Faranduleras ponen la tarifa y las discos el tongo

No hay famosillas top sin un buen currículum de atados, ni disco farandulera que le haga asco a tenerlas armando una polémica en sus aposentos.

La relación disco- farándula es un matrimonio que partió hace más menos una década y su precursora emblema fue la Kmasú, la misma que hoy ni suena entre las de moda. Hace un par de años son otros los locales de parrandeo que tienen la delantera en el rubro el que, según sus propios dueños, es grito, plata y publicidad a gran escala.

Tanto, que bien vale pagarle más que el sueldo mínimo a la famosilla de turno por unos 20 minutos de presencia y, por supuesto, un llamativo escándalo que convoque prensa. "El desfile no es el propósito, es que estén los medios con la invitada y por ese tema ponemos los logos de prensa para que podamos generar publicidad", explica Roger Araya, productor de la desaparecida Planet TV y dueño del club de bailongo Tierra Santa.

Sandra López, dueña de la Glam, dice que recurren tener personajes de la tele "porque la competencia es fuerte en esto y obviamente, te atrae más público". En Estación 21, de San Bernardo, opinan similar: "Obviamente tener a rostros te da un plus enorme, te posiciona en el mercado y hace que la marca sea conocida". Ahí su reciente contratación de Luciana Salazar les salió 6 mil dólares (alrededor de 3 millonejos).

¿CUÁNTO?

De 200 lucas a pasadito el millón de pesos fluctúa el pago que reciben las "estrellas" por hacer acto de presencia en un antro; chauchas que en general son compartidas en un 20 por ciento por una marca auspiciadora. Como en todo orden de cosas, hay un ranking bastante definido por personalidades y tarifas. De acuerdo a los empresarios del eo eo, Kenita Larraín y Adriana Barrientos están ubicadas en el nivel más careli. "Kenita maneja sus precios bien altos, desde los 800 hacia arriba", desembuchó Araya. Monto que se elevó a 1 millón 300 antes de entrar a Pelotón, los que pagó Entre Diablos, local que este año empezó a darle duro a los eventos. Estación 21, en su minuto, desembolsó 1 millón 600 por la rubia.

Adriana es otra cosa. Mientras esté en el boom, exige un palitroque; si no tiene noticia "se baja a unas 200 lucas", confirma Daniel Evans, relacionador público de Entre Diablos.

En Glam, sea quien sea, tienen un piso. "No gastamos más de 500 lucas, siempre espero que pidan menos, de lo contrario no nomás", arguye su jefaza.

MOMENTO Y ATADO PRECISO

Quincena y fin de mes son las fechas claves para armar un show con rostros que llamen la atención de diarios y editores de programas de cahuineo, que de la gente que va a vacilar. Como esto es un negocio y nada puede quedar al azar, así como los días a realizarse el brillo y los nombres que harán de las suyas, los mandamases también se preocupar de cranear y provocar desde un mechoneo, la descaseteada de "toda su verdad" de una figura, hasta una reconciliación. Es decir, el archiconocido tongo.

"Yo armé el tema de la separación de Adriana con Daniel Pinto, todo comenzó en las discoteques... Ellos llegaron molestos y enojados, en la disco como que se enojaron más", recuerda Roger. Un ejemplo de una estrategia evidente, ultra utilizada y donde digan lo que se digan las convocadas, al final todos ganan.

PLATA FÁCIL

Para ganar estas lucas no hay que hacer casi ningún esfuerzo físico, pues el desfile, pasada por el escenario, animación o mocha frente a las cámaras no dura más allá de 20 ó 25 minutos.

Por lo general a los famosillos en cuestión se les tiene un camarín con sushi y algún copetito para amenizar la velada, y a la que llegan junto al de turno o algún amigui.

RAQUELITA Y SCHILLING CASI COBRAN EN DÓLARES

Calculadora aparte para Pablo Schilling y Raquel Calderón. "Él ahora está carísimo, porque no está haciendo eventos", estiman en el chuchoqueo de San Beca y lo mismo dicen en Glam y Entre Diablos. Schilling cotiza sus show en el millón y Kel dejó lelos a los productores de Estación 21 al solicitar 4 millones y medio, que no fue aceptado.

A la mitad del tope de las "costosas" se ubican Angie Alvarado, quien "por lo general exige entre 300 y 500 mil pesos", de acuerdo a los empresarios consultados. En los mismos ceros están Jhendelyn Núñez, Karol Dance, Belén Hidalgo y Luli por un show que no supera la media hora de duración.

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