Un día como hoy, pero de 2012, partió el “Flaco”, víctima de un cáncer de pulmón. Ha pasado una década exacta, pero su legado —nutrido cancionero y poesías que urdió durante más de cuatro décadas— sigue intacto. A continuación, como homenaje, diez canciones para mantener vivo a Spinetta.
“Mi nombre es Luis Alberto Spinetta. Tengo 61 años y soy músico. Desde el mes de julio sé que tengo cáncer de pulmón”.
Era el viernes 23 de diciembre de 2011 y así, con su particular estilo, acaso como si necesitara de alguna presentación, Spinetta, el “Flaco”, considerado padre del rock nacional argentino, arrancó la carta que confirmaba los rumores que se esparcían por esas horas en prácticamente todos los medios trasandinos. “Estoy muy cuidado por una familia amorosa, por los amigos del alma, y por los mejores médicos que tenemos en el país. Ante el aluvión de información inexacta, quiero aclarar públicamente las condiciones de mi estado de salud”, resumió enseguida sus motivos.
En el mensaje, que descansa en el Twitter de su hijo Dante, también aprovechó para pedirle a los suyos “que no paniqueen y no tomen en cuenta las noticias que han generado los buitres de turno” y, sobre el final, les hizo un llamado: “Ahora en las fiestas, si van a conducir no deben beber”. Esa clase de incisos fueron los que hicieron de Spinetta un tipo querible más allá incluso de su brillante carrera musical.
Pero lo cierto es que, aun cuando buscó transmitir tranquilidad con sus palabras, el estado de salud del “Flaco” era delicado y se agravó apenas comenzado el 2012. La Revista Caras, de hecho, filtró una desafortunada imagen donde se le podía ver con un aspecto muy desmejorado. En enero, Spinetta debió someterse a una cirugía urgente por divertículos en el estómago, y luego de veinticinco días internado siguió su batalla contra el cáncer en Villa Urquiza… hasta el 8 de febrero, un miércoles que, muy debilitado producto de la intervención y de su tratamiento, falleció. Su círculo íntimo reveló que estaba en su casa y rodeado por sus cuatro hijos.
“De parte de toda la familia, queremos agradecer, loco, todo el amor a la gente. Mi viejo es música, es luz. Y ahora pasó a un mejor plano. Su cuerpo no dio más, pero su mente y su alma están brillando (...); mi viejo fue una gran persona y fue el uno. Son cuarenta discos que dan clase. Su mensaje está en la música”, lo despidió Dante. A su velatorio llegaron Charly García, Fito Páez y León Gieco, entre otros tótems del rock argentino. En las incipientes redes sociales, los mensajes se multiplicaron. También los homenajes, por cierto. Sus cenizas fueron arrojadas al Río de la Plata, cerca del Parque de la Memoria de Buenos Aires, sitio construido para recordar a los desaparecidos de la dictadura militar.
De eso pasaron diez años, pero el “Flaco” sigue estando. En 2020, el 23 de enero, cuando hubiera cumplido setenta años, el gigante Google le dedicó uno de sus doodles. Además esa fecha, desde 2015, es el Día Nacional del Músico en Argentina, en su honor. Su nombre sigue apareciendo cada tanto entre las tendencias del país vecino y, por supuesto, está su música: decenas de himnos que hablan al amor y al desamor. De ese generoso repertorio, en el diario pop hicimos un listado con diez canciones que, de una u otra manera, marcaron la vida de Luis Alberto:
—Muchacha (ojos de papel)
Banda: Almendra
Año: 1969
Álbum: Almendra I
Es, sin dudas, su hit más conocido. Un desborde de afecto que compuso el Luis Alberto de 19 años, entonces perdidamente enamorado de Cristina Bustamante. La historia, que el propio músico relató en el programa Cómo hice (2010), cuenta que se conocieron un par de años antes en el Instituto San Román de Belgrano, que pasaban las tardes juntos escuchando a los Beatles y dibujando. “Fue mi primera mujer, por decirlo así. Entonces, imagínate, ese momento era muy especial”, resumió Spinetta. Y agregó: “La canción está encarnada en ese feeling eterno que uno siente por las personas que ama”. A sus compañeros les pareció una composición “impresionante” y pronto debutó en vivo, sobre el escenario del Teatro Coliseo de Buenos Aires el 22 de junio de 1969. Pero el éxito incontrolable que supuso, también trajo consigo el hartazgo: el “Flaco” renegó del tema durante años y sólo lo interpretó durante ocasiones puntuales hacia el final de su carrera.
—Cantata de puentes amarillos
Banda: Pescado Rabioso
Año: 1973
Álbum: Artaud
El sexto track de Artaud —para muchos, su mejor trabajo— es una compleja suite acústica que deja al descubierto algunas de las pasiones del “Flaco”: en concreto, toma como mayor inspiración las cartas que el pintor Vincent Van Gogh escribió a su hermano Théo, y que Luis conoció luego de leer el ensayo que Antonin Artaud dedicó al holandés. Una composición colmada de referencias, por ejemplo a “La balsa” y la violencia a comienzos de los años 70, que en poco más de nueve minutos, como dijo el escritor Jorge Monteleone, “pulverizó” a la canción pop.
—Por
Banda: Pescado Rabioso
Año: 1973
Álbum: Artaud
El tercer track de Artaud —sí, otra vez— guarda como ingrediente especial una coautora: Patricia Zalazar, entonces novia de Luis, próximamente su pareja por más de veinte años y madre de sus cuatro hijos —Dante, Catarina, Valentino y Vera—. La canción, que dura apenas un minuto y cuarenta segundos, según subrayó Eduardo Berti “posee sin dudas una de las letras más atípicas y más arrojadas que se recuerden en la música popular”. A fin de cuentas, para construirla bastaron 46 sustantivos y una preposición. “Una noche, Luis con su guitarra y yo con cuaderno y lapicera en mano, comenzamos a darle forma, con una sucesión de palabras que de alguna manera nos representaban”, le confesó Zalazar a Berti en su libro Por: lecturas y reescrituras de una canción de Luis Alberto Spinetta.
—El anillo del Capitán Beto
Banda: Invisible
Año: 1976
Álbum: El jardín de los presentes
Spinetta no lo recordaba con claridad, pero la historia de Beto, un colectivero devenido en astronauta que combate los peligros del espacio con su anillo, tiene como probable inspiración dos lecturas de Jean Paul Sarte: La suerte está echada o El engranaje. No lo recordaba porque, por costumbres de la época, ambos textos fueron publicados en un mismo libro.
“Yo estoy usando el viaje de un astronauta argentino, del barrio de Haedo, para hablar de otra cosa: de que si pudiéramos volar tan alto que ya no quedara nada del mundo que nos llevó a volar, entonces el viaje ya no interesaría. Beto, por más que tenga en su cabina todos los poderes, no puede luchar contra la soledad de saberse ya sin regreso al mundo. El tipo añora la basura, las estampitas, el café, las cosas más vulgares, porque las requiere para identificarse”, la describió el propio músico en una charla con Eduardo Berti, que luego fue publicada en el libro Crónica e iluminaciones. De todos modos, la canción envuelve también otro (re)significado: popularmente se cree que el Capitán Beto se inspiró en el “Beto” Norberto Alonso, ídolo de River Plate y también máximo ídolo de Spinetta, fanático del cuadro millonario. “Es un mito que ayudó a crear Juan Alberto Badía y está bien que así sea, porque el ‘Beto’ se merece eso y mucho más. Una sinfonía”, despejó las dudas años después el “Flaco” a la Revista El Gráfico.
—Los libros de la buena memoria
Banda: Invisible
Año: 1976
Álbum: El jardín de los presentes, y por Los Pericos en Mystic Love (1998)
Un clásico del cancionero spinetteano, que el propio “Flaco” definió como “un tema que podía sobrepasar el tiempo”. Aunque la letra contiene algunos pasajes que sugieren su vínculo con el alcohol —”licor, no vuelvas más”; “el vino entibia sueños”—, Spinetta aclaró que “por ahí, con la palabra licor estoy simbolizando otro tipo de vicios”, porque “nunca fue una de mis aficiones”. De hecho, sostuvo que la letra simboliza el amor: “El vino y el licor están ligados a las canciones de amores imposibles (eso de ‘tomo y olvido’ o ‘tomo y espero’) y frases como ‘que sombra oscura te ocultó de mi guiño’ aluden a recuerdos de los amores idos”. Gustavo Cerati y Los Pericos la reversionaron.
—Rezo por vos
Banda: Solista, con Charly García
Año: 1985
Álbum: Privé (1986), y por García en Parte de la religión (1987)
La buena onda que había entre ambos y una serie de colaboraciones —”Canción de 2×3″, “Peluca telefónica” y “Total interferencia”— propiciaron el sueño de todo argentino: que el “Flaco” Spinetta y Charly García, sus dos máximos exponentes, iniciaran un proyecto en conjunto. Se llamaría Cómo conseguir chicas, e inclusive llegaron a grabar cerca de treinta horas en el estudio Moebio… pero no llegó a concretarse. “Rezo por vos” fue el único tema, a la postre un himno, que llegó a ver la luz. La tocaron por primera vez en vivo en el programa Cable a Tierra, pero en ese preciso instante mediante una llamada le avisaron a Charly que su departamento se estaba incendiando. “Me sentía muy paranoico: me había juntado con él y le pasaban docenas de cosas malas, y me decía a mí mismo ‘puta, Luis, el yeta sos vos’, y me creía el fúlmine de la historia”, argumentó sobre el final de la sociedad creativa Spinetta en 1992. Años más tarde, sin embargo, entregó más detalles: “No era mi forma de vivir, no podía simplemente seguirlo a él. Se le ocurría llamarte a cualquier hora para grabar y yo tenía mis cosas. Cuando vi que eso no caminaba, no volví a insistir”. Por suerte, pudimos escuchar “Rezo por vos” una última vez, cuando ambos la interpretaron en El concierto subacuático que ofreció Charly en Vélez.
—Barro tal vez
Banda: Solista
Año: 1982
Álbum: Kamikaze
Es reconocida como la canción más antigua que interpretó públicamente Spinetta: la compuso cuando tenía apenas 15 años, en 1965, pero recién la editó en un álbum diecisiete años más tarde. Como particularidad, durante toda esta zamba folclórica se escucha, como una suerte de acompañamiento, el canto de unos grillos y eso se debe, según explicó el “Flaco”, a que fue grabada de noche en el jardín. Fue el tema que eligió Mercedes Sosa para incluirla en su disco de duetos Cantora, un viaje íntimo.
—Seguir viviendo sin tu amor
Banda: Solista
Año: 1991
Álbum: Pelusón of milk
El primer sencillo de Pelusón of milk, que fue elegido como la mejor canción del rock argentino en 1991 y se convirtió en el mayor éxito radial de toda la carrera artística del “Flaco”, se enmarca en la serie de desencuentros que por entonces padecía su relación con Patricia Zalazar. “Nosotros estuvimos mal muchas veces. Yo he venido a vivir muchas veces al estudio de grabación, hemos llegado a separarnos durante tres o cuatro meses... y estas canciones son las que representan la vuelta, el regreso después de esos quilombos”, le confesó Spinetta a Rolling Stone en 2002. Según el crítico musical Roque Casciero, este “hit delicado y delicioso, que le cantaba al amor con simpleza y poesía” le permitió al músico “volver a la consideración masiva”.
—Bajan
Banda: Pescado Rabioso
Año: 1973
Álbum: Artaud, y por Gustavo Cerati en Amor amarillo (1993)
De regreso al Artaud para repasar otra de las canciones más emblemáticas de la obra spinetteana: el séptimo track, acaso el más rockero y optimista de un álbum suscrito al sufrimiento. Acaso eso se deba a que aquí Luis canta y toca la guitarra eléctrica, secundado por su excompañero de Almendra, Emilio del Guercio en el bajo, y su hermano Gustavo Spinetta en batería. En 1993, Gustavo Cerati, hombre ancla de Soda Stereo y devoto del “Flaco”, consolidó “Bajan” con una versión todavía más rockera, en su disco Amor amarillo. Ambos llegaron a interpretarla en vivo en dos oportunidades: primero en 2007 durante un show gratuito que ofreció Gus en la Avenida Alcorta de Buenos Aires, y luego, la más recordada, en el concierto de Las Bandas Eternas de Spinetta en 2009. “Si hay un sueño cumplido, es este”, dijo esa vez Cerati.
—El enemigo
Banda: Solista
Año: 2001
Álbum: Silver Sorgo
En agosto de 2001, Luis Alberto Spinetta explicó una por una las canciones de Silver Sorgo, duodécimo disco en su haber solista tras haber culminado su trayecto con los Socios del Desierto. Entonces se detuvo particularmente en “El enemigo”, tema que compuso al volver de un viaje a Los Angeles, en el 2000, y que pensó como una suerte de “Sólo le pido a Dios”, aunque “pensando como un ateo”. Al respecto, el músico entregó algunas pistas: “Yo no soy ateo, creo en lo inevitable, en la lejanía”. Más tarde profundizó: “El enemigo es, para mí, el conjunto de decisiones y acciones fallidas, realizadas bajo el deseo explícito del enriquecimiento personal; traicionando los fines más sagrados, envileciendo la lealtad de la palabra (...); con esta estrategia de querer todo a toda costa, sin importar el daño que se provoque, el enemigo busca el poder, y el resto es avasallado. Todo compromiso, toda conciliación humana, entonces, parece imposible”.