Esta es la historia de su romance indestructible con la batería y la mujer con la que estuvo 57 años.
La noticia fue devastadora, pero no inesperada. Hace solo unas semanas los Rolling Stones, ese museo viviente del rock and roll, anunciaron que su baterista se ausentaba por primera vez de una gira… ¡en más de medio siglo de carrera!
El viejo Charlie Watts, de 80 años, estaba internado en Londres recuperándose de un procedimiento médico.
Con Mick Jagger y Keith Richars, era el otro integrante de los Stones en tocar en cada disco del grupo.
También fue parte de todos los shows que realizaron desde que se sumó a la banda en enero de 1963, tras los fugaces Tony Chapman y Carlo Little.
Ayer, cuando se fue en un hospital inglés, Charlie Watts estaba acompañado por su esposa Shirley Ann Shepherd, con quien compartió 57 años de inquebrantable vida conyugal.
Shirley es la madre de su única hija, Seraphina, y la mujer con quien disfrutaba de la soledad de una granja de Dolton, alejados de los lujos.
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Shirley y Charlie[/caption]
Romances
Hijo de operaria de fábrica y camionero, Charlie Watts experimentó una epifanía a los 10 años cuando escuchó a Miles Davis y John Coltrane.
El jazz, por así decirlo, despertó su instinto musical y marcó un destino que siguió forjando cuando su madre le regaló su primera batería a los 14.
En adelante, el joven Charlie estudió arte y, mientras trabajaba en una agencia de publicidad, recibió la oferta para formar parte de los Rolling Stones.
El grupo se había formado en abril de 1962, cuando el movimiento hippie se oponía a Vietnam.
Los Rolling Stones serían su primer gran amor.
Pero un año después de subirse al buque, un 14 de octubre de 1964, Charlie Watts se casó con Shirley Ann Shepherd, la mujer que se enamoró del hombre todavía anónimo, de ese apasionado baterista amante del jazz que soñaba con tocar y tocar.
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Keith y Charlie[/caption]
Menos
Según cuenta Keith Richards en sus memorias, el baterista no fue un hombre de lujos, aunque vivió una vida sibarita.
Watts era de los que no ostentaban, a pesar de la enorme fortuna que amasó gracias a su vida con los Stones y a las buenas inversiones.
Tuvo solo una hija con Shirley, la llamaron Seraphina y nació cuatro años después de la boda. Ella misma los transformó en abuelos de una sola nieta, Charlotte.
En ese pequeño refugio familiar, el rockstar vivió como si no lo fuera.
Conocerse a sí mismo
Un perfil publicado en el diario La Nación cuenta que cuando Charlie terminaba un concierto en gira, lo único que esperaba era fugarse a su habitación para descansar.
Aislado del ruido de la adulación, el baterista era ordenado hasta la obsesión, así que nadie podía ingresar a sus habitaciones.
Si sus compañeros de banda disfrutaban con el sexo sin escrúpulos y los vicios, él se inclinaba por la austera vida en soledad.
Conocida es la historia de cuando Jagger lo llamó por teléfono preguntando "dónde está mi baterista" y Watts no dudó en ir a presentarse a su habitación con un certero puñetazo.
Cuando los Stones llegaron a la Mansión Playboy, Charlie prefirió disfrutar de la sala de juegos de Hugh Hefner, en lugar de juguetear con las conejitas.
"Nunca me interesó responder al estereotipo de una estrella de los Rolling", decía él.
La crisis vino en 1983, cuando se volvió dependiente del alcohol y algunas drogas.
Su adicción minó su matrimonio al punto de ponerlo al borde del divorcio.
"Me estaba buscando a mí mismo", confesó el músico luego de aquellos breves días de descontrol.
Pero Charlie volvió a ser el que era. Y en todo ese tiempo nunca se separó de su amada Shirley.
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La familia Watts[/caption]
Últimos años
En junio de 2004 Charlie Watts fue diagnosticado de cáncer de pulmón, una enfermedad que superó, pero que lo marcaría hasta sus últimos días.
Aislado en una granja de Dolton junto a ese amor indestructible con Shirley, el músico siguió girando con los Stones y viviendo fuera del radar.
Lo suyo fue pasar inadvertido para que nadie descubriera que era el corazón de los Stones. El mismo que ayer dejó de latir.