Las hizo toditas anoche la bife Eugenia Lemos, dando una clase como diosa del caño y haciéndolas de componedora en el atado entre el club Stilo 10 y el bocadito brasuca de Michelle Carvalho.
Pero vamos por partes y cucharadas, como decía mi abuelita, contando cómo le fue a la Lemos haciendo “pole dance”. De partida, salió canchereando, con conocimiento de caño, bien afiatada con los chicos que la acompañaban a mover el esqueleto.
Vestidita de cebra y con buen ritmo, la Euge se dio maña para encaramarse en los cinco caños del escenario del club, desplegarse con aire felino, aunque vistiera un bikini con rayitas de cebra rosada, y dejar echando humito los fierros de “pole dance”.
O sea, los que pagaron por babear viéndola en los caños quedaron pochitos, porque la cabra sabe. “Fue reconfortante, estuve tranquila porque me vine con mi cuerpo de baile”, soltó cansada.
¿Y lo de Michelle? Bueno, sorprendió que la brasuca, quien sería demandada mañana por no presentarse a bailar en Stilo 10, anduviera caminando por el club y encima con un pisquito sour en la mano de gentileza.
¿Por qué tanto amor? Ahí tuvo que ver la Euge Lemos, quien soltó a La Cuarta que ella había abuenado a ambas partes, que los había sentado a la mesa y que todo se arreglaría.
Eso lo corroboró en parte la brasuca, al contarnos que “estoy sorprendida de que me hallan tratado tan bien, incluso me dieron un pisco sour”.
Y sería todo por la madrugada, ya que Euge salió soplada a su casa, apuradita por su novio Matías Koznik, quien de seguro quedó prendido por su baile del caño.
