Debutante con experiencia, el maestro de la percusión, Juan Gronemeyer, se atreve con trece nuevas canciones donde tributa a sus mayores influencias y las ordena bajo el título de Elelepé.
El encierro pandémico puso en aprietos al percusionista Juan Gronemeyer, conocido por su participación desde mediados de los años 90 en La Floripondio y como uno de los miembros fundadores del grupo de cumbia Chico Trujillo, dos bandas cuyo eje central de trabajo son precisamente los conciertos.
Empujado por las deudas y agobiado por las restricciones sanitarias para tocar en vivo, como le pasó a gran parte del circuito, su principal fuente de ingresos se vio mermada y tuvo que ingeniárselas en el camino.
Así comenzó a coquetear con la producción musical hasta que armó un disco en solitario donde repasa buena parte de sus influencias.
Allí se encontró con versiones de Sumo y Thievery Corporation hasta los sonidos del afrobeat y la cumbia villera. Ya más encaminado, Gronemeyer llamó a algunos amigos, grabó los nuevos temas y se atrevió a editarlos bajo el nombre de Elelepé.
Desde París, donde se encuentra de gira junto a Chico Trujillo, el músico cuenta en exclusiva a La Cuarta de qué va su nuevo trabajo.
Rarísimo
—Yo vivo de tocar en vivo, pago un arriendo, pago una pensión de alimentos de mis hijos mayores. De un día para otro se acabó la posibilidad de trabajar. Imagina… mal. Fue depresión, fue introspección, fue cuestionarse todo, todo de nuevo. Cómo chucha pago el arriendo, cómo chucha compro la comida, el gas y todo.
“Las clases presenciales ya las venía haciendo. El tener que hacerlas obligadamente online fue rarísimo. Tuve alumnos de Arica y de Punta Arenas en la misma semana. De Polonia y de México, cabrón. El alcance es impagable, se pierde el poder de tocar juntos (por la latencia), pero se gana llegar a ciudades más lejanas”.
Los que me marcaron
—El encierro pandémico fue fundamental para convencerme en convertirme en aprendiz de productor. Son varios los años recorridos, pero nunca con el ímpetu de hacer algo como solista. Allí nace la Oficina Internacional del Ritmo, plataforma colaborativa y de producción musical, OiR Records, punto de nacimiento de este proyecto llamado Elelepé.
“Cuando estaba encerrado por la foquin pandemia, me empecé a meter en lo que es grabación y producción musical. Joaquín, mi vecino y amigo en Limache, me ayudó a convencerme en materializar este proyecto. Allí comencé a grabar ideas. Salieron trece temas que empecé a madurar e invitar a amigos”.
“Mi idea fue hacer un disco que representara de alguna manera los estilos que me marcaron, que me influenciaron. Aunque faltó su hardcore punk sí”.
La botella de Campari
—Los colaboradores del disco no fueron conseguidos por medio de ningún representante, manager, ni nada. Les escribí o los llamé a su teléfono. Todos amigos, hermanos, pareja, hijos, sobrinos. A pesar de que nunca se ha tocado ni hay intención de ello, es un disco muy familiar.
“Hay de todo, sonidos andinos, hay cumbia villera/psicotrópica, hay afrobeat, hay indian sounds, dub, etcétera etcétera”.
—Sobre la gira de Chico Trujillo, ¿cómo lo haces con el balón de gas en Europa, lo llevas a esos shows?
—Jajaj, el balón de gas tiene contrato exclusivo con La Floripondio. Ahora voy con la botella de Campari.