LOS ANGELES.- Cuenta la historia que el lunes 25 de octubre de 2010, Justin Bieber terminaba su presentación en el Staples Center de California y partió raudo al camarín. Mariah Yeater, por ese entonces una santurrona chiquilla de 19 años, se coló en las inmediaciones del recinto para tener contacto con su amor platónico.
En ese momento, habría aparecido un guardia perteneciente al staff de seguridad personal del cantante, quien le habría preguntado a la calcetinera si quería pasar al "privado" para conocerlo. Ella, con los ojitos llenos de lágrimas y el corazón latiendo a mil, aceptó encantada.
En el encuentro, el novio de Selena Gómez prometió, prometió, prometió hasta que la metió, nos referimos a la llave de la puerta, para que, una vez asegurada la entrada, pudiera darle rienda suelta al amor. El problema es que el acto se habría concretado a fierrito calvo.
Nueve meses más tarde nació el baby, baby, baby, que tiene a los abogados de Justin con tragedia, intentando evitar las acciones legales que inició Mariah para obligar al artista a los exámenes de ADN. El chiquillo, por su parte, negó todo y aseguró que está feliz con su pierna.
