Juan Pablo Álvarez, después de su salida de Bar 89, las está viendo color de hormiga. El ex recluta volvió, el jueves pasado, a su pega en el Shop Dog, pero a sólo un día de haber retomado todo, se fue terrible choreado del local de Provi, porque un cuarteto de malulos le hicieron el medio perro muerto y lo dejaron con unas buenas lucas de descuento en su próximo sueldo.
"Eran tres minas y un loco que querían puro tomar. Cuando me vieron me dijeron que era un gusto conocerme y me pidieron hasta autógrafos", nos soltó de entrada Álvarez ultra cabreado.
Como era atención a la mesa, los clientes pagan después de consumir. "Es mi culpa, me descuidé y me embarraron nomás. Ahora tendré que apechugar con la cuenta", afirmó con la vena hinchada el tongua.