Tras lanzar su disco debut “El día libre de Polux”, Chini Ayarza y su banda viajaron hasta Seattle para presentar cuatro canciones en las míticas sesiones de la radio KEXP. Un viaje que se logró gracias el apoyo de sus propios seguidores y comunidad. “Fue bacán que se movieran todas esas voluntades”, expresó la artista al diario pop.
Ha sido un año acontecido para Chini Ayarza. Desde el lanzamiento de su primer disco bajo el nombre de Chini.png, una presentación en Lollapalooza y un viaje a Seattle para llevar su debut hasta las míticas sesiones de la radio KEXP.
Tras la disolución de Chini and The Technicians, Chini dio un giro a su carrera en 2020 y se embarcó en este proyecto solista que a finales de marzo lanzó su primer trabajo discográfico, tras el EP “Ctrl + Z” (2020).
Bajo el título de “El día libre de Polux”, el álbum está compuesto por 12 composiciones que son una especie de “collage” de distintas maneras de hacer canciones, según las palabras de la artista.
El debut discográfico de Chini se internacionalizó y llegó hasta las sesiones en vivo de KEXP, en el marco de “El Sonido Live”, el primer festival de música iberoamericana de la estación.
En compañía de Juan Desordenado (Columpios al Suelo), Pepe Mazurett (Niños del Cerro), Tiare Galaz (Niña Tormenta) y Leonardo Jara, Chini viajó hasta la ciudad estadounidense para presentar cuatro canciones de conforman su primer disco: “Venenos”, “Laurel”, “Cinta Blanca” y “Tonto”.
La aventura de viajar hasta a Seattle junto a su banda fue posible gracias el apoyo de sus cercanos, una serie de conciertos llamados “Mingas” para juntar fondos, la adjudicación de fondos públicos, el apoyo de sus sellos y de sus propios seguidores y comunidad.
Chini conversó con La Cuarta sobre estas sesiones, su primer disco, su trabajo con solista y lo que se viene a futuro con este proyecto, que tiene agendado un concierto para este 15 de noviembre en la Sala Centro Arte Alameda.
“Estoy trabajando harto. Estoy muy contenta de todo lo que ha pasado este año, desde Lollapalooza, ahora a lanzar el disco, ha sido súper movido. Estoy muy contenta de seguir probando formatos nuevos, de tener un disco tan ecléctico que me permita tocar canciones acústicas, a veces con banda”, relata Chini al diario pop.
—Desde hace ya unos años que te embarcaste en este proyecto y en marzo lanzaste tu primer álbum. ¿Cómo ha sido esta experiencia como solista?
—Ha sido muy bacán, porque sigo rodeada de mucha gente. Tengo un equipo de amigues que me apoya un montón, mi banda. Soy parte de dos sellos independientes al mismo tiempo, uno es Uva Robot y el otro es Fisura. Pero a la vez tengo una libertad mayor, tanto en lo sonoro como en lo visual. Y esa libertad también me ha permitido cantar sobre cosas más abstractas, más crípticas, hacer algo quizás más de nicho, como buscando algo que constantemente me reencante con la música y con seguir haciendo música, cuando es un camino tan difícil de seguir muchas veces.
—En marzo de este año salió “El día de libre de Polux”, ¿cómo nace este álbum y cómo fue el proceso que te llevó a crear este primer disco?
—Fue un proceso muy libre. Fue un proceso creativo donde me dí hartas licencias creativas. Lo grabé con dos productores diferentes, en dos ciudades distintas. Entonces, es una suerte de collage de distintos modos de hacer canciones. Hay cinco canciones del disco que las grabamos como banda, tocando en vivo. Hay unas más eléctricas que hice durante la pandemia, otras que son más acústicas que las fui a grabar al sur y así. Fue difícil armar el orden final de las canciones, pero es interesante porque aparecieron hartas referencias a la mitología griega, a la mitología romana y una serie de dualidades a través de las cuales se conforma este disco, que es un disco conceptual.
“Por ejemplo, en Chini and The Technicians estaba el ‘Arriba es abajo’, que también es un disco que habla de lo dual. Habla de esta frase completa ‘arriba es abajo como afuera es adentro’, como uno se siente, uno tiñe la realidad hacia afuera y viceversa. Pareciera que la realidad tiñe hacia adentro como uno se siente”.
“’El día libre de Polux’ tiene que ver más con estos gemelos que son Castor y Polux, que cuando una fallece el otro empieza a intercambiar turnos con él en el infierno. Durante el día uno está en la tierra y el otro en el infierno, después en la noche se intercambian. Yo lo veía un poco como esta dualidad de lo que tienen que hacer los musicxs chilenos -latinoamericanos en general-, que es trabajar en otras cosas en pos de después llegar a casa y trabajar en lo que en verdad quieren trabajar. Es como agregarle horas al día. También esta dualidad entre amar y odiar lo que haces, sentir que está no bueno lo que estás haciendo y al día siguiente escucharlo y decir ‘no, en verdad está bacán’. Y estar siempre en ese diálogo, ese monólogo interno.
—Llevas casi una década en esta industria, ¿cómo sientes que ha cambiado? ¿sientes que hay más apoyo?
—Siento que hay apoyo en la medida en que se ha visto que no vamos a parar de hacer música. Tengo hartas amigas que se dedican a la música, Rosario Alfonso, Niña Tormenta, Nati Su, Camila Moreno, que más allá de modas o de hitos particulares, viven la música de una manera muy profunda, entonces no van a dejar de hacerla. En la medida en que la gente ve eso, comienza a surgir el apoyo y yo sí lo he sentido.
“Siento que la diferencia ha sido para mí que antes no me daba cuenta que quizás lo que hacía era un poco extraño, ahora soy más consciente de ello. Me gustaría, más que normalizándome, ir radicalizando un camino hacia buscar algo que, si bien puede hacer que menos gente me escuche, sea algo que me llene más profundamente. Estar a la búsqueda de un sonido, una letra o algo más abstracto, más críptico, más difícil de leer, incluso para mi. Pero sí, es complicado porque a veces me siento cada vez más desconectada quizás de la gente, pero al revés. Pasa que cuando uno muestra una parte más interna de uno, más específica, siento que la gente tiende a conectar, porque también conecta con su propia especificidad o su propia parte que no le muestra al resto”.
—Habías mencionado que varias de las canciones de este disco habían sido escritas en momentos muy diferentes de tu vida. ¿Cómo fue todo este proceso de volver a retomar estos temas?
—Hay dos canciones en particular que son muy antiguas. Una es ‘Yo misma’, una canción folk acústica, es una canción más con autocrítica, no echarle la responsabilidad al resto sino que hacerse cargo del hecho de ser una persona rencorosa. Es una canción bastante madura para la edad que tenía, era como recién darse cuenta de un problema. La melodía siempre me pareció muy linda. Nunca la habíamos grabado como tal, como banda, solo habíamos subido un demo con mi primera banda.
“La otra es ‘Tonto’, que es una canción mucho más rockera, explosiva, con mucha rabia. Si bien no siento en este momento esa rabia, me pareció importante purgarla de algún modo, por si a alguien le sirve. La rabia también puede ser un motor para alejarse o alejar a aquellas personas que te están haciendo daño, que están siendo injustas contigo, que no te están permitiendo crecer. La rabia puede ser un gran motor de defensa, porque llama a la acción. Sentí que era importante que estuviera esa emoción dentro del disco. Hay muchas canciones de amor, hay canciones más tristes y ‘Tonto’ mezcla esta rabia, respecto a defenderse de un algo, con estar hablando sobre el miedo que subyace bajo todo esto, que es el miedo a la muerte. Termina hablando harto sobre la muerte y termina con una frase que dijo mi abuela, cuando ya estaba por morir, que era que ella no creía en el más allá, que ella piensa que cuando uno se muere, llegan y te apagan la luz. Yo me identifico mucho con ella, ella también tocaba la guitarra”.
“Son dos canciones que con los años ganaron muchas lecturas que les fui dando y cosas que le fui agregando. Como esa voz de mi abuela al final. Yo perdí ese audio, así que finalmente lo grabó la mamá de Niña Tormenta la misma frase. Fue bacán incluirla igual”.
—De las 12 canciones que componen este disco, ¿hay alguna que sientas que es tu favorita y por qué?
—Por el cariño que le tiene la gente, me gusta mucho “Venenos”. Es una canción que habla de comparar la relación que tengo con mis plantas con la relación que tengo con otros seres humanos. Dice que entre más cerca del Ecuador, más venenosas son las criaturas y más colores tienen para llamar la atención que uno las toque y te piquen o te muerde y te de ese veneno. Y también ‘Tonto’ que también me gusta harto. Y por último ‘Arranque’, es una canción muy extraña, que no tiene como un coro, es la última que cierra el disco. Es voz y guitarra, que habla de sexo pero una manera super onmirica, no se tiende nada. Me gusta que no se entienda nada y que la gente escriba de lo que piensa que se trata.
—Desde el lanzamiento ya han tenido varios conciertos, ¿cómo sientes que ha sido la recepción del público a estas nuevas canciones?
—En Valparaíso fue una locura la recepción de ‘Venenos’, se sabían hasta los últimos detalles de la letra. Fue muy emocionante. Ha sido muy bacán. A principio de año tuvimos otra fecha en Matucana 100 y en cada fecha he podido notar esa efervescencia. Ha sido muy bonito tratar de crear momento, de tener invitades. También siento que la banda con la que toco en sí es como tener una serie de invitades, porque cada uno de ellos son líderes de otras bandas, es un lujo poder tocar con ellos. Está Juan Desordenado de Columpios al Suelo, Pepe Mazurett de Niños del Cerro, Niña Tormenta y ahora último Leo Jara, que compuso toda la música de la banda Saltador. Si bien son mi banda, también lo siento como una serie de invitades que traen lo mejor de sus arreglos y de su talento para con cada canción.
—Es un proyecto solista, pero igual hay una colaboración, me imagino…
Siento que eso tiene mucho que ver con como yo, a mí mismo, me veo como un músico con ciertas restricciones. Considero como algo muy valioso, la capacidad de conformar equipos y tener una visión de cómo yo quiero sonar y si yo no sé sonar de cierta manera, invitar a alguien. Lo mismo para los videoclips. Yo no tengo ninguna idea de dirección de fotografía, siempre estoy invitando a distintos audiovisualistas a que me ayuden a realizar esa visión. Eso es algo que me gusta mucho, conformar equipos de trabajo para lograr cierto sonido o cierta visualidad.
—Hay un detalle que me ha llamado mucho la atención, más allá de lo musical, que es que también cuentas con una propuesta visual muy interesante. Desde el vestuario, la portada del disco, y lo que mencionas, los videos musicales, que los has dirigido tú.
—Me pasa que, muchas veces, yo estoy imaginando una historia, la letra que escribo termina siendo un subproducto y faltan detalles para comprender la historia completa. Siento que el hacer videos es una manera para mi de completar esa idea, de que a la gente le cierre más lo que estoy tratando de decir. “Sofía” es un súper buen ejemplo de eso. Como que la letra pareciera no aludir a nada en particular, pero una vez que se ve con el video se siente que está este cazador que está tratando de grabar en sonido a un ánima. Está obsesionado con un espíritu del bosque que al parecer es Sofía. Lo veía un poco como esta obsesión por algo que es medio abstracto. Cuando uno escribe, cuando uno trata de mediar con un lenguaje que es más grande que uno mismo, cuando uno no sabe bien de qué está hablando. Eso pasa en la mayoría de los videos.
“También pasa que a veces se me ocurren los videos mientras estoy haciendo la canción y después, es una nueva vuelta a las letras”.
—La semana pasada se estrenó su sesión en KEXP, donde tocaron cuatro canciones “Venenos”, “Laurel”, “Cinta Blanca” y “Tonto”. ¿Qué tal fue la experiencia?
—Fue un viaje súper bonito. Lo que más rescato del viaje, incluso más que la misma sesión, fue el cariño y el apoyo que nos dio la gente para poder llegar hasta allá. Nunca se me va a olvidar. Todo lo que hicimos como grupo de amigos, como comunidad, la gente que fue a las tocatas para juntar plata. Se llamaban “Mingas” estos conciertos y recuerdo que entre en una sesión doble que dimos, me encontré con mis papás. Mi papá me dijo ‘tienes mucha suerte de tener los amigos que tienes’, porque en el fondo mis amigos me habían ayudado a organizar todo, habían hecho los sándwiches para vender. Mi papá observó en el fondo como yo era una pieza de un engranaje mucho más grande que yo misma.
“El viaje mismo fue muy bacán. Postulamos a un (fondo) “Ventanilla abierta” y lo ganamos. Hasta que no estuvimos tocando, hasta que no entré al lugar a tocar, como que estábamos todo el tiempo en modo trabajo. Lograr entrar, que no nos parara nadie en inmigración. Éramos un equipo de 7, entonces tenía miedo que alguno de nosotros no pasara migración, o que los instrumentos no llegaran, un montón de cosas. Siento que fue una súper lección, como que a veces si uno trabaja mucho las cosas simplemente pueden funcionar, salir bien. Me emocionó mucho ir a tocar este disco que se llama así, ‘El Día de Libre de Polux’, y realmente he sentido ese momento de día libre, de que me merezco este día libre y pasarlo bien. Durante el tocar, saber que no es algo que necesariamente te vaya a cambiar la vida, entonces es mejor pasarlo bien nomás, con los amigos. Llevarse un recuerdo con ellos, que son los que van a seguir acá cuando vuelva”.
“También fue un poco un hackeo yo sentí, como a un sistema. Recibir esta invitación directamente de la radio, a una banda tan poco conocida como nosotros. Yo creo que había una épica, algo que enternecía, que daban ganas de que funcionara, porque en el fondo no somos una banda que regularmente viaje al extranjero. Era el momento para hacerlo. También hubo un momento de ‘quizás no da, deberíamos decir que no, agradecer la invitación, pero no alcanzamos de aquí a dos meses lograr viajar’. Entonces fue bacán que se movieran todas esas voluntades en un año que fue justamente en el que lanzamos el disco, era el momento. Había que hacerlo nomás”.
—Este próximo 15 de noviembre te presentarás en la Sala Centro Arte Alameda, ¿qué nos puedes adelantar sobre lo que será este show?
—Vamos a estar probando temas que no hemos tocado del disco. Todavía no es el lanzamiento oficial, que va a ser como una suerte ya de aniversario del disco. Vamos a tener invitades. Cuando hicimos la sesión lo estábamos pasando muy bien entre nosotros, pero también una parte de mi se imaginaba estar con más gente, recordar la energía que significa tocar en vivo con público. Va ser bacán tener un poco ese reencuentro, ese feedback de energía y de compartir canciones que tiene unas letras tan extrañas y que la gente de alguna manera se siente identificada. Para mí es súper emocionante. Estamos ensayando harto, preparándolo harto. Somos una banda que por lo general abre para otras bandas o se inscribe en circuitos donde es invitado a tocar. Un poco por mi timidez o como que soy un poco cobarde en ese sentido, entonces estoy muy emocionada de hacer una fecha donde solo tocamos nosotros y ver quién llega. Hacer esa apuesta y creerse un poco el cuento.
—Finalmente, ¿qué planes tienes para el futuro? ¿Más conciertos? ¿Ya está a la venta el disco?
—Hemos hecho varias ediciones del disco, acaba de salir la tercera edición, la vamos a estar vendiendo ese día también. Hicimos poleras, la teñimos nosotros a mano con un dibujo que hizo mi bajista. Las vamos a estar vendiendo ese día. A futuro, quiero este año empezar a grabar un disco bueno que sea más en torno a la guitarra electroacústica con banda. Quiero ver como funciona eso. Obviamente van a haber canciones fuertes, pero en general tratar de probar un rango un poco más medio. Ver si puedo trabajar más en torno a punteo que a rasgueo, ese tipo de cosas. No hay una pretensión más grande que esa para el futuro.
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