La resaca de Año Nuevo casi mató a Maradona el verano del 2000. Las dosis desenfrenadas de cocaína y alcohol lo llevaron al límite. Un joven doctor, retratado por la serie "Maradona: sueño bendito" de Amazon Prime, literalmente le salvó la vida... a pesar de los "amigos" y el círculo íntimo del "10".
"Pensé que si Maradona moría en esas condiciones mi carrera médica se terminaba", reveló el doctor Jorge Romero al diario El País en 2009.
Él recordaba un episodio de casi una década atrás, cuando su destino se cruzó con el de Diego Armando.
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Tenía solo 28 años cuando viajó desde Montevideo hacia Punta del Este, luego de titularse como médico y conseguir un empleo en un policlínico de la ciudad.
No tenía dónde quedarse, pero sí las ganas de trabajar la mayor cantidad de horas extras, para ganar dinero y costear un alquiler; hasta el momento, debía conformarse con el piso del recinto médico, según comentó en 2019 en una entrevista con Teleshow.
Todo marchaba tranquilo hasta su cuarta jornada en el sanatorio. Ese día, el 4 de enero del 2000, recibió una llamada telefónica de Guillermo Coppola, quien en ese entonces era el manager del exfutbolista.
—Estoy con Diego Maradona, que duerme hace dos días —le contó el representante—. No logramos que se despierte.
—Pero si está durmiendo hace dos días no está durmiendo —respondió Romero—: está en coma.
Coppola le pidió que fuera a asistirlo, "con la mayor cautela posible". Romero tomó su maletín, se subió a un auto y manejó unos 23 kilómetros hasta la parcela en la que se encontraban, una propiedad del empresario José Cosentino, ubicada en el balneario José Ignacio.
"A los diez segundos de entrar, me encontré con situaciones raras. Se notaba que Diego no había estado ahí, sino que lo habían puesto antes de que yo llegara. No era la casa principal de la estancia", recordó el médico, quien llegó al lugar alrededor de las 13:00 horas.
"Nosotros creíamos que del 1999 al 2000 cambiaba el mundo", recordó recientemente Coppola sobre aquellos días de juerga que casi matan al "Pibe de oro". "Hicimos un Lollapalooza de tres días: descanso, almuerzos, fútbol".
En resumen, "fue un exceso todo".
Cuando el representante vio que el estado de Maradona era crítico, antes de contactar a Romero, llamó a otros: "Fueron dos o tres, y no querían venir porque yo les decía que Maradona no reaccionaba".
Nadie quería tomar ese fierro caliente.
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Maradona junto a su representante y confidente, Guillermo Coppola.[/caption]
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Ahí estaba el exjugador, con 39 años y un sobrepeso evidente, agonizando en una silla de mimbre, mientras otro sujeto dormía a su lado. Coppola lo despertó y Romero se enfocó en revisar al afectado. Tenía una crisis hipertensiva y una arritmia ventricular. Además, dejaba de respirar durante lapsos de cinco o seis segundos. "Estaba muy grave en serio", recordó el doctor. "¡Se estaba muriendo!".
Pero a pesar de la compleja situación, Coppola se oponía a que se internara al exfutbolista, argumentando que no quería alertar a los medios de comunicación:
—La prensa es muy difícil, por lo que Maradona vive o muere con vos.
Tras numerosos intentos, Romero convenció al argentino de que debían trasladarlo rápidamente a un recinto médico, sino moriría en unas horas. Ni siquiera tenían tiempo para esperar una ambulancia, pero la aprobación del representante vino con una solicitud inesperada.
—¡Bueno, lo llevamos! —aceptó Coppola—. Pero antes me voy a bañar. Soy una figura pública, no puedo salir así nomás.
Mientras estaba en el baño, Romero invertía esfuerzos en maniobras para reanimar a Maradona. Aquello "fue una eternidad", contó, "Diego se estaba muriendo y nadie entendía realmente lo que estaba pasando".
Una vez que el representante estuvo listo, él, el médico y otras dos personas —de las cuales, una desapareció a la brevedad —subieron el cuerpo del exdeportista al carro.
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El empresario manejaba, al lado suyo iba un colaborador; atrás, el médico y un maltrecho Maradona. Romero vestía un terno. Coppola, de pronto, le pidió que se quitara la camisa para pasar desapercibidos. Se quedó absurdamente con el torso descubierto, mientras le tomaba los signos vitales al exfutbolista y llamaba avisando que se dirigían al Sanatorio Cantegril: que los esperaran con una camilla.
A medio camino, el representante detuvo el auto para cargarlo con varios litros de bencina. Estuvieron quince minutos en el servicentro mientras Maradona, inconsciente, parecía alejarse del mundo de los mortales.
Cuando llegaron al recinto médico, alrededor de las 14:30, el personal los esperaba con una sonrisa. Nadie entendía lo grave de lo que sucedía.
—¡Traigan una camilla ya! —gritó desesperado.
—Ah, ¿es para tanto? —preguntó, confundido, el jefe del centro médico
Lo derivaron a la unidad de cuidados intensivos (UCI) y pusieron a cargo al mejor cardiólogo de la institución.
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Maradona internado en Uruguay.[/caption]
La noticia no tardó en llegar a los oídos de los periodistas. Los reporteros empezaron a abordar a Romero para saber cuál era el estado de el "10" y, en paralelo, debió declarar ante la justicia uruguaya: se había abierto una causa tras encontrar droga en el organismo del exjugador; los análisis médicos encontraron restos de clorhidrato de cocaína en su sangre y orina.
También se descubrió que el abuso de la sustancia había generado un colapso en hipertensión arterial y arritmia ventricular.
Mientras tanto, ante el asedio de la prensa, Coppola intentaba bajarle el perfil a la situación que vivía Maradona:
—Diego está un poco fastidioso porque se quiere ir: pide de comer y por suerte se lo ve físicamente deshinchado. Todos esos son buenos síntomas. Lo que sucede es que por las fiestas comió muchos asados, hizo desarreglos y, como además está excedido de peso, hizo este pico de hipertensión.
Romero estuvo seis horas en el juzgado relatando qué vivió el día que internaron al exfutbolista: la policía pensaba que era la finca el lugar donde Maradona había recibido la droga; y es que en el avión hacia Punta del Este no habían encontrado ninguna sustancia ilícita.
Según el médico, dicha transacción debió haber ocurrido antes de que él apareciera en escena, porque "cuando encontré a Diego estaba limpio".
Tras declarar, el médico fue sometido a una ronda de reconocimiento: estaba Coppola y los dos hombres que estaban en la parcela, pero:
—Falta uno —afirmó.
—¿Cómo que falta uno? —le preguntó un uniformado.
—Sí, el que estaba durmiendo al lado cuando llegué.
El médico no sabía quién era, pero se refería al publicista argentino Carlos Ferro, quien luego fue señalado como el responsable de suministrar la droga al exfutbolista para las fiestas de fin de año. Mientras el "10" era internado, Ferro abandonaba Uruguay en un avión privado desde Laguna del Sauce, en el sector de Maldonado.
El representante de Maradona, y las demás personas que estuvieron en la finca durante esos días de excesos, omitieron mencionar la presencia del publicista.
Coppola fue procesado en Uruguay por falso testimonio.
***
Con la salud del campeón del mundo a cargo de los médicos del Sanatorio Cantegril, Romero volvió a su trabajo en el Policlínico de La Barra, donde también vivía. Claro, aún necesitaba juntar dinero para alquilar un departamento o una pieza.
Pero la noticia seguía en desarrollo y los periodistas deportivos de Argentina, e incluso de Italia, no paraban de contactarlo. "Yo soy de bajo perfil, no me gusta el show, y lo último que quería era prestarme para eso", dijo Romero. "Ya me estaban rompiendo las bolas con todo esto".
En esos días, el paciente fue visitado por distintos personajes públicos, como el presidente de Argentina en ese entonces, Carlos Menem, y el excapitán de la selección uruguaya de fútbol y River Plate, Enzo Francescoli. Ninguno de los dos pudo verlo, pero aún así, el mandatario declaró a la prensa:
—Me voy tranquilo, porque el amigo está bien.
El joven médico no visitaba a Maradona porque tenía turnos que cumplir en el policlínico donde se desempeñaba, pero el estado del exfutbolista era crítico.
La noticia "salía en todos lados, no había manera de que no me enterara de cómo estaba", recordó el profesional de la salud. Romero solo visitó una vez al "10" en el sanatorio, cuando ya no estaba sedado.
Estaba completamente ido, su mirada parecía habitar en un mundo paralelo. Pero el médico no sintió que su labor había terminado hasta que pudo decirle:
—Mirá, loco, casi te morís.
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Semanas después, Maradona fue sacado del centro médico para ser llevado de regreso a su país.
Decenas de periodistas se instalaron en la salida del sanatorio. Pero el sol veraniego impidió que las fotografías resultaran, convirtiendo los vidrios en espejos para las cámaras; además el esmerilado con una cruz en el medio impedía aún más cualquier captura satisfactoria al "10".
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La ambulancia que llevaba al "10" seguida por la prensa.[/caption]
Así arrancó el traslado de Maradona a Buenos Aires y se cerraba uno de los tantos capítulos en que la vida del ex-Boca Juniors parecía llegar a su fin; durante casi tres décadas, fueron nueve las internaciones que enfrentó el "Pibe de oro". Sin embargo, ese hito fatal solo llegó el 25 de noviembre del 2020.
Esos críticos días uruguayos son parte de Sueño bendito, serie que cuenta la vida de Diego Maradona y que se encuentra disponible en Amazon Prime. El episodio charrúa tiene un rol central en esta nueva historia basada en el "10", funcionando como hilo conductor de distintos momentos de su juventud
Al poco tiempo de estar de vuelta en la capital argentina, luego del incidente casi fatal de Uruguay, la exestrella futbolística tomó un vuelo que aterrizó en La Habana, para así dar inicio a un tratamiento de rehabilitación en un centro de Cuba, donde mezclaría la recuperación con los excesos.
—No quiero dejar este mundo —declaró ante la prensa poco después del episodio de Uruguay—. Voy a luchar para seguir viviendo.
En tanto Romero, después de que le salvó la vida a Maradona, no volvió a verlo, pero le habría gustado decirle que él fue quien lo llevó hasta el hospital.
Luego le habría hecho una pregunta:
—¿Y, loco? ¿Te cuidaste un poco en todo este tiempo?
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"El pibe de oro" ya en su estancia en Cuba[/caption]