"Arrastré a Amy a las drogas, y no hay duda que sin mí no hubiese caído en eso. La llevé a la heroína, crack, cocaína y la autoflagelación. Ahora debo dejarla para que salve su vida. No la estoy abandonando. Estoy haciendo esto por amor", dijo en 2009 Blake Fielder-Civil, el pastel con el que Amy Winehouse se casó en 2007 y con quien duró apenas dos años.
Estas declaraciones las dio al ahora desaparecido diario británico News of the World, donde comparó la relación con la cantante con la de Romeo y Julieta.
Amy se casó con esta joyita en Miami y de inmediato comenzaron los problemas en su vida. Si bien había admitido en varias entrevistas tener problemas de alimentación y drogas, en octubre de 2007 fue descubierta en un hotel de Noruega fumando macoña.
Al año siguiente Blake estuvo en cana en una prisión en Londres esperando ser juzgado por cargos de asalto y obstrucción de la justicia, a lo que se suma el haberle aforrado hasta aburrirse al propietario de un bar. No contento con eso, se le ocurrió llamar por teléfono a Winehouse -quien ya tenía hartos atados con su propia vida- para decirle que había intentado ahorcarse en su celda.
La cantante entró en colapso, el que fue controlado por sus amigos, quienes al final tenían razón, pues luego se descubrió que todo era una chiva más grande que la goleada que Perú le metió ayer a Venezuela.
Pero la lista de condoros que se mandó este tipo suma y sigue, ya que mientras seguía a la sombra, Winehouse se enteró que su maridito cambiaba fotos y autógrafos de ella por dosis de heroína en la prisión de Pentinville donde estaba recluido, información que fue publicada por el diario toffee The Sun.
Y la cosa se puso aún peor cuando Blake decidió pedirle el divorcio a su entonces esposa, hecho que se hizo público el 12 de enero de 2009. ¿La razón? La supuesta postura de cuernos por parte de ella, lo que no pudo soportar el venado Blake.
La cantante se habría ido pa' lo oscurito con un rugbista medio desconocido en la isla caribeña de Santa Lucía, cuando ambos estaban de vacaciones. Por eso, le exigía a Amy, nada más y nada menos que la mitad de su fortuna.
Sus planes se fueron por la borda cuando ese mismo año apareció una tal Gilleen Morris de 31 añetes, asegurando que esperaba un baby del perla. El embarazo habría sido fruto de un fugaz romance en su período de reclusión.