A veces la realidad supera la ficción, y lo que pasó con Rodrigo González anoche es la prueba viva de esa frase.
¿Por qué tenía que triunfar Rodrigo, un total desconocido para el público masivo y un talentoso y hermoso tipo para quienes lo conocemos? Porque es ese chileno bueno, perdedor, pero picarón. Inevitable no querer llevárselo para la casa.
La magia de Rodrigo y su equipo de trabajo fue que lograron meternos en una película. Igual que “Volver al Futuro”, como un criollo Michel J. Fox, que fue a la época que nos conecta con lo mejor de nosotros, con lo más lindo de nuestras vidas: nuestra infancia, nuestra adolescencia menospreciada hoy por los nuevos seres tecnológicos, pero que aparte de hacernos reír, nos conectan con lo momentos mas bellos de nuestras vidas. Desde una bebida Nobis hasta el hashtag de Prat saltando al abordaje, Rodrigo nos sacudió de la risa y la nostalgia.
Hace unas semanas, él me dijo: “Pucha, Julio César, y lo peor de todo es que ya me gasté la plata”, pero en el fondo él sabía y me lo dijo sin decirlo. Ayer en la noche iba por el honor, no por el dólar.