El Señor de la Querencia ahora envenenará a la lesbi "Lucrecia"

El jutre endemoniado (Julio Milostich) está transformando la Querencia en un cementerio.

Tras quemar la casa de "Manuel" (Álvaro Rudolphy) con "Herminia" (Lorena Basauri) dentro; "Lucrecia" (Lorena Bosh) se trastornará al enterarse de que su amada pudo haber muerto calcinada y a manera de vengarla, intentará envenenar a "José Luis".

Sin embargo, la dueña del prostíbulo, la "Tía Carmen", (Adela Calderón) se enterará de los planes de la lesbi y le irá con el cuento al "Señor de la Querencia", quien agarrará el tinto ponzoñoso y se lo enchufará en la boca a la cabra, obligándola a beber el veneno que ella misma preparó.

Su muerte será lenta y dolorosa; lo que embriagará de placer al jutre, que está cada día más esquizofrénico.

¡VIVA!

Este cuento va como "Romeo y Julieta", pues "Lucrecia" dio su vida por "Herminia", la que finalmente no murió en el incendio.

Tal cual el Ave Fénix, anoche se vio cómo revivió de las cenizas, con unos pocos rasguños y quemaduras.

La ex prosti tratará de salvar a "Lucrecia" con ungüentos brujos que sólo ella sabe preparar, más el veneno igual pascual consumirá la vida de la lesbi que enloqueció de amor...

AMANTES

Días antes de que "José Luis" envenenara a "Lucrecia", ésta se le había entregado como amante para salvar a su madre, "Mercedes" (Alejandra Fosalba), de trabajar en el campo.

La pobre chiquilla convenció al patrón que su gusto por las mujeres había quedado en el pasado el día en que él la violó, por lo que le propuso ser amantes, con tal de recuperar la vida de damas de alta sociedad.

Cerrando los ojos y apretando la boca para no vomitar del puro asco que el hombrón le provocaba, "Lucrecia" tuvo que intimar con él. Y es este engaño el que más lo enfurecerá.

Pero ojo, que a "José Luis", "Herminia" se la tiene jurada, pues le mató, en menos de dos días, a las dos personas que más la habían querido: A "Alberto"  (Andrés Velasco) y a "Lucrecia". La pelirroja en algún momento pretende hacer justicia con sus propias manos.

Karen Punaro Majluf

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