Claudio Narea recayó en su primera celda

Tranquilo, pero ansioso. Tal y como si fuera a desenfundar su guitarra para golpear conciencias con sus acordes, Claudio Narea saca a la luz su notebook, el arma con la que ahora dispara conocimiento.

El hombre histórico de Los Prisioneros lleva dos semanitas haciendo clases de historia de la música, las que imparte por paleteada de la fundación “Camino a Canáan”, que lo tiene como maestro de un piño de espinilludos de entre 12 y 25 abriles.

“Hacer estas clases es algo que me tiene feliz. Sobre todo porque son principalmente para chicos de San Miguel, aunque pueden venir todos”, aprovecha de invitar el capo del rock, quien tiene sesiones los viernes desde las 19 a las 21 horas, y al gratín.

Lo más sorprendente, incluso pa’l artista, es dónde se desarrollan las charlas: en la mítica “Sala 3” del Liceo 6 de San Miguel, la guarida donde se conocieron Los Prisioneros.

“En ese entonces, éramos ‘Los Vinchukas’, la banda que posteriormente derivó en Los Prisioneros”, explica Claudio, quien admite que no suele dejarse llevar por la nostalgia, aunque “esta vez fue como inevitable”.

- ¿Hace cuánto que no pisabas esta sala?

- ¡Ufff! Desde el 87, cuando vinimos a grabar un documental.

- ¿Y la sensación?

- Esa vez no fue tanto, pero ahora me impactó. El 87 no era tan lejano a la época en la que habíamos salido del liceo, además estábamos juntos. Hoy vuelvo, vuelvo solo... Todas esas cosas se me pasaron por la cabeza cuando atravesé esa puerta...

- Demasiadas historias...

- Millones, poh. Acá nos formamos como banda, tal vez con muy pocas herramientas, con escasas posibilidades, equivocándonos, haciendo música derechamente mala, que hoy la escucho y digo: “Así no íbamos a llegar a ningún lado”.

- ¿Tanto así?

- ¡Claro! Por lo mismo valoro tanto poder enseñarle a jóvenes de una comuna popular, porque al final todos los buenos músicos son los que tienen más plata y mejor educación. Yo les estoy entregando algo que nosotros mismos nunca tuvimos.

- Media responsabilidad igual, ¿no?

- Me encanta. Yo soy el que más bien lo paso. Les muestro cosas diferentes, que les servirán de bagaje, porque para ser buen músico no basta con tocar bien.

- ¿Hay potencial en tus cabros?

- Evidente. Además que tienen muchas ganas y eso es fundamental.

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