toda la ecuación: las investigaciones en curso de la Comisión del Mercado de Valores y el Departamento de Justicia sobre la conducta de McMahon.
De acuerdo al matutino, el abogado Jacob Frenkel opina que la investigación podría ser “mucho más amplia que la de una empresa y su accionista mayoritario”. En esa misma línea, WWE comunicó el pasado agosto haber recibido “demandas legales voluntarias y obligatorias” de múltiples agencias “en relación con la investigación y asuntos relacionados”.
En concreto, a la espera de las conclusiones, Vince McMahon podría enfrentarse a responsabilidades penales y/o civiles que, a su vez, le impedirían ejercer como directivo o consejero de una empresa pública.
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