Roberto Farías está teniendo un 2011 lleno de frutos. Le da vida al malandra principal de 3:34, la famosa peli del terremoto. Además, en octubre estrena la cinta Mi Último Round donde encarna a un boxeador géiser. Y la guinda de la torta es el filme Quiero Entrar, el cual está dirigiendo, y por el cual tuvo que sacar 800 gambas de su bolsillo.
Para cualquiera "ene" logros que lo tendrían saltando en una pata, pero Farías tiene las catimbas bien puestas sobre la tierra.
"No creo en que si tu imagen aparece mucho o haces muy bien la pega te irá bien por largo rato. Acá uno siempre está rindiendo examen cuando no eres tan bonito ni tienes un apellido o no eres rostro de algo ni tienes un contrato en televisión", se sincera el oriundo de Conchalí que ha participado en varias series y teleseries en TVN y cuyo último pitutito fue en Manuel Rodríguez de CHV.
- Con tanto proyecto aplaudido este 2011, la pega no te debería faltar.
- Yo ya dejé de creer en eso. Si uno trabaja seriamente, con el corazón, por ahí Diosito va mandando más pega, pero no confío ni me hago expectativa de nada. Porque si te las haces y no pasa nada, te frustras y yo ya me he frustrado muchas veces y no quiero más.
La última de sus apariciones fílmicas es en 3:34, donde interpreta al malulo Maureira, preso que aprovecha la movida de piso del 27F para escapar de la cárcel de Chillán a salir a cobrar venganza. Y para que su papel saliera parejito se adentró en el día a día de la peni, en especial la cárcel Colina 1.
"Siempre se habla de que en la cárcel los presos son corruptos y a veces los gendarmes son peores. A veces también abusan de su poder y si pueden cagar a un preso se lo cagan. Yo tuve un conocido que estaba con la dominical y de repente se la quitan porque no quiso lustrarle los zapatos o pasarle plata, imagínate", detalló.
- ¿Es cierto que el mundo carcelario es casi una realidad aparte?
- Es otra vida y para armar el personaje hay que entender eso: Que si nació en una pobla o tiene un padre traficante es difícil que pueda cambiar su destino.
- Según tu opinión, ¿cómo es la vida dentro de la peni?
- No hay políticas de rehabilitación, de reinserción claras y profundas, pasando por la infraestructura. Yo sé que a veces los presos rompen sus cosas, pero creo que tiene que ver con que acá las cárceles son del terror.