La Firme con Simón Pesutic: “Suelo no ver las teleseries que hago porque me da un poco de pudor”

Simon Pesuti habla de su nuevo libro de poemas, su carrera televisiva, su familia, sus anhelos y lo que lo ha marcado.

Entró a las teleseries en 2011, medio como en juego, y ya lleva más de una década en el rubro. Y ahora se atrevió con otro arte: lanzó un libro de poemas, Palabras marchitas. “Yo mismo me encasillaba”, cuenta sobre las trabas que se autoimponía para publicar. “Sentía que la gente no lo iba a entender”. Incluso se ha animado a dar entrevistas. “Me expongo muy poco, nunca directamente”, comenta el actor, que habla de sus “muchas inseguridades”, amores, quiebres, su tensa relación con los papeles de “niño bonito o galán”, su tremenda admiración por Gabriel Cañas y mucho más.

“Llevo mucho tiempo escribiendo poemas”, pensé antes de publicar Palabras Marchitas (Otros Libros, 2023). “He crecido, he madurado y he encontrado ciertos equilibrios: ¿por qué no?” . No fue que un día me desperté y lo decidí.

Varias razones gatillaron que quisiera publicar el libro. Cuando escribía siendo más chico, siempre fantaseé con la idea, pero como quien dice algo que es una fantasía, no estaba sujeta a una realidad concreta. Principalmente, nunca me lo tomé como un oficio y, por otro lado, empecé a crecer, a ser conocido y sentía que esta figura de niño bueno y bonito no conversaba con el espacio desde el que yo escribía... y que estaban muy disociados. Yo mismo me encasillaba y decía: “Si yo he ejercido este rol como actor, me queda raro publicar esto”. Sentía, en algún punto, que la gente no lo iba a entender. Esta fue una cuestión que entendí con el tiempo, porque te pasa la vida por delante, uno madura y uno crece: se puede ser muchas cosas al mismo tiempo sin dejar de ser uno mismo. Ahí está la gracia, en esos contrastes.

10 Mayo 2023 Entrevista a Simon Pesutic, actor. Foto: Andres Perez

El primer poema de este libro, “Fugacidad lenta”, remarca la silueta que va a tener el libro, que más que el abandono, que es un concepto un poco fuerte y con el que no me siento identificado, creo que este libro no habla de abandono. Habla de una de una serie de estados de ánimo, que, por supuesto, son amorosos en su mayoría, y que naturalmente pasan por el apego, el desapego, el amor, el desamor, el despecho y la ironía. Hay partes muy lúdicas. Pero, en realidad, (el abandono) es algo que yo no me había preguntado desde ese lugar.

Nunca estuvo en mi rondando el concepto del abandono. Palabras marchitas tiene más que ver con esta relación, quizá, un poco tormentosa no con una persona, sino con el amor. Es un poco mi manera de relacionarme con los afectos, no en general, en particular. No pensé en la figura del abandono, sino es la sensación de omnipresencia de alguien que está, pero no está, que se va, que vuelve, que está presente en los sentimientos de uno, que deja de estarlo.

Estos estados de ánimo son autobiográficos y ficcionales al mismo tiempo. Hay una raíz que sí tiene que ver con algo que viví y cómo hábito o paso por ciertas emociones, y que están ensalzadas y alineadas con un hablante lírico que tiene colores que son súper evidentes y transparentes.

Nunca he escrito un poema pensando que voy a escribir acerca de algo: siempre tiro un verso de algo que me resuena y, a partir de eso, empiezo a construir, a canalizar, pero nunca me siento escribir de una pérdida o de lo que sea. Hay un par de poemas dentro del libro que están escritos para personas en particular, y hay uno que tiene que ver con la muerte de un perro que tuve (Casper). Pero tampoco sé si me senté a escribir específicamente para una persona, sino más bien un verso que me hizo sentido con respecto a alguien y, a partir de eso, escribí. Por eso los títulos de los poemas los pongo al final, porque nunca sé de qué voy a hablar. Empieza a suceder nomás.

Siempre remarco que no soy poeta. No por tener un libro uno es escritor, y no por escribir poesía uno se convierte en poeta. Primero, hay una cuestión de pertenencia: siento que no pertenezco a ese espacio. He transitado de una manera muy respetuosa por la literatura en general. Y cuando digo que no me siento así (poeta) es porque no es mi oficio, no me dedico a esto. Ha sido una experiencia desde la intuición. Cuando uno hace de algo su oficio, me imagino que se puede tener ese título y sentirse así. No en mi caso. Por supuesto, me tomé muy profesionalmente todo lo que tuvo que ver con la edición y construcción de este libro una vez que lo decidí. Pero mi hábito de escribir es muy aficionado.

Él sentía que era incompatible escribir poemas y ser "galán". FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Publicar tiene que ver con una cosa identitaria, decir: también este soy yo y es parte de mi identidad. Cuando me refiero a esta imagen de niño bueno y bonito no es porque yo sea un “poeta maldito”, en ningún caso; sino porque son dos cosas que hago desde lugares distintos. Me enfrento a la escritura desde un lugar mucho más íntimo y vulnerable; y a la actuación con un velo, una voz que habla que no es la mía, y al mismo tiempo, es un trabajo de máscaras y disfraces donde no está tan presente la voz propia. También hay un pudor muy grande en mostrar ciertas cosas de la intimidad: cómo uno siente, late y vive. Ese pudor quise mostrarlo porque forma parte de mi identidad; y al ser una persona pública, tuve ganas de mostrar este contraste.

Tengo un poco de miedo de que el contenido del libro no esté a la altura de algo; pero, en realidad, esa “altura de algo” pienso que no importa cuando uno lo hace desde lo genuino y sin tantas pretensiones, ¿a la altura de qué? ¿Qué es estar a la altura de algo?

Un poema se titula “La inseguridad” y dice solamente: “Todo lo que nace, nace muerto”. ¿Me considero inseguro? Nunca me he considerado una persona demasiado segura. Y creo que la inseguridad —si bien tiene cosas que no son muy buenas— es un cable a tierra importante. La inseguridad también te hace sentir vivo. Y yo nunca he estado demasiado seguro, en general. Eso me ha permitido tener un sentido de realidad un poco más acabado.

10 Mayo 2023 Entrevista a Simon Pesutic, actor. Foto: Andres Perez

Más que el qué pensarán de mí, hay una inseguridad con respecto al trabajo que uno hace. Eso también te lleva a ser un poco más perfeccionista. Soy bastante perfeccionista, me tomo las cosas muy en serio, en general: para cualquier cosa que hago trato de involucrarme 100%, sino me da un poco pereza involucrarme.

Siempre he tenido mucha inseguridades con respecto a mi trabajo, a las relaciones y a una cosa física también. Esa inseguridad física ha estado muy presente a lo largo de mi vida. Si bien he ocupado roles de galanes, no me siento así en la vida. Es un poco ambivalente disfrazarse de algo que uno no es, y eso también da inseguridad, porque no me considero así. En ese sentido, nunca me ha mareado ser considerado o no bonito, porque no me siento así en la vida.

Al mirarse al espejo, creo que cada uno tiene sus días. Suelo no ver las teleseries que hago porque me da un poco de pudor y me castigo mucho; suelo castigarme mucho. Este rol de galán es circunstancial, y lo trato de habitar con el mayor profesionalismo posible. Pero tengo muchas inseguridades que, en algún punto, están potenciadas por este rol que he ocupado, porque, si ya las tengo en la vida misma, me veo expuesto a estar seguro de todo y efectivamente ser un galán.

El actor elegantemente vestido. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Soy muy ermitaño y escribo mucho, no necesariamente poesía, escribo en general, me gusta escribir. Está bueno tener un lado frívolo y otro más profundo, y transitar entre esas dos cosas. Tengo que tener mucho humor, la capacidad de reírme de mí mismo y no tomarme las cosas tan a pecho: se puede ser poeta y de la frivolidad profeta. Esas dos cosas conversan perfectamente.

Bebo, bebo”, dice uno de los poemas en alusión al alcohol. Mi relación con el copete es muy sana, normal, social.

Mi sensibilidad está expresada en Palabras marchitas, y también en cómo transito ciertas emociones. Tengo una sensibilidad muy grande con respecto a la energía de los lugares, las cosas y las personas, es una huea que siempre me ha afectado un montón, en el buen y mal sentido. Es una manera de sentirme vivo y, al mismo tiempo, una cosa que me afecta y que padezco en algún punto; me puede tirar muy para arriba o para abajo, según qué lugar, cosa o persona.

El actor ha tenido una estrecha relación con sus mascotas. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Yo quería ser poeta”, dice uno de los poemas. No sé si me gustaría seguir incursionando (en la poesía), honestamente no tengo idea. De momento estoy disfrutando de haberme lanzado y ha sido un salto al vacío que ha sido un viaje que ahora estoy pudiendo más disfrutar; no estoy pensando tanto en qué pasará después.

¿Qué cosas me hacen feliz? Una muy concreta es ver bien a mi perra, y pasearla es algo que me hace muy feliz, que corra en un parque. Mi estado de plenitud está muy vinculado a que la gente que yo quiero esté bien. Me hace feliz el trabajo y, claro, son cosas que están muy lejos del dinero en algún punto. Mi vida pasa por la gente que quiero: mientras ellos estén bien, yo voy a estar bien.

El desamor es un tema bastante presente en el libro. Hay muchas cosas que están ficcionados, elevadas al cuadrado y potenciadas por la sensibilidad. Pero yo he tenido amores muy sanos y prístinos. Mis relaciones de pareja siempre han sido —y lo digo verdad— muy, muy sanas; no me ha tocado sufrir demasiado. He sufrido lo que hay que sufrir, pero nada del otro mundo. Ya no estoy pololeando con Valentina (Oyarzún), no sigo ahí, hace un tiempo.

El actor en modo selfie. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Cuando chico tuve una amiga con la que después pololeé de primero a cuarto medio. Ella es mi mejor amiga hasta el día de hoy; de hecho está ahora en Chile, vive en Barcelona. Fue una relación de colegio que duró tres años y luego entendimos que en realidad era un amor muy profundo y hasta hoy nos mantiene con una amistad, casi de hermandad. Es muy bonito. Pero no hay ningún poema aquí que esté escrito para ella. Hay un par de poemas, cuatro o cinco, que están dedicados; no explícitamente, pero las personas a las que se los escribí, salvo un par, saben perfectamente qué son para ellas.

Pobre rico (TVN, 2012) —que fue la teleserie con que me hice conocido un poco— ha sido la que más me ha gustado hacer, porque aprendí mucho del oficio, estuvimos un año grabando e hicimos dos temporadas interrumpidas. “Freddy Pérez” es un personaje al que le tengo mucho cariño. También fue la gran vitrina que tuve para que la gente conociera mi trabajo. Era protagonista, grababa todos los días y todo el día. Además fue un fenómeno que marcaba muchos puntos de rating, y yo era muy chico; fue enfrentarme a muchas cosas y muy rápido.

Simón cuando promocionada a La ley de Baltazar. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Es ingrato hablar de eso, pero hay un par de proyectos en que no lo he pasado bien, porque el proyecto no me ha gustado, porque he hecho un personaje que no me ha interesado o, también, porque no lo he pasado bien cuando no se ha generado una buena onda de grupo en general. También he hecho otros proyectos en los que yo, personalmente, no he estado bien, pero es parte de la vida. Desde muy chico he sabido que tengo que levantarme, hacer mi pega y no pasa nada... Pero a los 18 o 19 años es un ejercicio que cuesta hacer. He hecho como diez teleseries, y Juegos de poder, Papá a la deriva, Pobre rico y La ley de Baltazar han durado casi un año de grabaciones.

“Gabriel”, de La ley de Baltazar (Mega, 2022), tuvo un viaje que es el que tuvo la teleserie, que tomó muchas formas y se terminó transformando en una historia muy bonita, genuina, de la vida real, con todos sus bemoles, alegrías y penas. El personaje parte como algo un poco más liviano y termina transformándose en alguien que tiene una sensibilidad, un montón de emociones que al principio se mostraban de manera mucho más ligera. Eso ha sido súper bonito. Fue una teleserie que se hizo de manera muy artesanal, porque efectivamente le hicimos entre todos, y fue una historia que supimos contar de la mejor manera, porque no estaba llena de misterios ni trataba de un tema que fuese polémico, tabú o mucho menos, pero tocamos fibras de de de la vida real, y eso creo que la gente lo agradeció mucho.

10 Mayo 2023 Entrevista a Simon Pesutic, actor. Foto: Andres Perez

Los compañeros son clave, sobre todo con quienes te toca actuar, como la Feña Salazar (Anita), que para mí no sólo es una gran actriz a la admiro un montón, sino que es una una gran compañera; es alguien a quien admiro desde todo lugar. Fuimos construyendo una historia entre los dos con la que creo que la gente enganchó mucho, porque le dimos mucha humanidad.

Mis grandes amistades de las teleseries diría que son César Caillet, la Feña Salazar y Pancho Melo; es muy amigo mío.

Cuando chico, en las teleseries, me pasaba mucho que sentía que estaba jugando. En Pobre rico ya sentía que era un trabajo. Después de que se alargó la teleserie, ya las cosas se volvieron muy serias. Y cuando decía que me sentía como que estoy jugando, no tenía pretensiones, no sabía si iba a seguir en esto o no, estaba en el colegio. Y con el tiempo se transformó en un oficio.

Simón Pesutic reconoce a Pobre Rico como su teleserie favorita. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Llegar con los libretos aprendidos es el “desde” y es raro decirlo de uno mismo. Tengo (buena) memoria visual; soy de las personas, que ya quedamos menos, que necesitan el libreto físico, impreso en papel, porque mi manera de estudiar es subrayando; no puedo estudiar del celular, un iPad o un computador.

Me matriculé en la Universidad de Chile, pero no fui a clases porque estaba haciendo la teleserie (Pobre rico). Honestamente, nunca me ha traído un problema con algún colega no haber estudiado (teatro), al contrario. Yo resiento no haber estudiado por una cosa generacional, ser un poco huérfano de generación, y haberme perdido herramientas académicas que también resiento, pero, sobre todo, no haber transitado por ese período de la vida que es muy importante para cualquier persona y te forma en muchos sentidos. En esa época, todos mis amigos estaban en la universidad y yo no; estaba un poco desfasado temporalmente.

Él en su papel para Juegos de poder (2019). FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

“Es curioso, no me veo tanto metido en esta industria, porque siento que no me llena y no encuentro demasiado alimento para el alma ahí”, dije hace hartos años. Pero uno crece y madura. Esas palabras están más vinculadas a la inmadurez de no entender que cada espacio cumple su función, y que efectivamente encontrar el alimento para el alma depende de uno mismo, no de los espacios. Es una cosa que prescribió en mí, totalmente. Uno puede ser muchas cosas al mismo tiempo: puedo escribir un libro, hacer teleseries y no pasa nada con eso.

El papel de galán y ser hijo de un actor reconocido (Mauricio Pesutic) nunca me conflictuó realmente, y lo digo muy honestamente. Con mi papá siempre he tenido una relación de padre e hijo, pero que podría no serla eventualmente, podría haber sido más profesional y él haber estado más encima de mi carrera en todo sentido. Pero no fue así. Y agradezco que no lo haya sido. Me dio todas las libertades del mundo. Nadie hace esto durante tanto tiempo de manera tan gratuita. He tenido una carrera en que la gente más chica, por una cosa generacional, no tiene idea quién es mi papá. Rápidamente entendí eso: me saco el sombrero, mi papá tiene la media carrera, qué bacán, qué admiración, fin, eso es todo.

El actor califica de "bonito" la evolución de su Gabriel en La ley de Baltazar. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Que los periodistas me pregunten por mi papá no me da lata, no me lo tomo como un ataque personal, al contrario, siempre he tenido muy claras las cosas. Nunca ha sido algo que me haya conflictuado. Cada vez me lo preguntan menos, pero también yo me expongo muy poco, nunca directamente. Esto, que estamos haciendo ahora, no lo he hecho nunca si no es con el velo de una teleserie por delante. Ya llevo tantos años haciendo teleseries; no me preguntan por mi papá, porque me preguntan por la teleserie que estoy haciendo. Sin embargo, ahora que he decidido exponerme por primera vez, a partir de este libro, claro que viene a cuento la pregunta, porque nunca directamente he hablado de mí.

Siempre cuando doy entrevistas me pasa que pienso “por qué dije esto”. Y ahí vienen las inseguridades, porque llevo muchos años en el medio, pero no estoy acostumbrado a dar entrevistas. Por eso me cuesta explicar este libro, entre otras cosas. Y a veces me pasa: “por qué dije esto, no era necesario”. Pero también cuando uno hace las cosas desde la buena intención, la autenticidad, ser transparente y genuino, después inmediatamente uno piensa: “Bueno, lo dije porque en ese momento lo sentí y nunca hubo una mala intención de por medio”.

Simon Pesutic, actor. Foto: Andres Perez

En el colegio, en cuarto medio, era muy bueno para el hueveo, mal portado, pero en el buen sentido, pelusón.

Si no hubiese sido actor, creo que habría sido sociólogo, porque me gusta el comportamiento de las masas en general, entender por qué funcionan así. O me hubiera gustado también ser publicista o, quizás, director creativo.

Nunca lograron ponerme un apodo, como mi nombre es corto. Nunca he tenido un apodo.

Un sueño pendiente es hacer Los payasos de la esperanza (Mauricio Pesutic es co-autor), una obra de teatro.

El intérprete antes de salir a escena. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Una cábala... Hay un número medio cabalístico en mí, que tiene cosas buenas y malas, que es el 27. Se me aparece de repente, y siempre en momentos bisagra de mi vida, importantes. En todas partes, en la patente de un auto, cada vez que miro la hora, en una canción, si subo el volumen de la tele, en el microondas... Es muy heavy. Partió cuando murió mi perro, un 27, Casper se llamaba. Ese fue el día.

Hay una frase que me gusta mucho, que es de un escritor, Sándor Márai: “Una persona enamorada no escribe poemas”. Pero no es algo que yo diga.

Un restorán favorito es Los Canallas (en Holanda 55, Providencia).

El actor bajo el sol. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Cuando chico fui garzón en un café en Viña del Mar y atendí una tienda en el centro de Santiago.

Con mi primer sueldo compré un horno eléctrico para mi mamá.

Un actor/actriz chileno/a que admiro es... Pancho Melo, pero también es mi amigo... ¡Ah! ¡Gabriel Cañas po’! Por lejos. Me parece que es quien ha sabido llevar su talento más alto. Teniendo un talento sin orillas, ha tenido una rigurosidad muy dulce que lo ha llevado a ser lo que es. Es un hueón tan talentoso, pero así como es de talentoso, es riguroso. Eso hace que su talento sea una huea fulgurante que deslumbra por todas partes.

Algo que no se sabe de mí es que como más chocolate que la chucha, desde los dieciocho, en la noche. Soy adicto a la Coca Cola desde los dieciséis. Y me muerdo todos los dedos, los cueritos.

La sonrisa del intérprete. FOTO: Archivo personal de Simón Pesutic

Siempre deambulo por la misma música. Podría nombrar a Leiva, Pereza (del músico español Leiva), Fito Páez, Joaquín Sabina, Andrés Calamaro, Jorge Drexler... Hay uno que me gusta mucho, que se llama Lisandro Aristimuño. C.Tangana me gusta un montón. Pero Leiva es mi artista favorito.

No soy hincha de ningún equipo, aunque jugaba mucho fútbol cuando era chico. Me gustaba. Ahora juego muy poco, también para no lesionarme. Soy bueno, era bien bueno. Jugaba de “10″.

Una película con la que lloré fue Into the wild (2007). Pero mi favorita es Manchester by the sea (2016), aunque con esa película lloré para adentro; sentía una pena tan profunda y tan vacía. Fue muy heavy. Me marcó mucho esa película.

A veces creo en el horóscopo. Soy cáncer.

10 Mayo 2023 Entrevista a Simon Pesutic, actor. Foto: Andres Perez

Me gustaría tener el superpoder de ser invisible. Me parece entretenido, estar y no estar, me parece alucinante.

Algo que extraño y nunca volverá es mi perro Casper.

Para mí no hay ningún placer culpable. Para mí todas las hueas son placeres. ¿Pero qué placeres tengo? Nada que pueda contar.

Si pudiera invitar a un asado a tres famosos de la Historia, sería Boris Vian, porque pondría la cuota de musica, humor y poesía; Friedrich Nietzsche, porque me gustaría saber si sigue pensando lo mismo en la sociedad actual, jajaja; y Lady Di, por admiración y también tengo ganas de saber qué pasó realmente (con su muerte).

Simón Pesutic es, de partida, muchas cosas. Podría decirte que es un “parco animal de ojos tristes”, que está en el libro. Pero es muy poético. Pero, en realidad, simplemente: una persona justa y bien intencionada. Me siento persona antes que cualquier cosa, no actor.

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