Amy Winehouse llegó al camposanto del rock and roll y se sumó al legendario Club de los 27. Grupete de estrellas del tarreo que han partido de gira al Más Allá en extrañas circunstancias.
La leyenda cuenta que todo partió con la muerte del aplaudido blusero grone, Robert Johnson, quien habría hecho un pacto con Don Sata para tener fama y el costo habría sido estirar la pata antes de llegar a la treintena. Dicho y hecho.
La época de la paz y amor no fue indiferente y el número 27 también cobró peaje.
Primero fue Brian Jones (uno de los fundadores de los Rolling Stones). El rucio que se encontraba bajo los efectos del alcohol y drogas se ahogó en una piscina. Para las autoridades de la época la muerte fue accidental.
En 1970 la pelá se ensañó y se mandó flor de trío. Primero el guitarrista Jimmi Hendrix se ahogó en su propio vómito mientras dormía. Todo tras mandarse un cóctel de vino y somníferos, o sea, pedido de féretro urgente.
Dos semanas después vino el turno de la loquilla Janis Joplin. "Lo que te hace sentir bien no te puede causar ningún daño" fue una de las frases célebres de la chascona, quien se fue despachada por una sobredosis de heroína.
Pa'l 71, Jim Morrison (vocalista de The Doors) dijo adiós mundo cruel en Francia. Según los policías su partida fue a causa de una crisis cardíaca, y la duda de una sobredosis siempre ha estado latente.
El año 94 Kurt Cobain (jefazo del grupete gringo Nirvana) le cantó al desencanto del lolerío y ya choreado de todo se mató de un tunazo. "Me siento como si la gente quisiera que me muera, porque así se cumpliría la clásica historia de rock'n'roll", declaró alguna vez medio mosqueado.
Ahora al legendario listado se suma Amy, quien parece haber tenido clara la peli siempre. "La mayoría del tiempo la gente de mi edad pasa pensando sobre la vida.Yo lo paso tomando", fue una de sus perlitas.