Bien dicen las abuelitas: cuando el amor llega, es para quedarse. Y así parece que le está pasando a Gianella Marengo y a Marcelo Salas, quienes ya no ocultan su love, pues incluso lo comparten con las hijas del “Matador”.
Así se nota en una de las más recientes fotos que la “Gia” subió a su Instagram. Los tortolitos celebran las Fiestas Patrias en Punta Cana y no lo hicieron solos, sino que con las retoñas del ex futbolista: Camila y Catalina.
Todos se ven de lo más contentos, compartiendo como la feliz familia que están formando. Y las chicuelas, ya todas unas adolescentes, se notan muy cómodas peluseando con quien podría ser su futura madrastra.
A principios de año se aseguró que Salas le estaba entrando por los palos a Laurita Prieto, quien recién había terminado con Julio César. Si hasta testigos los vieron muy acaramelados en un evento cool.
De inmediato Fran García Huidobro aseguró que quien le calentaba las patitas de noche al ex goleador de la “U” era otra: Gianella Marengo.
Los aludidos de eso ni una palabra hasta ahora. Según los trascendidos, se conocieron y su relación se cimentó sudando la gota obesa en el gym. ¡Es taaan romántico!
Fue en mayo que se filtró una foto de ellos en el aeropuerto de Miami. Comenzaron las especulaciones, y ella para cortar el leseo subió a su Instagram el mismo mes una foto de ellos abrazados en una piscina de un hotel.
Fue la confirmación de lo que se comentaba. Desde ahí los tortolitos, que tienen más de 10 años de diferencia, lo han pasado chancho juntos olvidándose del qué dirán y cada vez que quieren suben fotos de sus viajes. Cache que en junio anduvieron en las ‘Uropas’. Se pegaron el pique para ver la final de la Champions League. Ambos comparten el amor por el fútbol.
Y también han compartido penas. A Gianella se le murió su perrito Mambo, quien la acompañó por siete años, pero adivine quién la contuvo en su pena: el icono de los azules, quien estuvo en todo momento. ¡Un Campeón! Y hay tiempo pa’ detalles: le adelantó el cumple y él mismo la hizo soplar las velitas y le regaló la cachá de rosas rojas. ¡Cosita de Dios!