Carola de Moras mandó a entubar a su staff

Un peluquero, un peinador, una maquilladora, un asistente, un asistente del asistente y un encargado de look. Todo ese selecto piño tiene la función de armar de pies a cabeza a Carola de Moras sobre la Quinta Vergara, pero a la primera mostraron la hilacha. Empezó el brillo y los "expertos" se llevaron la mansa ni que foca de su patroncita.

En cada entrada y salida al escenario, su staff le pegaba una manita de gato, métale peineta, tubos y maquillaje en su camarín personal. La noche de Carola iba picho caluga, hasta que los vivitos la tiraron al Monstruo sin retirarle un julero pinche sobre su cabellera.

La pobre Caro animó por un par de segundos como la hijastra de Doña Florinda. Lo bueno fue que rapidito se dio cuenta del poco glamoroso accesorio y lo arrancó como a un bicho. Lo escondió en su mano y lo ocultó en su retaguardia.

De vuelta a su cuartel de belleza quedó la embarrá. El adminículo de lata fue la prueba de que algo no estaba funcionando bien con sus chaperones, que pa' más reflauta ya habían metido las patas al no calcular bien los arreglines al vestido de la diseñadora Karyn Coo, que quedó furia con el costureo a la rápida (ver frase).

“UN ERROR”

Los lengua larga que rastrearon el pelúo momento desparramaron que la flaca se sintió como las güe... , pues el impasse le arruinó la noche. Como es lógico, exigió a los habilidosos que un pastelazo así no se podía volver a repetir, sobre todo porque ella se había sacado la mugre, memorizando hasta el color de uña de los artistas, pa' que un simple pinche la sepulte. Pablo Galves, responsable de la pinta de la animadora, sólo respondió que "no voy a hablar de eso".

Por otra, la propia De Moras asumió con el diario pop que el chasco "fue un error, ya lo hablamos con el equipo, salimos tan apurados y se me quedó puesto".

- Menos mal que te diste cuenta de la cuestión...

- Una señora muy amable y gente del público me dijeron que lo tenía puesto, lo coloqué en el vestido y ya pasó. Son cosas que pasan, estamos recién llegados y en la euforia de cumplir y salir rápido a escena, nadie se percató del pinche.

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