Mario Sepúlveda: ''Gracias a la Bomba-4 me seguí sintiendo un macho''

Mario Sepúlveda se destaca por ser un deslenguado de primera, pero el hombrón siempre chacharea desde el cuore. Por eso, no pudo resistirse antes los encantos de la única chiquilla que los acompañó en el encierro: una guapísima Bomba-4.

La imagen de la diosa de papel recorrió el mundo cuando los 33 enviaron sus primeras grabaciones desde las entrañas de la tierra. “Era la musa inspiradora para varios de nosotros”, añade el dientón, quien reconoce que elevó varios volantines gracias a la chiquilla. “La miraba mucho, porque sólo con ella me seguía sintiendo un macho”, relata.

Claro que no todos tenían el mate puesto en el arte del “paggierismo”, ya que los mineros Omar Reygadas y Darío Segovia largaron que ellos estaban tan agobiados y urgidos en salvar sus vidas que “no había ni espacio pa’ pensar en el placer. Igual era bueno tener ahí a la Bomba-4, porque hacía más bonito el paisaje”.

Según Segovia, “la niña de la Bomba era una chinita, bien linda. Era la polola de todos hasta que uno de nuestros compañeros (Esteban Rojas) la puso en su cama y dijo que era su polola, jajajá”.

Claro que el 17 de septiembre del 2010, la famosa oriental que reinaba en el refugio tuvo competencia. Así nomás, pues dos nuevas chiquillas viajaron por la paloma hasta las manoplas deseosas de los 33: Luli y Marcia Saenz se empelotaron cara de palo pa’ levantarle la moral a los obreros en desgracia, en la inmortal Bomba Bicentenario.

“Fue un gesto muy bonito el de las chiquillas, aunque siento que ahora deberían repetirlo, pero en vivo”, se puso goloso Omar Reygadas.

Por su litro, Súper Mario cree que “a esa altura, lo único que esperábamos era una Bomba de carne y hueso, o por último una inflable, jajajá”.

Lo concreto es que los capos de la picota se sintieron acompañados en las profundidades gracias a las bellezas que el diario pop proporciona viernes a viernes.

“La Bomba-4 es parte de las faenas, siempre está. De hecho, la primera que teníamos estaba puesta allí desde antes, porque siempre las compramos y admiramos su hermosura. Eso sí, tengo una sola acotación: después de ver a las chilenas en la Bomba-4 y analizar lo bien que se ven y el tremendo material que tenemos por estos lados, deberían ser puras compatriotas las que se empeloten, jajajá”, se puso pedigüeño el titán Darío Segovia.

Pero no fue el único, ya que Reygadas les dio un par de lecciones de minería a las cabras, pa’ que no fallen a la próxima. “Mi querida Marcia: ¡el casco va en la cabeza! Y mi linda Luli: la bandera no se usa en el pecho, tiene que flamear”. No quiere na’ el capo...

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