La travesía de Jorge Said en busca de Dios y Qatar: “Un país extremadamente islámico está haciendo un tremendo Mundial”

Jorge Said (@jorgesaidoficia).
Jorge Said (@jorgesaidoficia).

El reportero y director de TV anda en una doble misión: grabar un capítulo para su serie Buscando a Dios (History Channel 2) y hacer despachos para CHV. Mientras prepara la tercera temporada de su producción, declara: “Me he dado cuenta que todas las religiones son lo mismo”. También relata sus vivencias al borde de la muerte como corresponsal de guerra en Irak o Afganistán: “Son muchas imágenes que tengo grabadas y que a veces son demonios que me despiertan muy complicado en la noche”. Y además analiza la organización de la máxima cita en suelo qatarí.

Hay escenas que no se borran. A Jorge Said le “impactó mucho” la gente que se subía desesperadamente a los aviones afganos en las pistas de despegue para huir de los talibanes en 2021. O las personas que pasaban a su bebés para colgarlos en alambres y se los llevara algún soldado gringo y, en el mejor de los casos, les diera un mejor futuro. O cuando le dispararon mientras despachaba en vivo para el matinal Tu día (Canal 13) desde Ucrania. O en Kiev, cuando entrevistaba a los ucranianos que iban en un bus y un misil cayó a diez metros. O también sensaciones, como el hambre que sintió en Etiopía.

—Son muchas imágenes que tengo grabadas y que a veces son demonios que me despiertan muy complicado en la noche —dice a La Cuarta.

Pero corresponsal de conflictos y crisis humanitaria también se ha desarrollado como productor y director de TV, y en el presente se encuentra enfocado en la tercera temporada de su serie periodística Buscando a Dios, la cual es emitida por Canal 13 y History Channel 2. Así, con ya dos temporadas y veinte capítulos estrenados, han recorrido el mundo en busca de distintas expresiones alrededor del mundo, desde las descendientes del imperio Inca, pasando por las mezquitas en Irak, hasta Tierra Santa en Israel.

Ahora, con el foco en la tercera temporada, y con el Mundial en pleno, se encuentra grabando en Qatar.

Jorge Said
Jorge Said en suelo qatarí.

“Le tenía mucho miedo a Dios”

—De las expresiones religiosas que has presenciado, ¿cuál ha sido la que más te ha impactado?

Primero, Said marca lo que diferencia a las religiones animistas, que son las creencias de que hay espíritus que animan a todo el entorno que nos rodea, desde ríos hasta montañas. Esas son las que más curiosidad le despiertan. “Es obvio, porque por ejemplo nosotros estamos acostumbrados al catolicismo, a las religiones abrahámicas, que descienden del profeta Abraham, por lo tanto, nos parecen menos interesantes y aburridas”, plantea.

—Pero todo lo que tiene que ver con las religiones animistas en África, las chamánicas en México, en Perú, en el Amazonas, y también las religiones orientales, es decir, el hinduismo, que es particularmente colorido y vistoso, el budismo, son las religiones más impactantes desde el punto de vista visual.

En tanto, también comenta que en lo “doctrinal” hay religiones “muy difíciles” como es el caso del judaísmo y la cábala, con sus distintos métodos para descifrar los significados más profundos de la Torá, “que son cosas imposibles de entender para nosotros”, admite.

Sin embargo, con todo este proceso que arrancó en 2020, “me he dado cuenta que todas las religiones son lo mismo”, declara. De hecho, si lo hicieran elegir una, simplemente diría:

—Cada una busca una parte del ser humano, que es la no tangible, la espiritual. Lo podemos calificar como nuestra parte de conciencia, también es la de la fe, todo lo que tiene que ver inclusive con los sueños. Pero hay un desbalance claro en el mundo de hoy: nos preocupamos solamente de lo material, es decir, de nuestro cuerpo, de los deseos ya sea de comer, sexuales, de pasarlo bien u otros, y acumular lo material, autos, casas, bienes. Hemos dejado completamente de lado la parte espiritual.

Frente a aquel escenario, asegura, lo que ha hecho en este recorrido por el mundo “es justamente buscar los puntos que unen a las religiones, que son mucho más que los puntos que las separan”. Es decir, a sus ojos, estos son “la búsqueda de la conciencia, de la compasión, de sobre todo la solidaridad con los que tienen menos, con los pobres, darle voz a los que no tienen”, por lo tanto, “es una búsqueda, un viaje interior, y luego hacia afuera”.

—¿Cómo es hoy tu relación con la religión?

—Como venimos de una tradición católica y, por supuesto, cuando era chico creía en Dios, y en todos los preceptos, inclusive en el Demonio, en el Infierno, en el purgatorio, y le tenía mucho miedo a Dios. Incluso participaba activamente de la iglesia, porque fui monaguillo de una parroquia muy linda, la San Lázaro (en el centro de Santiago). Pero luego, poco a poco, me di cuenta de muchas incongruencias que había a nivel de lo que podemos llamar la religiones organizadas, es decir, lo que es la Iglesia católica en su conjunto, y los problemas que han tenido a través de la corrupción y del abuso sexual. Obviamente eso ha quitado muchas de mis simpatías.

Sin embargo, con los años y Buscando a Dios, ha hallado “muchas simpatías” en distintas religiones: “Me gusta el budismo por su tolerancia y su relación con la naturaleza; y el taoísmo, por el balance entre el blanco y lo negro, la Luna y el Sol, bueno y lo malo, el hombre y la mujer”.

Eso sí, luego hace hincapié en el origen de que une a cada creencia:

—Todas las religiones buscan lo trascendente, todos queremos que exista al menos una cosa que sea trascendente. Eso es lo que más me importa. Todos queremos creer que hay algo más después de la muerte, a nadie le gustaría decir “oye, nos morimos y se acabó”. En ese sentido, la religión es una especie de control ético: si decimos que si somos muy malos iremos al infierno, o vamos a recibir la desgracia de Dios, tendemos a ser mejores, y eso es en todas las religiones.

—¿Te haces esa pregunta con la muerte?

—Por supuesto que me la hago. Ahora vengo de México, donde tienen un gran respeto por la muerte, la quieren, no le tienen miedo, está siempre presente en todo. La muerte los viene a ver una vez al año, porque vienen los ancestros. Es un significado que no tiene ningún país. Es una cosa muy linda.

—¿Y cómo vives esa inquietud

—Yo quisiera creer que hay algo más después de la muerte. Por lo tanto, lo que intento desesperadamente, y me lo pregunto todos los días, es hacer el bien, ser amable con las personas que trabajan, que tienen sus problemas, estar siempre presente.

Jorge Said
Jorge Said en sus viajes para Buscando a Dios.

—¿Cuál es el momento qué más te ha marcado como reportero de guerra?

—Muchísimas, pero hay una en particular en que tuve que tomar un taxi de mujeres en Irak. Me abrieron y me dijeron que no podía embarcarme, porque era solamente de mujeres. Pero el que venía atrás era de hombres. Esperé 20 o 30 segundos, tomé el taxi de hombres, y el que iba adelante, el de mujeres, eran dos mujeres con cinturones llenos de explosivos para matar a los soldados que estaban en el check point a unos 50 metros. El auto mío se levantó unos cinco metros de la tierra y en ese momento dije: “Dios es grande”. Porque si me dejaban subir al otro auto probablemente hoy no lo estaría contando.

—Te iba a preguntar por tú experiencia más cercana a la muerte, pero asumo que fue esa…

—También cuando estábamos en Irak, y supimos que Estado Islámico nos venía a buscar en camionetas, y las imágenes que se me pasaban por la mente era que me iban a degollar, que me despedía de Chile. Y finalmente el sitio en el que me encontraba era de Al Qaeda, no del Estado Islámico, y con ellos tuvimos otra relación mucho más política-amistosa. Nos salvamos.

El miedo

—¿Influye en tu vínculo con la religión haber sido corresponsal en conflictos como Ucrania o Afganistán?

—Más que nunca porque, por ejemplo, si ves la guerra en Afganistán, son los talibanes, que son los estudiantes del Corán que quieren crear la “Tierra Santa” en la Tierra misma, crear un código de conducta, que es una aplicación errónea del Corán. En la guerra de Ucrania, lo mismo; también están peleando dos naciones extremadamente religiosas, porque son ortodoxas, conservadoras y observantes. No tienen nada que ver con Chile: acá nos llamamos católicos, pero es poca la gente que va a la iglesia, su popularidad ha caído al 40% en los últimos quince años. En Rusia hay una fuerte influencia de estas iglesias, por lo tanto, esa guerra, en cierto sentido, también es religiosa.

En agosto del 2021, luego de ser el último reportero que quedó en Afganistán tras la invasión de los talibanes, relató al Diario Financiero: “Yo sabía que tenían controladas las áreas rurales, que había conflictos, pero quería venir a ver la situación de las mujeres, de las minorías étnicas, la religión”.

Jorge Said
Jorge Said reporteando en Ucrania.

—¿No te detiene el miedo?

—Si puedo ir a Afganistán de nuevo, iría. Lo mismo que Ucrania. Es una pasión por las personas que no tienen nada y darles voz. Es una necesidad para mí. Lo siento como una misión y no tengo mucho miedo. ¿Te digo la verdad? No me provoca un tremendo miedo. No voy por adrenalina ni nada de eso. También hay una cosa que en televisión internacional tenemos que buscar contenidos fuertes. Y lamentablemente, para bien o mal, los contenidos fuertes, los grandes contenidos en que realmente se escribe la Historia, es en los conflictos bélicos y en las crisis humanitarias. Tengo que ir en busca de eso.

—¿Uno se hace un poco inmune al miedo?

—No, creo que cada guerra y conflicto es muy diferente, en cada uno tengo nuevos miedos. Es muy diferente cómo era la guerra con Estado Islámico, en que los jeeps podían venir por cualquier lado, a una guerra un poquito más convencional como la de Rusia y Ucrania, donde pelean ejércitos y hay líneas de frente. En Palestina es terrible porque las fuerzas israelíes atacan desde cualquier lado, y las fuerzas palestinas son muy arriesgadas; hay muchas personas dispuestas a morir; podemos encontrarnos con fuego cruzado en cualquier área. Y así sucesivamente. En África también se pelea de otra manera; están las guerras con hambre o con bloqueo. Son muchos conflictos.

Jorge ha viajado a más de ochenta países y, a pesar del dramatismo que vivió cuando estuvo en Afganistán durante agosto del 2021, lo calificó simplemente como su viaje más “mediatizado”, no así el más “complicado”.

Jorge Said
El corresponsal haciendo un despacho en Kabul.

—¿Cuál ha sido el más complicado?

—Lo más complicado para mí fue el Estado Islámico. Ellos ejercieron una guerra sicológica que te provocaba un terrible temor de encontrarte con ellos, porque te iban a secuestrar y cortar la cabeza. Yo no quería morir así.

Respecto a sus días en suelo afgano, recuerda que todo todo fue muy mediatizado en la capital, Kabul, porque fue el último reportero en salir del país. Por lo tanto, los distintos medios de comunicación solo recurrían a él para tener información de primera fuente. “Al final me llamaban de todos lados, desde CNN hasta la BBC, Reuters, Telemundo, Univisión, El País y seguimos”, recuerda.

—¿Cómo lo hacías con tantos reportes?

—Muchas entrevistas las perdí porque me quedaba dormido, a otros les pedía que me llamaran si había señal. Intentaba hacer un equilibrio entre las grandes cadenas y algunos periodistas de diarios locales muy chiquititos de la Patagonia, un diario de Colombia o una radio muy chiquitita de Guatemala. Siempre trataba de privilegiar medios chiquititos con medios grandes, porque si no era desbalancear mi función, que es apoyar el periodismo independiente.

Travesía qatarí

Hoy, el reportero se encuentra en Qatar, cubriendo el Mundial, por lo tanto, ha realizado algunos despachos para CHV con la ayuda como camarógrafo de su amigo de los tiempos universitarios, Harold Mayne-Nicholls, expresidente de la ANFP (Asociación Nacional de Fútbol Profesional). Además, está grabando para un capítulo de la tercera temporada de Buscando a Dios.

Allí permanecerá hasta el 19 de diciembre, o sea, hasta el día porterior a la final del torneo. Después partirá para Finlandia y Suecia, al Polo Norte, para hacer un nuevo capítulo durante Navidad, “con Santa Claus y todo eso”, precisa.

—¿Habías estado antes en Qatar?

—Había pasado, pero jamás en esta circunstancia. Es muy difícil cubrir un Mundial, y extremadamente difícil cuando hay seis horas de diferencia. Así que estamos muy agotados, y contentos también.

—¿Qué es lo que más te ha sorprendido allá?

—Están haciendo un excelente Mundial, que muchas de las críticas se pueden contrarrestar con la excelente organización, casi sin expulsados; las canchas, maravillosas; la hinchada, perfecta; que no haya alcohol no importa porque hay restoranes como en el que estoy, donde se vende alcohol.

Mientras habla, se escucha un murmullo que, de pronto, se convierte en gritos de hinchas mexicanos: “¡México, México, México!”, entonan. Los aztecas aún no vencen estérilmente por 2-1 a Arabia Saudita (porque Argentina derrotará 2-0 a Polonia), o sea, aún se aferran a la esperanza de llegar a octavos de final.

—Hay un ambiente excelente, solamente lamento que no esté Chile acá —continúa—. Me ha gustado muchísimo la organización de Qatar, entiendo que hay problemas de derechos humanos, pero entiendo también que están tratando de solucionarlos. Son procesos que tienen una duración y eso va poco a poco. Pero van en el buen camino.

—Se ha dicho mucho que en Qatar no hay “ambiente mundialero”: ¿Cuál es tu percepción?

—Esa es una de las grandes falsedades, hay un ambiente tremendo de Mundial. Es cosa de ver el partido de ayer: 88 mil personas, no podíamos tomar el metro, todos los grupos portugueses y uruguayos gritando y bailando. Hay un tremendo ambiente de Mundial. Es importante terminar con eso. Qatar ha hecho un tremendo Mundial y, además, ha demostrado que un país chiquito lo puede organizar solo. Creo que hay gente más calificada que yo para hablar de esto, pero en el terreno encuentro esto maravilloso. Nos encontramos con los beduinos [árabes nómadas del desierto], con los cabellos, con las carreras de caballos, con un ambiente increíble y hay fiestas. Está más lleno que nunca. Y para nada machista, está lleno de mujeres.

Eso sí, en la contracara para el reportero, es que “trabajamos mucho, tenemos demasiadas actividades, estamos todo el día y la diferencia horaria nos mata, nos destruye, porque tenemos que despachar hasta las 3 o 4 de la madrugada, y luego hay actividades a las 9 de la mañana”, relata. “No se duerme y después de unos días, provoca un agotamiento”; y tres semanas así, advierte, “nos puede hacer colapsar”.

Por último, al reflexionar sobre su paso por suelo qatarí con el foco en la religión, remata:

—Para mí este es un gran programa sobre la búsqueda espiritual, porque nos damos cuenta que no solamente es arte estar cerca de Dios, también el deporte. En el deporte todas las nacionalidades están acá, todas las religiones y etnias unidas por una pasión. Ahora mismo hay un partido entre Irán y Estados Unidos, es decir, dos enemigos que se encuentran en la cancha y aquí parecen olvidarse todas las tendencias. Me parece que el deporte une y ayuda a la búsqueda espiritual. Qatar está dando el ejemplo: un país extremadamente islámico está haciendo un tremendo Mundial abierto a todo el mundo. Y ese es el gran mensaje.

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