La madurez Elizabeth Strout: “No cambiaría esta fase de mi vida por ninguna”

Elizabeth Strout. FOTO: The New York Times.
Elizabeth Strout. FOTO: The New York Times.

Pronto llega a Chile una nueva novela de la escritora estadounidense, quien ganó el Premio Pulitzer en 2009. Ay William, como se titula, tiene otra vez como protagonista a Lucy Barton, que se reencuentra con su exmarido, convirtiéndose en su confidente mientras el matrimonio de él tambalea. “Creemos que nos conocemos a nosotros mismos, pero no estoy segura de que sea así”, reflexiona la elogiada autora en entrevista con el diario pop.

“¡Ay, todo el mundo! ¡Ay, todos en este ancho mundo! Porque no conocemos a nadie, ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos. Si acaso, un poquito, poquísimo, pero todos somos misteriosas mitologías. Todos somos misterios, eso quiero decir. Puede que eso sea lo único en el mundo que sé que es cierto”.

Así termina la nueva novela de la escritora estadounidense Elizabeth Strout (66), que en abril lanzará en Chile la que completará una trilogía que partió con Me llamo Lucy Barton (2016), que relata la rutina y los afectos de una escritora de mediana edad que se encuentra convaleciente en un hospital de Manhattan.

Ahora, con el sello Alfaguara, la autora llega Ay, William, una novela en que la autora ganadora de Premio Pulitzer (2009) —por la novela Olive Kitteridge— se adentra en la relación de Lucy Barton con su exmarido, quien, inesperadamente, convierte a la protagonista en su confidente, contándole que no puede dormir, que tiene pesadillas y que cree que su actual mujer lo engaña.

En eso, mientras su matrimonio se tambalea, William le pedirá a Lucy que lo acompañe en un viaje que podría cambiarlo todo, como suele ocurrir cuando se desvela un secreto.

El camino recorrido

Ahora, a semanas de que la novela llegue a Chile, la escritora dio una entrevista a la cual tuvo acceso el diario pop, instancia en que Strout habló un poquito de todo, de Ay, William, de amor, la libertad, la infancia, la vejez, el feminismo… de lo humano y lo divino, cómo dice el cliché.

También se abrió a seguir escribiendo nuevas historias de Lucy Barton: “Sospechoso que sí”, dijo. “No puedo decir más”.

La rutina

“Siempre, desde que soy muy joven, me ha interesado la vida de todos los días, la gente cotidiana, todo lo normal, y el universo que rodea todo eso. Siempre me he preguntado: ‘¿Cómo será la vida de esta persona?’. Siempre he querido saber cómo es la vida de la gente corriente, y cómo es su mundo interior, porque creo que todos nosotros tenemos una vida interior, y nos encontramos con el mundo real”.

La libertad

“Es interesante porque, cuando William le habla a Lucy, hasta qué punto elegimos en nuestra vida, en esta conversación ella piensa que puede vivir la vida cómo ha querido. Pero William le dice que no, que en absoluto se es libre para elegir lo que uno quiere. Yo, aunque al principio pensaba como ella, debo decir que ahora comparto ambos puntos de vista. Hay un equilibro, se está entre las dos cosas. Ambas pueden tenerse en cuenta a la hora de pensar la libertad personal”.

Conocer realmente a alguien

“Sí que podemos conocer bien a alguien y ellos a nosotros, pero nunca he creído que podamos comprender en profundidad qué es ser otra persona y, cuando escribo, me doy cuenta de eso. Tengo que ponerme en el papel de otra persona... Tampoco creo que sea algo malo. Hay veces que uno ha creado un mito de otra persona, pero eso no tiene por qué ser malo, porque este mito está basado en algo. Y en cuanto a conocernos a nosotros mismos, pues también es difícil. Creo que creemos que nos conocemos a nosotros mismos, pero no estoy segura de que sea así. Tampoco creo que sea un problema, es algo interesante”.

Elizabeth Strout
Elizabeth Strout
Los padres y los secretos

“Seguramente los padres y madres se callan con respecto a determinadas cosas, más que mantenerlas en secreto. Que un niño conozca bien a sus padres es muy difícil, porque los ven en un papel determinado, no tanto en la forma en que son de verdad. Esto inhibe el grado en que podemos conocer a nuestros padres”.

Dramas familiares

“Para un novelista, la familia siempre es un lugar enorme en el qué inspirarse, porque muchas de las familias que conozco son complicadas, en su formas específicas. Estoy segura de que hay muchas familias felices, pero, como escritora, me interesan las familias que tengan más problemas, es más interesante entrar en esas complejidades”.

La vejez

“Acabo de cumplir 66 años y, claro, uno ha adquirido experiencia vital y la vida va haciéndose cada vez más corta. Cuando yo escribía sobre personas mayores, tenía muchos menos años, pero la gente mayor me interesaba porque siempre he tenido hermanos mayores, siempre he estado rodeada de gente mayor. Ahora que ya tengo más años, soy más madura; es interesante... No cambiaría esta fase de mi vida por ninguna. Es como tener 35 o 45 años. A los 45 años uno sabe más que a los 35 o 25. Me parece que esta es una fase de la vida muy interesante”.

Espiando la escritura

El misterio de la condición humana

“No creo que los misterios de la naturaleza humana puedan ser resueltos. Creo que uno se puede sentir menos solo en estos misterios, leyendo este tipo de literatura, y esa es mi esperanza, es lo que yo espero, hacer que la gente se dé cuenta de que no pasa nada, de que la vida es la vida, y que así son las cosas, y que todos estamos en el mismo barco”.

Elizabeth Strout y Lucy Barton

“Es parecida a mí de la misma forma en que todos mis personajes lo son, puesto que tengo que empezar desde el principio con ellos. Tengo que comprender algo dentro de un personaje, ya sea hombre o mujer. En ese sentido, me ocurre lo mismo con Lucy Barton, pero yo no soy Lucy Barton. Pese a ello la entiendo en el mismo sentido que puedo entender a todos mis personajes”.

Lucy y William

“No creo que sean una pareja particular, pero no veo por qué nosotros no deberíamos aspirar a ello. Hay ejemplos de exparejas que se llevan bien y que comparten muchas cosas. Sería genial que ellos fueran un ejemplo para otras personas en una situación similar. Por supuesto que deberíamos intentarlo todos, sería genial. Tienen mucha empatía el uno por el otro, se toleran, se soportan, se aguantan el uno al otro. Y eso es lo que hay que hacer”.

Elizabeth Strout
Elizabeth Strout junto a un riachuelo.
De niña a escritora

“Me sorprende haber sido capaz de lograrlo, pero, al mismo tiempo, tampoco estoy tan sorprendida porque empecé a escribir cuando era muy joven. Sabía que era escritora, y mi madre también lo comprendió y se esforzó para animarme desde muy pequeña. Me dejaba escribir frases, y luego me hacía leérselas. Me empezó a dar libros ya más complejos. Por tanto, en mi mente, tampoco tengo ningún recuerdo de mí misma como no-escritora, siempre me recuerdo escribiendo”.

Sobre qué escribir

“No es que yo prefiera escribir sobre ciertos temas o no. Solamente me siento atraída hacia donde haya cierto calor, y para poder entrar en el mundo del personaje, es decir, entro en su mundo por amor, por así decirlo. Uno tiene que querer escribir sobre un tema, le tiene que atraer, apetecer. Es cierto que tengo reconocimiento y lo valoro, pero nunca he terminado de creer nada de eso realmente. Supongo que por eso sigo haciendo lo que quiero hacer. Tengo un sentido de responsabilidad hacia mis lectores, aunque al principio fueran pocos. Siempre escribo para mis lectores. Y eso no ha cambiado”.

La primera persona

“¿Por qué la primera persona? Es que realmente es así cómo yo escuchaba a Lucy Barton, era su voz lo que yo oía, y era una voz muy potente. Así es cómo tenía que escribirla. Esto me preocupaba porque nunca había escrito nada en primera persona, al menos durante muchos años. Uno de los problemas de escribir en primera persona es que únicamente podemos ver las cosas desde el punto de vista del que habla la persona. Y William también nos permite conocer sus pensamientos sobre Lucy, lo que también nos abre un poco la perspectiva”.

Construir un personaje

“Cuando trabajo con uno de mis personajes, me da la sensación que si no los conozco bien, tengo que dejarlos libres. Pero si trabajo con ellos, digo: ‘sé quién quién eres, conecto contigo, entonces puedo seguir con el personaje’. Una vez que entro en eso, siento que los comprendo y puedo observarlos y hacer distintas cosas con ellos”.

Los puntos débiles

“Es algo que yo tengo en mente, por ejemplo, en Me llamo Lucy Barton, ella procede de una pobreza extrema y quiero que el lector sepa que yo, como escritora, estoy consciente de ello desde un principio. O sabemos que su madre nunca ha subido a un avión, y tenemos que plantearlo desde el principio. Eso es una forma de abordar algo antes de que el lector tenga tiempo de decir: ‘Qué raro, ¿esto puede ocurrir?’”.

Barreras del machismo

“No me centro en eso, porque soy una mujer, escribo en un momento de la Historia en que las mujeres estamos avanzando, tratando de avanzar, y creo que lo estamos logrando. Mi energía se centra en mi trabajo, no en preocuparme de si a los escritores masculinos publican más o les hacen más caso. Me centro en escribir lo mejor que sé sobre los temas que quiero: la gente normal y corriente”.

Feminismo

“Siempre me he considerado feminista. Son una mujer, he vivido mi vida como he creído que tenía que vivirla. He amado a los hombres, evidentemente, pero el feminismo tiene distintos significados en esos días. Pero sí, definitivamente, yo me considero feminista. Creo que Lucy Barton también es feminista. Es todo lo que puedo decir”.

Ay William
Ay William de Elizabeth Strout

COMPARTIR NOTA