El actor en la quiebra que casi murió en el set de Better call Saul: Bob Odenkirk y su travesía en el desierto

Better Call Saul llegó a su final después de seis temporadas y, con ello, Bob Odenkirk le dijo adiós a su alter ego, Saul Goodman, luego de trece largos años. Un personaje que, en principio, lo llenó de dudas, pero que finalmente, por el sabio consejo de un amigo, decidió tomar. Un personaje que casi le cuesta la vida durante una grabación y que le permitió, como se había propuesto, volver a las pistas.

Para entonces, Bob Odenkirk —59 años, actor, comediante, guionista, director y productor estadounidense— aún lamentaba no haber conseguido el papel de Michael Scott en The Office. Se había convencido de que ese era el personaje idóneo para levantar una carrera de capa caída que, en efecto, venía de sumar un par de derrotas duras, por decir lo menos, desde que decidió arrojarse a la dirección. Let’s go to prison (2006) y The brothers Solomon (2007), dos de sus películas, fracasaron sin más, y el préstamo de US$900.000 que solicitó para mantener a su familia lo tenía al borde de la quiebra.

Como también al borde de la quiebra se encontraba su confianza, aparentemente. Quizás por eso, cuando su agente lo contactó para ofrecerle el papel de Saul Goodman en Breaking bad, el actor se tomó su tiempo. Con muy buen ojo, le habían advertido que se trataba de una oferta difícil de superar: “Es un muy buen show y el tipo de personaje por el que la gente gana Emmys”.

Pero por más que le endulzara los oídos, Odenkirk no percibía en el personaje la relevancia que requería para ese momento. Además que no le llamaba demasiado la atención participar de un drama. Lo suyo, creía, era estrictamente la comedia.

El problema es que tampoco había mucho más. Por eso, se acercó a un amigo para pedirle su consejo y tomar una decisión. Así las cosas, del otro lado contestó el teléfono Reid Harrison, guionista que ha escrito para varias series de televisión y que había trabajado con el actor en el piloto sobre una liga inferior de baseball. Su respuesta, al cabo de un rato, disipó cualquier duda que pudo tener Odenkirk:

“¡Es el mejor programa de televisión de la historia! En serio. Es una locura. Lo tienes que hacer. No deberías estar llamándome a mí, ¡llama a Gilligan!”, le imploró.

Vince Gilligan, showrunner de la serie, y Peter Gould, guionista y director, dupla que años más tarde dieron forma a Better Call Saul, se convencieron de que Bob Odenkirk debía ser el abogado de Walter White (Bryan Cranston) luego de mirar sus actuaciones en Mr Show, una comedia de culto que se transmitió durante cuatro temporadas (1995 a 1998) por HBO. Allí, el intérprete llamó su atención tras parodiar a policías, mafiosos, autoridades e inclusive a cantantes de soul y rap.

En una entrevista que concedió a GQ en 2015, sin embargo, Odenkirk sinceró que después de hablar con Gilligan seguía algo indeciso. Fue recién durante una charla con el escritor que se enteró del elemento que le otorgó la confianza para agarrar el papel: le explicaron que Saul Goodman no era judío sino irlandés y que su verdadero nombre era Jimmy McGill. “Soy mitad irlandés, puedo hacer eso”, se arengó.

Desde entonces, todo pareció cambiar. Por ejemplo, el actor se metió de lleno en el personaje de Goodman y fue el encargado de sugerir el peinado absurdo que luce, como también esa suerte de obsesión por ocultar su incipiente calvicie. “Como haría un tipo que se engaña a sí mismo y piensa que todavía es joven y atractivo”, explicó en la entrevista.

Agarró sus cosas y se marchó de su casa en el barrio de clase media Los Feliz, contiguo a Hollywood en Los Angeles, con destino a Albuquerque, la ciudad más grande de Nuevo México. Por supuesto, lo acompañó la mujer de su vida, Naomi Yomtov, con quien forma pareja desde hace 25 años, además de sus hijos, Nathan y Erin.

Al llegar a su nuevo lugar de trabajo, Odenkirk se propuso como meta salir del complicadísimo escenario económico que atravesaba. Si las palabras de su amigo eran ciertas, Breaking bad le brindaría la chance de relanzar su carrera. Y así fue: en principio, lo convocaron para tres capítulos. Su debut se dio en el octavo episodio de la segunda temporada titulado precisamente “Better Call Saul”, como respuesta al llamativo comercial de televisión donde Goodman promociona sus servicios. Pero en cuestión de tiempo lo siguieron llamando, de modo que se volvió un personaje recurrente dentro de la trama.

Para su suerte, la serie devino en una producción de culto, al nivel de apenas unas pocas, como The wire o The Sopranos. Como consecuencia, le siguieron mejores noticias: la dupla Gilligan-Gould ideó a continuación una historia propia para ese abogado inescrupuloso. Odenkirk ahora sí tendría el papel protagónico que tanto buscaba para volver al ruedo. Allí, le tocaría contar cómo Saul Goodman se convirtió en esa especie de antihéroe.

Y claro, entonces Bob pudo reproducir o acaso tomar prestados algunos elementos de sus anteriores sketches en Mr Show para retratarse en ese comediante con cara de póker que abandonó toda moral.

Cómo no mencionar que, en el camino, literalmente Odenkirk casi se deja la vida en el personaje. Ocurrió el 28 de julio del año pasado cuando sufrió un infarto en medio del rodaje, en pleno desierto. De no ser porque había oportunamente un desfibrilador en el set, lo que permitió que luego le trasladaran a un hospital de Albuquerque, no habría podido disfrutar del éxito como lo hace hoy.

“No volví a rodar durante cinco semanas. Tuve un descanso de cinco semanas para recuperarme. Y luego, cuando regresé, limitamos nuestro rodaje a días de 12 horas. Y así me cuidaron y pude hacerlo, y espero que no puedas decir cuándo tuve el ataque al corazón y cuándo no”, explicó tiempo después, en conversación con Hollywood Reporter.

Sobre el episodio en concreto, sostuvo: “Lo más extraño es que realmente no tengo ningún recuerdo de ese día. Realmente estoy viendo algo en lo que no recuerdo haber actuado, lo cual es algo raro. Quiero decir, por lo general ves algunos, y recuerdas algo de eso, incluso si se filmó hace meses. Pero en este caso, es un completo espacio en blanco”.

Como sea, desde su aparición en Breaking bad, todo lo que Bob Odenkirk toca parece volverse oro. Acaso como si se hubiera tratado de un spoiler de su agente, fue nominado en cinco oportunidades a los Premios Emmy. Pero no sólo eso: participó en Fargo (2014), Aquí y Ahora (2013), en uno de los especiales de Tim & Eric Bedtime Stories (2014), The Post (2017), The Disaster Artist (2017), Los Increíbles II (2018) y en la versión de Mujercitas de Greta Gerwig (2019).

Además, fundó su propia productora, Cal Gold Pictures, que al cabo de un rato cerró un millonario contrato con Sony, que a su vez le permitió escribir y protagonizar Girlfriend’s Day (2017), un proyecto que reposaba en su cabeza desde hace más de quince años.

La quiebra, por cierto, quedó en el pasado. Ahora se estima que el actor acumula una fortuna de unos US$16 millones, de modo que pudo mudarse con su familia a una mansión ubicada en Hollywood Hills y avaluada en US$3.3 millones.

Este martes, Bob Odenkirk se despidió finalmente de Saul Goodman, su alter ego por trece largos años. Lo hizo a través de un video, donde agradeció al público y sus compañeros por darle semejante oportunidad:

“Todos me preguntan cómo me siento al decirle adiós a Saul Goodman y a Better Call Saul, y no sé cómo responder porque es muy difícil mirar de cerca a la experiencia y al personaje: son demasiadas emociones, y todas encajan de una manera hermosa, y es un misterio para mí cómo pasó eso”, sinceró, de entrada.

“Gracias por darnos una oportunidad. Salimos de la que quizá sea la serie favorita de mucha gente (Breaking bad), y podríamos haber sido odiados simplemente por intentar hacer una serie, pero no fue así”.

“Nos dieron una oportunidad, y espero que la hayamos aprovechado al máximo. Gracias por seguir con nosotros: no hice nada para merecer este papel, pero espero habérmelo ganado”, cerró.

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