"No abras la puerta" dejó a todos pegados al techo con el brígido femicidio que el personaje de Luz Valdivieso no pudo evitar.
La nueva nocturna del canal nacional, que debutaba anoche, se enfoca en el flagelo del maltrato femenino y el duro calvario que viven un sinnúmero de evas chilenas.
Así fue como Gladys, encarnada por Carolina Arregui, la peleó por no abrirle la puerta a su violento marido, y aún así fue asesinada. La paciente de Isabel (Luz Valdivieso) mostró el drama del maltrato familiar y graficó la crudeza de enfrentar un problema cada vez más latente en nuestro país.
La actriz, en perspectiva de terapeuta de mujeres agredidas que interpreta, descaseteó a La Cuarta: "Esta teleserie presenta una realidad latente. Mi personaje muestra que es posible salir de esto. Las mujeres tienen una fuerza interior única para hacerlo".
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- Te manejas con el cuento parece...
- Nos preparamos intensamente con expertos del Sernam (Servicio Nacional de la Mujer). Yo personalmente estuve conociendo de este fenómeno con sicólogos y asistentes sociales.
- Ahora, la historia de Isabel y su agresor suena un poquito exagerada.
- Claro, porque Juan Pablo (Gonzalo Valenzuela) es un tipo psicótico y perverso. De ahí viene lo agresivo de él. Pero en realidad, la mayoría de los casos, los agresores son hombres machistas y celosos.
- ¿Por qué crees que esta pasando tanto eso en Chilito?
- Siempre ha sucedido, lo que pasa es que ahora las mujeres están sacando la voz. Antes dejaban que pasaran estas cosas, porque había mucho más machismo. Las mujeres pensaban que eso era normal de un matrimonio.
- Agachando el moño.
- Exacto. Es un problema de educación. Los niñitos eran los campeones, los valientes, y las niñas eran las vulnerables y delicaditas. Ahora las cosas cambiaron, seguimos encaminados a que esto siga evolucionando.
- ¿De dónde se saca el “power” de Isabel?
- El ser madre. Eso te enriquece y te da mucho poder, mucho amor propio.
- ¿Cuál sería el consejo de Isabel si alguna mujer agredida esta leyendo esto?
- Primero, que no conteste los llamados del agresor; segundo, que si tienen ganas de llamarlo, que llamen a otra persona que les ayude y tercero, nunca le abran la puerta.
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