Como si se tratara de un ídolo del fútbol, ayer 40 mil personas se reunieron en el Estadio Nacional para despedir en grande a Jorge González. En el marco de la Cumbre del Rock Chileno, que terminó pasando a segundo plano, el ex líder de Los Prisioneros le dijo adiós a los escenarios con un show que acaparó toda la atención del evento.
Y en verdad, no era para menos. Se trataba del cierre de una de las páginas más gloriosas en la historia de la música nacional, acompañada por una audiencia que en cierta medida también despedía a toda una generación.
Jorge lo sabía y por eso trabajó personalmente en cada detalle de su show. Primero ensayando a la misma hora de su presentación el día viernes (tan entusiasmado estaba que incluso subió una foto a las redes sociales), y luego viviendo su propia procesión a la espera del brillo junto a sus músicos y equipo técnico. Según testigos, la noche antes de subir al escenario fue una suma de emociones a flor de piel.
Por eso la mañana se tardó en llegar, aunque no así el público que desde las 11 horas comenzó a aterrizar en el Estadio Nacional para presenciar la despedida del ídolo criollo.
¡Al estadio, al estadio!
Fue así como secundado por sus inseparables Pedro Piedra y Gonzalo Yáñez, los jóvenes músicos que se hicieron sus escuderos, Jorge se preparó para su última función y partió rumbo al mismo estadio donde hace unos años subió al columpio a Don Francis en plena Teletón.
Metido en la emoción del momento, el uruguayo Yáñez aprovechó el trayecto para publicar en su Facebook una fotito homenajeando a quien se convirtió en su hermano en Chilito. Un recuerdo de cuando tocó por primera vez junto a González y Los Prisioneros el 2004, en un homenaje a Gladys Marín.
En ese ambiente el caporal del rock chilensis llegó al Nacional justo cuando su colega, la siempre ricarda Nicole, le hacía otro tremendo homenaje al cantar su propia versión de "Tren al Sur".
De ahí al camarín para esperar el momento del "no va más", que partió a las 21:50 horas con un video homenaje que permitió el ingreso a lo piola de González al proscenio.
Solo al terminar el registro una luz cenital hizo aparecer al cantante sobre el escenario, ya sentado y vestido con una polera verde "Gato Chico", un pantalón azul oscuro y sus tradicionales tillas Adidas blancas. La ovación no se hizo esperar y simplemente fue ensordecedora.
Con un rostro que denotaba las consecuencias del infarto cerebrovascular que sufrió en febrero del 2015, González partió su show con una serie de canciones de su etapa más reciente, siempre acompañado por Yáñez y Piedra a su derecha, y Felipe Carbone, Jorge De La Selva, Edo Quiroz y Chia Arbulú, a su izquierda.
Sólo al final de su presentación, el capo le dio espacio a parte de sus canciones en Los Prisioneros, dejando la patá al entonar clásicos como "Amiga Mía" y "Tren al Sur".
Con su habitual carácter y pese a sus evidentes dificultades para expresarse, González demostró que no ha perdido su esencia y no pescó ni en bajada al ministro de Cultura, Ernesto Ottone, quien se subió al escenario para entregarle la Orden al Mérito Pablo Neruda más ignorada de la historia de Chilito. Mejor no le fue a Jean Philippe Cretton, el animador del brillo, quien se quedó hablando solo cuando Jorge decidió que debía comenzar el último tema de la noche: "El baile de los que sobran", que provocó la ovación más fuerte de la jornada.
Acto seguido, la producción apagó la luz del escenario para pasar a otro homenaje, esta vez a Alvaro Henríquez, mientras a oscuras el ídolo de los 80 se abrazaba con sus jóvenes músicos y miraba con nostalgia por última vez hacia el respetable.