Tras ser despedido de Chilevisión, el periodista deportivo entró en una crisis económica importante. Se separó, emprendió una lucha contra la depresión y comenzó a reinventarse al volante.
Luego de ser el rostro de la franja deportiva de Chilevisión por casi dos décadas, el periodista Cristian Arcos se vio obligado a enfrentar una nueva normalidad.
"Me echaron del canal donde trabajaba por dieciocho años. Primera vez en mi vida que me despiden", cuenta en Enemigo interno, una crónica de poco menos de 200 páginas que acaba de publicar la editorial Planeta.
Allí detalla: "En Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, todos sabían que a Santiago Nasar, el protagonista, lo iban a matar, menos él. Ese jueves muchos sabían que me iban a despedir, menos yo".
—Sentí un derrumbe. Era como quedar atrapado en un edificio que colapsa —confiesa Arcos.
Aunque siguió trabajando en radio y dictando clases en universidades, la cesantía y las deudas lo empujaron a reinventarse.
"Estoy separado y para que mis hijos no sufran me alejé de ellos. Me di cuenta de que les hacía mal. No le encuentro mucho sentido a nada", se sincera en el libro.
Donde también relata que su papá le ayuda a pagar el arriendo, "porque a mí no me alcanza".
En las veredas como imaginé
A la manera de Raymond Carver, Cristian Arcos había llegado al final de algo, y la cuestión era encontrar el modo de empezar otra vez.
Cuenta que comenzó a ganar algunos pesos manejando en aplicaciones de transporte como Uber, Didi, Beat y Cabify.
Pero justo cuando estaba en eso, "el auto se averió y el mecánico me estafó. Perdí casi tres meses en eso".
Fue cuando escribir y leer se convirtieron en su refugio vital, y en "la única forma de ganar algo parecido a un sueldo".
Un viaje que lo llevó a enfrentar su propia lucha contra la depresión y los intentos de suicidio.
Todo, en medio del año del estallido social en Chile, con un país que comenzaba a cuestionarse a sí mismo.
El relato tan íntimo como estremecedor ocupa ese momento de la historia contemporánea como paisaje, a través de historias como la suya que salieron a flote luego de aquel 18 de octubre.
Sin embargo, "este recorrido no ha terminado", advierte Cristian Arcos sobre el final de Enemigo interno.
Allí dice: "La cesantía repentina cerró muchas puertas y abrió otras inesperadas, en una profesión en crisis, con una industria desconfiada y con un nivel de desprestigio que ubica a nuestro oficio bien abajo en las encuestas de popularidad".
A la manera de Lennon, como se resigna en uno de los epígrafes del libro, "todo va a estar bien al final, si no está bien, no es el fin".