Gaby Hernández debe ser una de las actrices más guapas y completitas del terruño. La protagonista de "Pobre Gallo", en Mega, puede hacerlas de viejurri pelolais y mami mapuche, y en el documental "Viejos Amores" descubrimos otra de sus facetas: la de vedette.
"Fue en México, donde hice cabaret. Estaba en un show y era muy entretenido", nos comentó la ídola que sorprendió con su época de plumas en el docu dirigido por Gloria Laso que está en cartelera.
- No conocíamos ese pasado "vedetongo"...
-Oye, pero no solo hice eso allá. También hice teatro y teleseries, estuve en programa de televisión y un tiempo hice cabaret. Bailé en un grupo de ballet, es que estuve viviendo cinco años en el Distrito Federal.
-¿Era muy peludo ser sensual con tanta parefernalia en la cabezax?x
-(Risas) Lo difícil era sujetar los cascos con plumas, eran pesados. Era una época muy entretenida, muy loca y me entretuve mucho. Yo no seguí estudiando ballet clásico, pero sí jazz dance y eso me ayudó mucho.
En el filme, donde también se conocen anécdotas de heroínas de la actuación como Nelly Meruane, Gloria Münchmeyer y Bélgica Castro (entre otras), la Gaby demuestra que siempre ha sido una aventurera, noctámbula y aperrada.
Cáchese que en esa época la actriz ni temblaba a la hora de ir a vacilar a los sectores más bravos de Cuatelandia, donde vivió del 64 al 69.
"Ahora allá está todo muy turístico, el México de los 60 era mucho más de rompe y raja, peligroso, ahora todo el mundo va a la plaza Garibaldi, pero antes solo los valientes iban (risas)".
-¿Te tocó repartir cachetazos a algún malandra o chompirasx?x
-Por supuesto que me tocó defenderme, lo digo también en el documental. Yo usaba tacos aguja y a veces había peleas.
-A ver..
-A veces iba con el que fue mi marido, que era un uruguayo rubio, de ojos azules, y un amigo canadiense. Allá eran bien discriminadores, yo me salvaba, pero los otros dos no.
-¿Qué les hacíanx?x
-No pasaba siempre, pero por ejemplo, podíamos estar en una mesa y partían tirándonos el limón con que se toman el tequila, después el vaso de sangrita (bebida que antecede al tequilazo a la vena), después la botella y al final yo termina defendiéndonos y sacándome los zapatos y dando con el taco aguja en la cabeza. Así y todo nos encantaba ir.