Sorpresa para muchos, alegría para otros, esas son las sensaciones que ha generado el regreso de Carlos Tejos a algunos paneles de tevé.
Es que el periodista de espectáculos lo pasó mal, pero ya dio vuelta la página "apoyado siempre en mi familia y en el amor que tengo por lo que hago", admite.
Hoy, en lo profesional, divide su pasión entre la academia y estas asomadas tevitas, aunque hacer clases en la Universidad Autónoma es su centro en estos momentos. "Me encanta entregar mi experiencia y retroalimentarme de la savia nueva de los jóvenes", larga el ex "Buenos Días a Todos".
- ¿Te gusta la farándula con la que te pillaste en este retorno a la tele?
- Yo me preocupo de lo que yo hago, no tanto de lo que hace el resto. Me preocupo de ser yo alguien que entrega una opinión fundada, siempre con respeto, tanto por la profesión que decidí abrazar, como por el público que está recibiendo lo que yo digo. Siempre actúo bajo esos parámetros, con esa responsabilidad profesional. Y si alguien toma algo de eso como ejemplo de hacer las cosas bien, lo agradezco.
- ¿Qué piensas de la opinología?
- Para mí, opinólogo es cualquier chileno que tiene derecho a decir algo con libertad de expresión, y nada más que eso. Distinto es hablar de mis colegas periodistas, pero yo no soy de criticar lo que hacen, porque creo en que lo hacen desde la buena intención.
- Después del mal momento que pasaste, ¿cómo te tomaste el trato de la gente en redes sociales?
- Estuve meses internado en una clínica, entonces no pude saberlo... Y es mejor que haya sido así, era hasta lo recomendable en el tratamiento. Con lo que me quedo es con las buenas opiniones de hoy.
MADUREZ Y PORRAZOS
- ¿Sientes el cariño de la gente?
- Mucho. Lo noto en las redes sociales, me escriben harto.
- ¿Qué lecciones sacaste de esa época de oscuridad?
- En esa etapa de poca luminosidad, que no fue un año, fueron muchos, aprendí una infinidad de cosas. Entre ellas, que no sirve de nada correr por la vida queriendo ser el número uno, pero en esa carrera ir dejando pasar cosas importantes, cosas que no vuelven...
- ¿Cómo cuáles?
- Como la familia, los momentos, las amistades sinceras, esas incondicionales y que no esperan nada a cambio. Fueron muchas cosas las que vi pasar... En realidad, ni siquiera las vi pasar, simplemente las ignoré.
- ¿Cuál fue la gran lección?
- Aprender que la vida, más allá de los golpes, que han sido duros, pero que me han enseñado, está ahí para vivirla. Hoy vivo el día a día, sin agobiarme pensando en grandes metas a futuro. Hoy lucho por ser feliz, o al menos para tratar de serlo. Aprovecho todas las oportunidades y las disfruto.
- Como la oportunidad de volver a pantalla, ¿no?
- Claro. Pero ojo, que yo no estoy loco por la tele, para nada, no me interesa estar ahí, lo disfrutó, sí, pero las clases son lo que más me motiva en este momento.
- ¿Te habrías descartado con esa facilidad de la tele antes, cuando estabas en la vorágine?
- Es que ahora maduré... A puros porrazos, de los más dolorosos, de viejo ya, a mis 50 años, más cerca de la jubilación que de otra cosa, pero maduré. Aprendí la lección. Dicen que el hombre es el único que es capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, pero yo tengo la convicción de que a mí no me va a pasar. Y lo sé porque entendí que lo que no te mata, te fortalece.
- ¿Pero cuál es tu sensación de estar vigente, haciendo clases, apareciendo en televisión?
- La más importante de todas es sentirme útil. El resto, claro, es rico, sobre todo porque siento que al fin estoy bailando con la bonita. Y si se van dando más cosas en la tele, bien, pero no voy como loco corriendo atrás de eso.