El ángel que cayó del cielo al infierno

Los primeros que oyeron la voz de Whitney Houston la calificaron como celestial. Incluso las notas de prensa de aquellos años al inicio de los ochenta hablaban de un ángel, el que después tocó el cielo y después vivió el infierno de la droga.

La intérprete, más conocida como La Voz, se fue a reunir con Elvis, Amy y Jackson. La morocha fue encontrada en el Hotel The Beverly Hilton, y pese a sus problemas con las drogas duras del que tanto se hablaba y ella reconoció, no se encontraron trazas de éstas, informó el sitio TMZ.com.

A las 3.55 de la tarde de ayer, según informan los medios del norte, la cantante fue encontrada por sus asistentes, quienes llamaron a la seguridad del hotel y ellos al 911. Al llegar los paramédicos, la encontraron sin signos vitales. Le practicaron masajes cardíacos (RCP), pero no dieron resultado, y fue declarada oficialmente muerta a los 48 años. Luego llegaron amigos y familiares, quienes reconocieron el cuerpo.

TMZ detalló que la noche anterior a la muerte de Houston, ésta estuvo en una celebración junto a un grupo de amigos en una fiesta que antecede a la entrega de los Grammys, que es esta tarde.

EL DEMONIO

En la cima de su éxito, Houston fue la chica dorada de la industria musical. Desde mediados de los años 80 hasta finales de los 90, fue una de las artistas con mayor venta de discos. Deslumbró al público con interpretaciones vocales naturalmente poderosas que tenían sus raíces en iglesias de negros, pero que hizo apetecibles para las masas al darles un brillo pop.

Tenía la voz y la imagen perfectas: una hermosa cantante de gran atractivo, pero nunca demasiado sexual, que mantuvo perfecto aplomo. Influyó a una generación de jóvenes cantantes, desde Christina Aguilera; pasando por Britney Spears, Nelly Furtado entre otras, hasta Mariah Carey quien cuando debutó sonaba tan parecido a Houston que muchos pensaban que era ella.

Pero al final de su carrera, Houston se convirtió en una impresionante advertencia sobre el impacto de las drogas. Sus ventas se desplomaron y dejó de producir éxitos; su imagen serena fue destrozada por un comportamiento salvaje y extrañas apariciones públicas, las que terminaron en varias ocasiones en la corte. Confesó que abusaba de cocaína, marihuana y píldoras, y su impecable voz se tornó ronca y áspera, incapaz de alcanzar las notas a las que llegaba en sus mejores tiempos.

"El mayor demonio soy yo. Puedo ser mi mejor amiga o mi peor enemigo", dijo Houston a Diane Sawyer de la cadena ABC en una entrevista en el 2002, junto a su entonces esposo Brown.

Ahora último se le había visto bien de capa caída, si hasta tanques de oxígeno tenía que ocupar para poder cantar como lo hacía en sus tiempos de gloria, eso sí que no se le pueden negar los 145 galardones que la dejaron con la corona de los récords Guinness.

COMPARTIR NOTA