Corría pleno septiembre y Octavio Rivero no era ni citado por Pablo Guede en Colo Colo. Su frustrado traspaso a Belgrano de Córdoba lo había dejado con mal pie al interior del club.
Sin embargo, el uruguayo cambió el chip, supo meter nuevamente la cabeza en el equipo y frente a Everton coronó un gran partido, anotando el gol del triunfo en la última jugada del partido. Sí, calcado a lo que pasó con Christofer Gonzales en mayo de este año.
Eje de ataque
En los pleitos que Esteban Paredes no estuvo por suspensión, el charrúa actuó como eje de ataque junto a compañeros más jóvenes y no decepcionó.
"Vivió momentos malos y hoy que viva esta alegría es algo muy lindo. Pasó que él pensó que iba a ir para otro lado y después cuando no sucedió fue difícil concentrarse en el club, pero lo pudo hacer, nosotros lo ayudamos y hoy están los frutos", dijo Matías Zaldivia, otra figura de ayer en Viña del Mar e íntimo amigo del charrúa.