Cerca de las 20.30 horas del sábado la fiesta matrimonial de Juan Pablo Álvarez y su esposa Jocelyn Rojas en la sede social de Graneros llegó a su fin.
Pero fue un final con alargue porque el ex recluta decidió hacer una "vaquita" entre sus amigos y parientes para seguir con la jarana y armar el manso ni que asado en casa de sus taitas.
"A ponerse cabros, pa' la comilona", dijo el guatón y empezaron a salir los cocodrilos de los bolsillos de sus invitados. Lograron juntar sus buenas lucas y partieron como flecha a la carnicería de "Don Pepe" en busca del preciado novillo para tirarlo a la parrilla.
HUMILDE
Lejos de que el hecho fuera motivo de pelambre, al contrario la gente se lo tomó de lo más natural tratándose de una fiesta sencilla, organizada y financiada por el ex recluta y su media naranja.
"No puede haber casorio sin su gran asado y todos los invitados colaboraron para que se hiciera, es lo mejor porque hay familia, amigos y gente a la que uno quiere", señaló el tongua mientras le pegaba feroz mascada a una longaniza.
La casa de sus padres se repletó de tíos, sobrinas, primos, ex reclutas y uno que otro paracaidista que alcanzó a colarse.
El flamante marido anduvo ganoso toda la noche, ya que fiel a la tradición quería puro gritar ¡¡¡Viva Chile!!!, pero tuvo que conformarse con puros besitos ya que las habitaciones del palacete no dieron abasto para alojar a tanta parentela que llegó hasta Graneros.
Pese a todo el cabro lo pasó chancho y de seguro tendrá tiempo de sobra esta semana para "ponerse al día" con su señora a la espera de una luna de miel.
En febrero del 2009 los tortolitos tienen pensado llegar al altar y confirmar ante "El Pulento" la promesa de amor eterno que firmaron frente a la oficial civil... ¡Felicidades, cabros!
Hugo Pérez Labraña, enviado especial