Coco Legrand en la dura: ''Ya no tiro tanto ni con la agilidad de antes''

"Soy un humorista de la tercera edad". Esa es la definición de si mismo que realiza Coco Legrand, quien a sus  67 peras está festejando 45 años de humor, fiesta que lo ilusiona con llenar dos veces el Caupolicán este 28 y 29 de marzo. 

Jovial, como el "Lolo Palanca", lo de la edad sólo parece una más de sus tallas, pues su mente está fresca, como una lechuga, pero madura, muy madura.

"Hoy veo el humor desde otra perspectiva, como un viejo humorista, que es en lo que me he transformado, en un hombre jubilado", avisa el canoso.

- ¿Lo vuelven loco estos dos Caupolicanes?

- ¿A quién no? Es un escenario histórico y me encanta la idea de mostrar este show a un público masivo. Espero que sea una fiesta.

- ¿Les dará duro a los políticos? Se han prestado solitos pa’l repertorio...

- Son temas que van a estar, pero yo no vengo a destruir, voy a ponerme en la otra orilla, en la de la crítica positiva.

- ¿Cree que el humor actual es muy demoledor?

- Eso lo tiene que ver la gente, yo sigo haciendo lo mismo que han visto siempre, con toques novedosos, pero básicamente manteniendo las mismas formas.

- Va a tratar de vender estos shows a la tele. ¿No le calienta más volver a Viña?

- A Viña yo no vuelvo nunca más. Ese es un episodio cerrado.

- Bien tajante.

- Ya tomé esa decisión y no me arrepiento.

- Usted dice que está en la tercera edad, ¿también corre eso pa’l cacheteo?

- Jajajá. Yo me sigo sintiendo muy bien, con lo que hago, con mi mujer, con mi trabajo, pero lógico que hay cosas que cambian.

- ¿Cómo cuáles?

- Hay cosas en la cama que ya no las puedo hacer como antes, jajajá.

- ¿Por ejemplo?

- No tiro tanto ni con la agilidad de otros tiempos, estoy más cansino y me doy mis respiros, pero diría que tengo una vida sexual activa... una vida activa, en general.

- O sea que no hay dramas con las dos al hilo...

- Cero. Estoy impecable para los Caupolicanazos.

- Oiga, ¿y qué es de sus motos, maestro?

- La única que vive conmigo es la Faloon. Las otras, incluso las que llevé al Festival de Viña, las doné al Museo del Automóvil de Colchagua, de mi socio Carlos Cardoen. Creo que ahí son más útiles.

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