“Hace mucho tiempo que no sentía estas ganas de mostrar un trabajo”: Francis Durán y su debut como solista

A fuego lento, en un proceso que se dilató por casi tres años, Francis Durán, figura compositiva clave en el éxito de Los Bunkers, Lanza Internacional y Pillanes, cocinó su debut en solitario. Se trata de un álbum que, de una u otra manera, fue posible gracias a la pausa que propició la pandemia, y que trabajó íntegramente desde su casa. “No estaba buscando la perfección sino una exploración, descubrir hasta dónde me llevaba y después defender ese resultado”, le dice aquí al diario pop.

Hace veinte años, imaginamos que en un día como hoy, entre marzo y abril, Los Bunkers celebraban el cierre de la grabación de su segunda placa, Canción de lejos, y por cierto ultimaban los detalles de su lanzamiento, que se concretó en definitiva un jueves de junio. Es ahora percibido como una especie de clásico moderno, el trabajo que supuso su consolidación con “Miño” como punta de lanza, pero Francisco Durán, sentado frente a un notebook en su departamento, en Ciudad de México, le dice a La Cuarta que todavía no entiende enteramente el porqué. No le gusta el sonido ni lo convence la nómina de canciones que le componen. Igual, aclaramos desde ya, esa es otra historia que de seguro pronto ofreceremos. Aquí sirve como mera introducción para lo que nos compete: esos fueron los primeros pasos de Durán como hombre ancla en el área compositiva, y hoy, dos décadas más tarde, luego de haber sumado a su haber otros cinco discos con Los Bunkers, dos con Lanza Internacional y uno con Pillanes, colaboraciones con Álvaro Henríquez, Nicole, Manuel García y Francisca Valenzuela entre otros, se arrojó por fin a un anhelo escondido: su debut solista con Lunar.

—Era una idea que tenía muy in the back of my head, guardada en la cabeza, y cada vez que hacía una canción que sentía que no se adecuaba a ninguno de los formatos que estaba trabajando, iba quedando en otra bolsita.

Durán procuraba, a fin de cuentas, darles destino a todas esas ideas que no le parecían compatibles con Lanza Internacional o Pillanes, aunque se lo tomó con calma. No quiso, por ejemplo, ponerse plazos. De hecho, los primeros demos que confeccionó, en su registro, datan de 2019. “Lo empecé a trabajar antes del disco de Lanza…, incluso antes del estallido (social)”, hace memoria. Pero la pandemia precipitó sus intenciones. Entonces, encerrado, encontró una disponibilidad que de otro modo, con todos sus proyectos, se advertía difícil. Y claro, además de todo eso, contó con la figura de Hernán Godas, un amigo chileno e ingeniero que en plena cuarentena se instaló en México. Lo invitó a su casa y allí montaron un improbable estudio de grabación.

—Dije, bueno, aprovechemos esto y saquémosle trote ahora que hay alguien que sabe grabar y que hay de todo en la casa…, tenemos micrófono, la interfase. Estaba el tiempo, ok, aprovechemos.

Si bien para entonces Francisco Durán apilaba una pequeña batería de composiciones en formato demo, supuso que era el momento para experimentar. De tirar otras ideas sobre la mesa y ver hacia adónde lo conducían. “Fue abrir una puerta creativa distinta a lo que estoy acostumbrado, que es componer una canción y llevarla prácticamente, del queso cortado, al estudio y aprovecharlo al máximo”, explica. Aquí, en rigor, fue todo lo opuesto: probar ritmos, interpretarlos y adivinar qué clase de letra les sugería. “Jugar un poco”, propone él. La rutina consistía apenas en ponerse de acuerdo con Godas considerando sus agendas, y arriesgar. Salvo un sampler para las percusiones, Francis se ocupó de grabar todos los instrumentos. Y como se trató de una grabación puramente hogareña, alguna vez se cruzaron con el ruido de la aspiradora del vecino, con el recorrido de las micros o incluso tuvieron que acomodar los sillones y algún colchón para improvisar una cabina. Pero esos detalles también la hicieron una experiencia especial.

francis durán

—Yo no estaba buscando la perfección con estas canciones sino una exploración y descubrir hasta dónde me llevaba, y después defender ese resultado, ¿cachái?

Durán, ahora le explica al diario pop por qué dijo hace algún tiempo que una de sus inspiraciones en plena grabación de Lunar fue Prince: “Es eso lo que yo siento en sus discos. Es algo mucho más amplio y abstracto que decir ‘yo voy a ocupar este ritmo, o esta forma de cantar’; no significa que sea tan literal”. Mientras editaba este, su primer trabajo en solitario, el hombre detrás de “Entre mis brazos” reconoce que también escuchó mucho a Joni Mitchell y que alguna canción —como “Agüita de la perdiz”, una de las más antiguas— bebe de Víctor Jara. De Víctor Jara y de los grandes exponentes de la música chilena, aunque con la pretensión de llevarla a otro sitio:

—Es como si Víctor Jara se hubiera encontrado con Syd Barrett, y se hubieran puesto de acuerdo para grabar algo…, a lo mejor habría salido algo así —arriesga.

Luego resume qué es lo más importante que le brindó este proceso tan propio:

—Me di el lujo de poder hacer exactamente lo que quería. Creo que es enriquecedor para cualquier persona que escriba canciones…, siempre va a haber un momento en que uno va a querer tener una experiencia de este tipo y realmente arreglárselas solo, y a eso me refería con defender el resultado. No hay nadie a quién alegarle por lo que se escucha en el disco, ¿cachái? Es súper bueno, es como quitarse a veces el empacho…, hay muchas preguntas que surgen en el proceso y uno dice ‘¿estará bien?’ Puede que no esté 100% bien, pero es lo que decidí en el momento y así se va a quedar, y va a estar bien igual. Yo sabía que iba a ser un disco hecho en la casa, con las herramientas precisas, con un presupuesto más reducido, pero me encantó ponerme ese marco y que, de todo, saliera un disco efectivamente.

En este punto, Durán retrocede para profundizar. Subraya, por ejemplo, que cuando uno trabaja en una banda se va encerrando en un solo formato. “Y está súper bien, es algo que genera canciones y caminos por explorar”, sostiene, “pero esta experiencia en especial me resultó muy liberadora”. Es más, admite que “este disco en particular me produce una emoción que salga, más allá de la recepción que vaya a tener. Hace mucho tiempo que no sentía estas ganas de mostrar un trabajo”.

—Hablaste harto de defender el resultado. ¿Qué es lo que más te gustó de ese resultado de Lunar?

—Es difícil…, me gusta el resultado por las canciones que quedaron conformando el disco, y por la forma en que suena dentro de un todo. Me parece que, a pesar de que hayan canciones tan distintas, que no tenga nada que ver “Bus” con “Agüita de la perdiz”, tiene sentido para mí. A lo mejor lo estoy viendo desde un punto de vista muy biográfico, pero creo que la gente puede profundizar en algunas cosas de las cuales antes sólo había atisbos en otras canciones, en las bandas sobre todo. Ese lado más personal, más profundo y, por lo tanto, el que causa más pudor, a veces es el que más puede generar una conexión a nivel de emoción.

—Sobre tus pretensiones, ¿te gustaría presentar el disco en vivo, o tocar algunas de las canciones en tus bandas?

—Mi idea es que esto es como un testimonio de este momento y un primer paso. Y que me gustaría que ese primer paso trajera a futuro un segundo paso, y poder tener un repertorio más amplio dentro de este universo, pero con la salida del disco termina el proceso del disco, ¿cachái? No lo he preparado para tocar en vivo, ni siquiera sé cómo lo tendría que hacer. No fueron canciones pensadas desde ese ángulo, es como raro…, pienso que si el día de mañana acumulo más repertorio, algo más que estas once canciones, podría salir a defender en vivo.

—Está entonces la idea de un segundo disco…

—El primer paso siempre es el más difícil, y ese ya se dio. Entonces después va a ser mucho más fácil poder hacer un segundo disco en otro momento. Pero te mentiría si te digo que tengo planeado sacar el próximo año la continuación de esto..., la verdad es que no lo sé. Tampoco sé qué forma podría tomar. Ahora ocurrieron cosas que fueron encaminando el hecho de que estuviera haciendo un disco, pero el día de mañana podría decir “ya, quiero tocar con muchos músicos distintos e ir a grabar a un estudio”, y a lo mejor es otra cosa.

Antes de despedirse, Francis insiste en que Lunar no es el comienzo de una carrera solista sino más bien un testimonio. De hecho, para graficar, enumera los proyectos que actualmente lo ocupan: colaboraciones en discos de distintos amigos, entre ellos el de Juan Silva, músico nacional que también se radicó en México, y adelanta que desde hace algún tiempo volvió a reunirse con su hermano, Mauricio Durán, para componer las canciones del próximo álbum de Lanza Internacional.

—Está en un proceso embrionario, pero estoy volviendo a trabajar desde la guitarra de palo —cierra.

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