En Hollywood los jueces siempre se ponen un cachito más severos cuando les toca sentenciar algún famosillo por farrero, mañoso o problemático. Pero el caso de Lindsay Lohan ya llega a poner los pelos de punta. Resulta que la prendida actriz ya terminó de cumplir su arresto domiciliario, que la tuvo durante 35 días chupándose el dedo entre el pasillo y el living de su casita en California. Todo bien merecido ya que la cabra había violado su libertad condicional hace un tiempo. Ahora, el paso siguiente es que sea vigilada por la corte y cumpla con las horas de servicio a la comunidad a las que se comprometió. El tema es que esta sentencia incluye una peguita como conserje en una morgue de Los Angeles. Acompañando a finaditos, ataúdes y gladiolos, la Lohan también deberá asistir a clases para dejar de tirar las manos y chorearse las cosas. Esa onda.