“Nunca dijo que tuviera miedo a morir”: Los últimos días de vida de Freddie Mercury

El 24 de noviembre de 1991, Freddie Mercury falleció apenas dos días después de anunciar al mundo que padecía de Sida. En sus últimos días, el músico intentó distraerse, trató de retomar su afición a la pintura, e incluso dejó de tomar su medicación. Acá, en voz de uno de sus cercanos, un recorrido por los días finales de una estrella que tal vez se fue demasiado pronto.

La mañana del 20 de noviembre de 1991, Freddie Mercury solo tenía una cosa en mente. Debilitado, pidió ayuda para recorrer su enorme casa de Garden Lodge, en Kensington en la que vivía con sus seis gatos y su pareja, Jim Hutton. Tenía conciencia que las fuerzas le abandonaban y cada paso le suponía un esfuerzo sobrehumano. Por eso, llamó a sus asistentes y amigos que vivían con él.

Así lo pudo ver Peter Freestone, un amigo de su círculo cercano quien compartió con él en esos días. "Terry [el guardaespaldas y el chofer de Freddie] lo llevó por las escaleras, pero él caminó por la sala de estar y la sala japonesa, con uno de nosotros apoyándolo", recordó en charla con el programa Ask Phoebe.

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Freddie Mercury en su casa de Kensington

Mercury esta consciente que le quedaba poco. El Sida, enfermedad que por entonces era una sentencia de muerte, había consumido sus energías y con el hilo de vida que lo mantenía en pie, quiso disfrutar cada momento. "Comentó cómo y cuándo había adquirido algunas de las piezas [en su casa]. Por supuesto, había una atmósfera tranquila en la casa durante esos últimos días, pero Freddie siguió siendo el Freddie que conocimos hasta el final", detalló Freestone.

Por esos días, Freestone, se ocupaba de todo en la casa de Mercury. Desde que se habían conocido, en 1979, habían forjado una fuerte amistad, y por ello, el cantante confió en él como un apoyo durante los aciagos días en que la vida se le iba a cada paso.

"Yo era el jefe de cocina y lavador de botellas de Freddie , camarero, mayordomo, secretario, limpiador y tía agonizante. Viajé por el mundo con él, estuve con él durante los altibajos y salí de los malos", recuerda.

Un diagnóstico terrible

Durante algún tiempo, Freddie Mercury evadió un fantasma que de cuando en cuando aparecía, sugerente, en su cabeza. "Freddie sabía que el virus del VIH / SIDA estaba apareciendo en todo el mundo y sabía de amigos que morían a causa de la enfermedad, por lo que obviamente eso jugaba en su mente", recuerda Freestone.

Por entonces se trataba de un enfermedad asociada a un fuerte estigma para quienes la padecían. Y el músico era totalmente consciente de aquello. "Pudo haber pensado que estaba infectado, pero de nuevo, como muchos de nosotros, lo dejó en el fondo de su mente, pensando 'no me pasará a mí'. Debes recordar que en esos días realmente era una sentencia de muerte", agrega el exasistente.

"Creo que a principios de 1987 Freddie tenía una buena idea de que estaba enfermo, pero aun así pospuso la confirmación el mayor tiempo posible", detalla Peter.

Fue Mary Austin, expareja y confidente de toda la vida, quien le insistió a Mercury que se tomara un examen para corroborar su condición. "A Freddie le hicieron una biopsia en una marca en la mano, recuerda Freestone. Pero, el músico se desentendió y eludió los resultados todo lo que pudo. "El médico de Freddie trató de llamar a Freddie, quien simplemente no quiso atender la llamada".

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Freddie Mercury y Mary Austin.

"Mary supo que Freddie tenía el sida, justo al saber que estaba embarazada de su segundo hijo. Tan fuerte era lo que sentía por Freddie que sin tener mucha información sobre la enfermedad, incluso desaconsejada por los médicos en su estado de gestación, bajo la creencia errónea de que el sida era una enfermedad de alto riesgo de contagio (en aquella época algunos apocalípticos anunciaban que se podía transmitir por el aire, por el sudor, con un apretón de manos…), ella decidió quedarse a su lado el resto de sus días", detalla José Luis Martin en su libro Queen & Freddie Mercury.

Nuevamente, tras insistencia de Mary Austin, Mercury atendió la llamada del médico. Su sospecha de confirmó. Era abril de 1987, cuando le informaron que estaba contagiado de Sida.

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La última aparición pública de Freddie Mercury junto a Queen, en 1990.

"Era una época donde el sida todavía se veía como una maldición, un castigo divino, una plaga que solo castigaba a quien lo merecía y los infectados eran apestados, expulsados y excluidos de cualquier actividad social", agrega Martin.

Por ello, Mercury entendía su situación. Más, con pocos antecedentes de celebridades que hicieran pública su condición de VIH positivos. "Recordemos que Rock Hudson fue el primer famoso en reconocer estar afectado por el virus VIH, falleciendo el 2 de octubre de 1985, casi seis años antes que Mercury", detalla Luis Martin.

Mientras le quedaban energías, Mercury no se detuvo y continuó sus actividades al frente de Queen. Pero poco a poco, las huellas del Sida se hicieron notar en su cuerpo y hubo que disimularlas. Así lo hicieron en el clip del sencillo "I'm going slighty mad", en que se debió a recurrir a capas de maquillaje en su rostro, además de otras tantas de ropa, para ocultar la pérdida de peso y una peluca de racimos de plátano. El último video que grabó, fue el de "These are the days of our lives", uno de los temas del álbum Innuendo.

"Fueron unos días muy tristes, pero Freddie no se deprimía.Se había resignado al hecho de que iba a morir. Lo aceptaba [...] De todas formas, ¿alguien se imagina a un Freddie Mercury anciano?", recuerda Peter Freestone.

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Más maquillaje: Freddie Mercury es preparado para el clip de "These are the days of our lives"

Quién quiere vivir para siempre

En agosto de 1991, Freddie junto a Brian May, Roger Taylor y John Deacon viajaron a Suiza para trabajar en el siguiente disco de Queen. Pero fue difícil, las energías se le iban. La banda logró sostener las grabaciones por tres semanas. Estas se editaron años más tarde bajo el título de Made in Heaven.

Pese a todo, había alguna esperanza. La banda incluso compró un departamento en el país helvético donde se supone, pasarían las fiestas de fin de año. Pero Freddie no alcanzó a llegar.

Fue entonces que Mercury se devolvió a su casa en Kensington. Allí, intentó distraerse con su afición a la pintura, que no retomaba desde que su graduación en Arte y Diseño Gráfico en el Ealing Art College. Pero incluso eso le resultaba difícil.

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Una de las últimas fotos en público de Freddie Mercury.

"Se quedaba sentado durante horas intentando pintar un retrato de Delilah, su gata favorita. Resultó ser demasiado para él. Pero sí consiguió pintar un par de obras abstractas. Fue gracias a Matisse. Un día estábamos hojeando un catálogo de una casa de subastas, y vendían un Matisse por 10 mil libras. '¡¿10 mil?! Yo sería capaz de hacer eso', dijo Freddie", detalla Freestone en Freddie Mercury, la biografía.

Entendiendo que su final estaba cerca, Mercury decidió manejar la situación. "En realidad, Freddie nunca dijo que tuviera miedo a morir. No tenía sentido que se sintiera asustado. Nunca permitió que la enfermedad asumiera el control de su vida. En cuanto parecía que iba a ocurrir algo parecido, Freddie volvía a asumir el mando. Él era quien iba a decidir cuando morirse", agrega Freestone.

Aunque no quería recibir visitas, debido a que no quería ser visto en su mala condición, accedió a recibir a sus padres, su hermana, su eterna compañera Mary Austin y sus compipas en Queen, May, Taylor y Deacon. La muerte se aproximaba, y él quería estar preparado.

"Creo que estaba en paz consigo mismo. Freddie decidió dejar de tomar su medicación en sus propios términos. Sabía las consecuencias de sus acciones y tuvo tiempo para hablar con amigos y familiares y decir adiós", recuerda el exasistente.

Fue así que comenzó a prepararse la declaración en que le comunicaría al mundo la verdad sobre su estado de salud. "Había un plan para hacer el anuncio antes de que Freddie muriera, pero eso fue todo -recuerda Freestone-. Después de que Freddie regresara de Suiza el 10 de noviembre de 1991 y tomara la decisión de suspender su medicación, obviamente se le pasó por la cabeza hacer la declaración".

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El último video de Freddie Mercury: "These are the days of our lives"

Así se hicieron los arreglos. "Freddie y Jim Beach [el manager de Queen] habían hablado de esto durante bastante tiempo, pero ahora era el momento de hacer una declaración real. Jim tenía que ir a Estados Unidos y básicamente encontraron un momento para completarlo antes de su partida. El comunicado se dio a conocer al mundo a las 20.00 horas del viernes 22 de noviembre", detalla Freestone.

"He procurado mantener oculta esta situación para proteger mi vida privada y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad, y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad, para luchar contra ella...", decía el comunicado leído en rueda de prensa.

Pero no duró mucho más. Rodeado de sus cercanos, Freddie Mercury falleció en su cama el 24 de noviembre de 1991, a causa de las complicaciones de una bronconeumonía. Tenía solo 45 años. Nunca habló de su funeral en vida, el que finalmente fue una ceremonia discreta en que fue cremado. Hasta hoy, solo una persona sabe de la ubicación de sus cenizas.

Sin embargo, hubo algo que sí quería controlar. Como si fuera un artista del renacimiento, Mercury estaba consciente de una sola cosa antes de morir. “Creo que nunca querría ser recordado como un simple mortal -detalla Freestone-. Le dijo a Jim Beach: ‘Puedes hacer lo que quieras con mi legado, pero nunca me hagas parecer aburrido’”.

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