Arturo Prat jamás vio el mar en la serie "Héroes"

Hace ratito que las pomadas que se hacen para la tele a color en Chilito no tienen nada que esconder la cabeza en la tierra frente a las mega producciones que se hacen en Hollywood, y eso sin duda le quedará más que clarito a la barra cuando este domingo, a las 22 horas, se estrene por las pantallas de Canal 13 la última patita de la pomada "Héroes", que esta vez va dedicada a Arturo Prat.

Antes de que este proyecto viera la luz, muchos cabezas de palo creían que el Combate Naval de Iquique no se podría rodar ni siquiera con títeres, pero el cineasta Gustavo Graef-Marino, dire del cocido, nos contó que el resultado lo dejó más que satisfecho: "Para mí esto es más que un capítulo, yo creo que es una película de verdad. Es un largometraje y espero que esa sensación se pueda traspasar al telespectador".

El hombrón nos contó que el rodaje duró seis semanas en unos hangares vacíos en el ex Aeropuerto Cerrillos, donde se instaló una pantalla verde de croma y que estaba detrás de los actores y de las embarcaciones, la idea era simular el mar, cuyas cubiertas sí fueron recreadas para rodar las escenas de la histórica mocha marítima. "Todo lo que está arriba y abajo de eso está inventado gracias a la tecnología. Las tomas por arriba y debajo del agua".

- ¿Por qué no ocuparon el mar para filmar esta cinta?

- Lo decidimos así porque teníamos una oportunidad muy buena con todos los adelantos tecnológicos, además que filmar en alta mar habría costado mucho  dinero y rodar ahí habría sido mucho más complicado.

- ¿Cómo hicieron para compaginar las escenas filmadas con las de la mocha del abordaje?

- Fue muy simple, se pega todo después. Vemos las escenas en el computador, se aprieta un botón para quitar el verde, luego se aprieta otro botón para reemplazar por las nubes o por el mar, dependiendo de la escena.

- ¿Y los cañonazos y explosiones?

- Todo eso fue con la tecnología. Hubo un par de fuegos en las cubiertas que estaban debidamente controlados.

Ese paso tan "simple" al que se refiere Graef-Marino fue un proceso que duró ocho meses de trabajo en los estudios Defrost, en el que un equipo de diez personas sudó la gota obesa para dejar listo el filme.

- ¿Tú también estuviste esos ocho meses tirando las manos en Gringolandia?

- No, sólo un par de semanas. Luego en Santiago revisamos el material que nos enviaban desde Miami, lo analizábamos, lo corregíamos y se los mandábamos de vuelta, y así era todas las semanas.

UN MILLÓN DE DÓLARES

Este cocido protagonizado por Andrés Waas en el rol de Arturo Prat e Ingrid Isensee interpretando a Carmela Carvajal, la esposa del titán, también le reportó varios billetotes a la producción. "Si esta película hubiese costado lo que hubiera costado, habría entre 750 mil y un millón de dólares. Obviamente no costó eso, sino que la mitad", afirmó el director.

- ¿Cómo lo hicieron para no ocupar todas las monedas del chanchito?

- Muchas cosas las conseguimos con harto esfuerzo, muchas fueron cosas prestadas. Si la Armada de Chile no hubiese cooperado, no habríamos podido conseguir 300 extras para todos los días de las seis semanas que duró la filmación. También nos prestaron los fusiles, los uniformes, las sogas, materiales que fueron una gran contribución. Si sumamos todo eso, fácilmente daría un millón de dólares.

en hollywood. Los actores Andrés Waas y León Murillo encarnaron a Arturo Prat y a Miguel Grau, respectivamente. Cada uno de ellos dijo que quedaron rallando la papa con sus personajes, y sobre todo con la filmación de la escena del Combate Naval de Iquique. "Fue muy entretenido porque crees que estás en Hollywood. Teníamos un galpón gigante con el croma, y había que creer que una cruz que estaba dibujada en una cortina era un barco enemigo. Actoralmente era jugar a que estuvimos en Hollywood".

Por su baranda, Andrés Waas comentó: "No tengo la falsa modestia de decir que las escenas del combate no tienen nada que envidiarle a 'Titanic' o a algunas de los 'Piratas del Caribe'. Nos teníamos que imaginar que venía un barco a embestirnos, cuando en el fondo no veíamos nada".

Por Alberto Brieba Lübbert

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