Cangri y Dash le prestaron el ropero al Tío Emilio

Entero de mula y más encima desenchufado del jet set criollo y de nuestra ilustre farándula, salió el primer chantete que el Tío Emilio Sutherland cazó en la nueva jaula de En su Propia Trampa.

El lunes parte la segunda temporada del programa justiciero y en su vuelta a la pantalla (23.30 horas, Canal 13) contará la historia de un “dostor” que le ha metido el dedo en la boca a decenas de almas desesperadas por una mejoría. Les cobraba careli y sus pacientes- en su mayoría de Curacautín- seguían en las mismas.

Miguel Dencil Vera se llama el hombre de 78 años, quien jura ser un eximio matasanos, con estudios en Francia, sanador milagroso y autodenominado el “mejor del mundo”, al que Sutherland y sus boys pillaron metiendo el manso tollo.

Para atraparlo, las mentes del cocido tuvieron la mano de los chiquillos de moda del verano, Cangri y Dash, más la actuación de Martín Cárcamo.

El trío maravilla se instaló en una casa común. Los fashion-flaite se hicieron pasar por sobrinos de un postrado “Tío Martín”, al que entre otras dolencias no se le paraba la carpa.

El “doctor Dencil” fue llamado al domicilio y la primera sorpresa del equipo fue que no reconoció a ninguno de los socios de la tele, y eso que apenas estaban maquillados.

Seguro de que la estaba haciendo de oro, el tata le hizo una pila de dibujos a las tripas del rucio natural. Le recetó frascos de yerbas raras y juró que le iba a curar el síndrome del cachoparagua con solo mirarle los genes con su lupa mágica. Por todo el servicio cobró 600 lucas y eso que no le tomó ni el pulso al enfermito. Luego, su farsa quedó más clarita cuando la "nana", que de verdad era contorsionista, simuló quedar atravesada en una escalera portátil y Dencil alegó que no podía ayudarla porque "yo no soy médico, soy doctor, yo no veo esas cosas de las enfermedades, veo otras cosas... Ser doctor es distinto de ser médico".

PEQUEÑA VENGANZA

Sutherland cuenta que en este caso y en los que vienen, la gracia es que las víctimas ayudaron con sus testimonios y la gozaron viendo cómo el compadre se embarraba solito. “Se trata de una pequeña venganza a los pinganillas. Hicimos un trabajo arduo y varias veces estuvimos a punto de ser pillados”, confesó.

Otra de las novedades de la producción es que se le agradece a la gente con uno que otro aporte. “Tratamos de reponer el daño que se le hizo a una persona, antes sólo recogíamos su testimonio, ahora le damos ayuda a la familia y gente afectada”, asegura Rodrigo Leiva, productor ejecutivo del chorizo.

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