La noche del sábado fue una jornada histórica para los Britney Spears adictos, quienes debieron demostrar toda su garra para asegurar puesto en las afueras del Teatro Oriente, para la venta dominguera de entradas para el show del 22 de noviembre.
El primer aperrado en empezar a rasguñar las puertas del recinto fue Carlos Guerra. "Estoy desde las 11 de la mañana, no traje nada. Acabo de recoger unos cartones para taparme y pasar la noche. Unos amigos que conocí en la fila me prestarán una frazada", soltó el valiente que recién ayer a las 10 de la matina ya tenía en su mano tres entradas: Dos de ochenta lucrecias y una de casi tres gambas para justificar el sacrificio.
Ahora sí que el caso más asombroso fue el de la señora Mary Castro de Maipú, quien se tituló de súper mamurri al ir a la pelea por su retoño, guachulón de 25 años, que no podía sacar numerito por estar laburando. "Vine junto a mi hermana, vamos a pasar toda la noche acá hasta comprar la entrada e irnos contentas (...) Voy a comprar la más cara, la de 295 mil pesos".
- ¿Cómo se las arreglarán para no pegarse un pestañazo durante la espera?
- Trajimos cafecito, galletitas y harto cigarro. Esto es como estar en una fiesta, además los niños son muy simpáticos.
- Veo que los palillos no podían faltar...
- Estoy tejiendo un chal para mi sobrina de 9 años que le regalaron una muñequita y no tiene chal.
- ¿Y usted cacha a la Britney?
- Sí, me da rabia si porque es muy flaca, me gustaría ser así pero no tengo tanta plata para cultivar mi cuerpo.
Pero este lote de fanas no fueron los únicos en pelar el ajo, varios más se amanecieron tratando de comprar un ticket por la web, quejándose de que el sistema pasaba colapsado. Ayer la productora del evento confirmó que ya se vendieron 8 mil boletos.