Me encantan estas tres categorías de animales racionales, como define al hombre Aristóteles, pues son naturalezas humanas de vidas acontecidas o que, como lo esbozan magistralmente en los títulos elegidos para sus memorias mis dorados próceres Gabriel García Márquez, Pablo Neruda o Frank Sinatra, ellos de arrepentimientos han tenido pocos. Alegrías muchas, pero no se acuerdan de nada. A gentleman has no memory, me dijo Somerville en el palacio real de Madrid, con el Bon Vivant de Juan Carlos I, al igual que Gabriel Valdés, ex canciller, gran conde y elegantísimo señor de finos modales. Cuando yo trabajaba en el Banco Interamericano de Desarrollo, en USA, me susurró un consejo: Foxley, no dejes nada por escrito. O como los sabios pro-meteos o prometerlos de Sabina y Mick Jagger, que sólo tienen memoria selectiva de noche, es decir, cuando hay que pagar para que la pierna suave del black market desaparezca. Especialmente más claras son las metidas de balls de Beckham: Rebeca Loos, que se ganó 800 millones de pesos por ir a la TV en Inglaterra a contar que lo tenía maní y venoso, y que la Victoria le exigiera andar con sus colaless matiné, vermú y noche.
En mi caso elegí ser un loco lindo libre, pues soy el único gobernante de mi vida. Nadie puede imponerme nada, ni los rancios opinólogos locales ni el miedo ni la culpa. Sólo actúo por mis entrañas. Científicamente está probado que es allí donde está el alma, el punto G del amor y ahí están mi hermana, mi familia y mi literatura, más mis proyectos sociales que implementaré, el bibliometro en camiones a poblaciones, teatro en los barrios, clases de inglés impartidas por pitucos de buen corazón y notarías móviles.
Qué rico estar en armonía y sentirme tan querido por la gente humilde lectora de La Cuarta. Mi compromiso es de corazón para mejorarles la claridad de vida y minimizar los conflictos. La felicidad es aquí y ahora, no mañana. Se los dice un señor de alma fragmentada, pero con el humanismo de Erich Fromm, como mi whisky anterior. Keep walking, Pelotón!