Todos los martes, Soto está en el programa con la sección "Medicina Consciente", donde entrega datos de alimentación y de prevención de enfermedades, y ha dado buenos reportes en rating para el mañanero: peaks de 8 a 9 puntos.
El nuevo regalón del espacio de Tonka Tomicic y compañía tiene clarito que su conocimiento de la medicina integrativa merece tener a la gallada pegada a la pantalla, pero también sabe que su buena pinta tiene a varias soñando con ser examinadas por sus manotas.
- Hay harto piropo de las cabras. ¿Qué le parece doc?
- Los agradezco, pero me los tomo con mucha humildad. Antes no hubiese sido así...
-¿Por qué?
-Antes del vuelco que me pegué en mi vida asumo que me creía la raja con las mujeres, pero ya no es así, por el contrario... Estoy felizmente casado y tengo una hija.
- ¿Tiene pasado oscurito acaso?
- Sucede que para aprender de medicina integrativa, uno tiene que estar bien consigo mismo para ayudar a los demás. Yo antes era desordenado, bueno para la fiesta y quedado.
- ¿Qué hiciste, te fuiste a la India o algo así?
-Jajajá no. Todos creen que hay que ir al Oriente a aprender medicina de linaje, pero aprendí aquí. Tuve la fortuna de estudiar en la Escuela Internacional de Medicina Oriental aquí en Santiago. Ahí conocí a mi maestra Xiwli Germain.
-¿Cómo fue que llegaste al "Bienvenidos"?
- Fue pura sincronía. Participé en una expo de medicina complementaria. Un día llegó un periodista del matinal a preguntarle a la productora del evento quién podía hablar del cloruro de magnesio y al otro día salí al aire.
- En el matinal, ¿quién te pide más datitos?
- Tonka. Ella siempre ha estado más vinculada a mi área porque su marido es más de esta onda.
- ¿Ha cambiado mucho la vida desde que eres conocido?
- En la Clínica Bicentenario (donde atiende) ya no hay horas hasta el otro año, imagínate.
-¿Cómo es el paso de ser médico tradicional a uno alternativo?
- Yo egresé a los 26 años de la Universidad de Chile con un vacío. El vuelco hacia la medicina integrativa se debe a que me gustaba la farmacología para enfermedades agudas, pero sentía que se quedaba corta en el tratamiento de enfermedades crónicas y poco comprendidas. Esas que derivan al psiquiatra y eso me defraudó mucho. También para dar ese giro, tuve que cambiar yo.