¡Hola liiiños! Por cuarto año estaré opinando de esta fiesta que me cagó la carrera, pero que tanta alegría le da a mi Chile querido. Esta vez, La Cuarta me consiguió un camión pa’ ir a Viña. Todo iba bien, hasta que se nos cruzó uno de los Fusión Humor, y lo atropellamos sin querer… “¡Qué mala”, dijo el chofer. “Podría haber sido uno de los Locos del Humor, mejor”, exclamó.
Es que la gente pa’ esta época se pone agresiva con los humoristas. Es cosa de ver lo que pasó con el Guatón Salinas en Pozo Almonte. Igual entiendo la molestia de la gente: yo también me enojaría si un guatón “ql” llegara y se comiera toda la comida del pueblo, y más encima cantara el himno de la alegría mostrando las tetas no operadas. De esta versión del Festival, no tenía “geisha” idea de lo que pasaba, así que fui a ver algo de tele a casa de Junior Playboy, quien me contó que se retiró de la televisión porque estaba muy ordinaria.
Más enchufado, entré en lo mío. El primero en debutar era Edo Caroe. Él ha hecho un tremendo trabajo de promo. Incluso, Oscarito fue portada de la Revista “Cosa”.
De Edo puedo decir que es aplicado y que lo conozco hace años, cuando me hizo caso y le sacó la “P” a su nombre original, “Pedo Caroe”. Él combina humor negro y magia a la perfección, el único obstáculo que debía sortear tenía nombre y apellido: Marco Antonio Solís, el mismo artista con el que me tocó a mí hace 8 años. ¡Tenía que ayudar al Edo!, y decidí secuestrar al mexicano. Llamé al doble, pero me cobraba el doble. Por suerte, tenía el celu de Julián Elfenbein, que aceptó de hacer el loco si le pagaba la Isapre.
Hacer el cambalache fue papa. Mientras Solís dormía la siesta, coimeé al Guatón Salinas con una chorrillana pa’ que entrara y le afeitara la barba y la cabeza, con tan malacué que, mientras le afeitaba la cabeza, el “wookie” despertó y salió persiguiendo a Chopico a punta de patás en la raja por el Hotel. Curiosamente, sin barba y con media cabeza rapada, Solís se veía igualito a Sergio Jadue, así que grité: “¡Aquí está Jadue, aquí esta Jadue!”, y una turba de gente se le fue encima. ¡Por eso se demoró tanto en salir al escenario!
Ya en la Quinta, Elfenbein hacía el loco, como en sus mejores tiempos en el “Buenos Días a Todos”, y le despejaba la noche a Caroe, a quien de tanto nervio, se le perdió Oscarito entre la multitud, así que debió rogarle a Lucho Jara pa’ que le prestara por un rato a su ego, que a estas alturas ya tiene vida propia y se lució como Coquito Legrand.
Con las damitas domaditas, el Edo sólo dependía de él para tener una noche inolvidable y consagratoria, y la vivió. Jornada redonda para Edo, que como un acto de magia se metió al bolsillo a la Quinta Vergara completa. ¡Bien, desgraciao!