¡Andá! Jorge Alís se ganó el corazón del "monstruo"

En la vida, y en la Quinta, hay dos maneras de hacer las cosas: arriesgar poco y cumplir o salirse de madre y triunfar, anotarse en la historia y brillar en el cuadro de honor viñamarino. Según la trayectoria de los artistas, el camino más conveniente es uno o el otro: Jorge Alís caminó a pata pelá por el más difícil, y salió airoso, histórico.

El argentino entró bravo. En vez de querer conciliar y ganarse la calma de la Quinta en la buena onda, él sacó el encendedor y encendió la llama más peligrosa, esa que calienta al chileno al punto de querer chiflar al que se para en el escenario hasta hacerlo bajar.

A Alís poco le interesó, tal vez nada. Estaba seguro, su plan era uno y no lo iba a modificar, pese a la resistencia que puso el "Monstruo" a sus primeros minutos de rutina.

¡Es que hay que ser idiota o tener los huevos de este porte pa' salir disfrazado de Maradona en la Quinta! Sin embargo, el argentino cul... lo hizo. Se comió las pifias, aguantó estoico, desarrolló su rutina y sacó aplausos. Después cosechó risas, para finalmente conquistar totalmente al público. Se los guardó en el bolsillo y también se los mandó a guardar a toditos.

Jorge Alís, con un humor diferente, cargado de inteligencia e ironía, de historias cotidianas y juegos de palabras, se convirtió en la sorpresa del humor, tal vez el mejor artista que da la Quinta en el humor desde muchísimo tiempo. Lógico, porque muchos ahora van a querer subirse a su agradable carro de la victoria, pero son pocos los que pueden decir que cachaban a Alís antes de lo que hizo anoche.

¿Qué ganó? No digamos que los premios, porque últimamente esos se los está llevando cualquiera. Alís se llevó el respeto de la gente, de sus colegas (Kramer lo floreó en Twitter) y, por sobre todo, la alegría de la pega bien hecha. ¡Un crá el argentino cul...!

COMPARTIR NOTA