Marciano Cantero y Viviana son los protagonistas del mayor éxito en el cancionero que ofrece Los Enanitos Verdes. Porque claro, se trata de una historia real: de una relación que acabó a partir del inesperado reconocimiento que adquirió la agrupación y de unas cuantas cartas en el tiempo, que, por cierto, mantuvieron vivo el fuego.
Para Horacio Eduardo Cantero o simplemente Marciano Cantero —62 años, músico y compositor argentino, líder de Los Enanitos Verdes— hay dos momentos clave en su vida: el día que una profesora le enseñó un piano acústico y la tarde que conoció a Viviana. Podría decirse, en otras palabras, cuando le presentaron a los amores de su vida.
El primer evento devino en su impecable carrera musical. Antes de cruzar la veintena, junto a Felipe Staiti y Daniel Piccolo formaron una banda que tomó prestado el nombre de una leyenda urbana germinada en su natal Mendoza, Los Enanitos Verdes, y que en cuestión de unos pocos años, ganaron reconocimiento no sólo en su provincia sino también en el resto del país.
Bajo el brazo traían consigo un hit como “Aún sigo cantando”, que les permitió sentarse en la mesa que entonces apenas compartían astros como Charly García, Virus o Los abuelos de la nada. Pero su consolidación llegó un par de años más tarde, cuando estrenaron su segundo longplay producido por el joven Andrés Calamaro. Claro, ese trabajo incluyó un éxito demoledor en clave de balada: se llamaba “Tus viejas cartas”.
Después la agrupación ofreció otra batería de canciones pegajosas que colmaron las radios —”La muralla verde”, “Te vi en un tren”, “Igual que ayer”— e incluso alguna otra que los llevó al siguiente nivel, como “Lamento boliviano”, tal vez el mayor símbolo de la fogata, del karaoke o el guitarreo improvisado. Pero pasados los años, el as de su repertorio sigue estando encabezado por aquel melancólico cuarto track de Contrarreloj (1986).
Probablemente lo que hace todavía más especial a “Tus viejas cartas”, dejando a un lado la inmensa notoriedad que cosechó, es que sus versos provienen tienen su origen en una historia que protagoniza el mismísimo Cantero.
Y su otro amor, Viviana.
El otoño golpeó nuestra puerta
Marciano Cantero la conoció cuando Los Enanitos Verdes tenían apenas uno o dos años y sus presentaciones se ceñían a unos pocos bares o festivales de Mendoza. Recién exploraban el camino de la música, como podían, todavía ni siquiera suponía su sustento, de modo que tenían tiempo para dedicarlo a otras actividades. Entonces su tía, Lila, se enteró de que la hija de una de sus mejores amigas buscaba a alguien que le enseñara el arte de la guitarra, y le ofreció el laburo a él.
Él, de 21 años, era Cantero, y la hija, de 17, Viviana.
Desde entonces, y por unos dos años, el líder y cantante de la banda y su alumna fueron novios. En sus relatos, se trató de una relación muy bonita, sin mayores problemas. Pero que pronto, por motivos que escapaban a sus posibilidades, debieron ponerle punto final.
En concreto, para 1984 Los Enanitos Verdes consiguieron subirse al escenario del Festival de La Falda y cosecharon elogios del público y la prensa especializada. Honrados como la banda revelación, al trío se le abrieron las puertas para probar suerte en Buenos Aires y, más temprano que tarde, grabar su primer trabajo discográfico bajo el alero del sello independiente Mordisco. Eso, por cierto, supuso una distancia de kilómetros y tiempo que no entraba en los planes de una historia como la que llevaban Cantero y Viviana.
“Mi llamado a la música y a componer canciones y salir a tocar y girar era una tarea de la que no podía escapar. Es lo que siento a lo que vine a esta tierra. La música era mucho más fuerte de lo que yo podía manejar”, explicó años después a ElDesconcierto Cantero acerca de su decisión.
En resumen, terminaron. Pero siguieron en el tiempo escribiéndose, queriendo saber el uno del otro.
En otra entrevista, concedida a Bebe Contepomi, el líder de la banda precisó: “Cuando nos fuimos con Los Enanitos dejamos de salir porque yo tenía que seguir, pero nunca tuvimos una pelea, terminamos bien”.
Lo que nunca sospechó Cantero es que la ruptura y esas cartas que acompañaron su devenir en el mundo de la música, le darían forma a la canción emblema de su proyecto. Es decir, de una u otra manera, Viviana siempre estuvo:
“Siempre me preguntaba por qué había pasado todo lo que pasó… La letra refleja el dolor de ese momento”, le dijo a Contepomi.
Como sea, en 1986, cuando se aprestaban para lo que sería su segundo LP, en medio de una gira por Bogotá, Colombia, Marciano se arrojó a escribir los versos de la canción. “Recuerdo que cuando terminamos de grabarla yo la escuchaba una y otra vez porque para mí no estaba del todo bien. Entonces Andrés (Calamaro) me miró y me dijo: ‘vos estás completamente chiflado; es de tus mejores canciones, está cantada perfecta. Yo no le cambiaría nada’. Y yo quedé como bueno, si Andrés lo dice es porque tiene razón”, reconoció.
Mientras, Viviana continuaba con su vida en Mendoza. Como siempre lo hizo, bajo perfil. Estudió enfermería y al cabo de unos años formó una familia con otro hombre.
La loca rueda de la vida
“Fue para ella un tipo de castigo, porque siempre la acompañó”, dijo hace un tiempo Cantero, cuando le consultaron sobre “Tus viejas cartas” y la relación con Viviana.
Es más, por entonces confesó que “hace poco hablamos al respecto. Yo años más tarde escribí una canción que se llama Francés Limón y sin pensarlo es una definición exacta de ella. Entonces yo creo que uno siempre escribe canciones de lo que ya te pasó o de lo que vas a vivir”.
Ese último extracto funciona perfecto en el hilo narrativo de esta historia. Porque, a pesar de que a mediados de los ochenta decidieron ponerle fin a la relación, el tema de las cartas y probablemente la canción hizo que Marciano y Viviana nunca se separaran del todo.
Eso lo entendió Cantero el 2016, cuando tras la muerte de su padre revisó su bandeja de entrada de Facebook y allí vio un mensaje de la mujer. “Ella me preguntaba si la recordaba. Yo quedé… ¡wow! En ese momento estaba en una relación en México, pero en un momento dado terminamos y pasó un tiempo y con Viviana nos seguimos escribiendo”, relató el cantante.
Aun cuando habían pasado más de tres décadas, ambos mantenían esa loca idea de reencontrarse. Así fue como, con más de cincuenta años a cuestas, se reunieron al poco andar en Mendoza.
Un momento que él describe como “milagroso” y que devino en el resto: “Ya no había que darle más vueltas. Decidimos casarnos”.
La boda se concretó, en definitiva, el 23 de mayo de 2018.
El líder de Los Enanitos Verdes lo resume así:
“Lo más lindo es que los dos tuvimos nuestras vidas, tuvimos hijos, tuvimos otras parejas… Yo pensaba que no quería volver a verme en mi vida, pero a pesar de todo eso nos reencontramos”.