Mendez y su perla negra vacilan en el pacífico

No vaya a creer que DJ Mendez es de los que se quedó pegado con el filme Piratas del Caribe, ni que le anda intentando copiar la percha a Jack Sparrow, ni menos que le quiera quitar la pega a Acuaman. Resulta que el Leo ahora está metiendo el micrófono en alta mar.

Fue cosa que nos pasaran el dato para de una irnos a anclar a la histórica plaza Sotomayor, pleno corazón del gran Valparaíso. Camuflados de piratas esperamos que apareciera DJ Mendez moviendo el chiqui chiqui. Y chitas que se demoró en asomar la pelada, pero como íbamos aperados con un cocaví que hasta incluía su hidratante bombillín, estábamos salvados.

La cosa es que el artista se bajó de un toco que traía los neumáticos lisos junto a un lote de amigotes. Agarraron rumbo hasta el muelle Prat y nosotros no les perdíamos la pista.

Cuando bajaron las escalinatas creíamos, lo digo en plural porque andaba con mi inseparable reportero gráfico al lado, que los cabros se iban a tirar un piquero, pero fue ahí cuando cachamos un lanchón terrible de bacán, de dos pisos y más iluminado que disco.

Como nos quedamos pegados con la escenita, casi nos quedamos abajo del carrete en alta mar. Era la primera vez que me iba a tomar una copita flotando en el Pacífico. Me sentía como una polizón, pero ya estaban jugadas las fichas.

Igual me anduve mareando al principio, pero había que lanzarse. Tenía que estar a la altura de las casi 40 personas que estaban en el carrete.

Me fui al barcito, que se incrusta donde está la cabina del bote y ahí escuché que todos pedían una mezcla de juanito caminante con bebida saltarina. Todavía en el primer nivel y yendo hacia la proa no faltó el chistoso que intentó jugar al Titanic. Fresco.

El trayecto de la nave orillea todo lo que es Valpo y Viña y de fondo siempre acompaña el perilleo del Dj y Mendez en la animación. La fiesta está que arde y desde tierra no faltan los prendidos que se lanzan al mar intentando llegar hasta la embarcación.

En el segundo piso de la barcaza se halla la pista de bailongo y todos se mueven al ritmo de las olas. No faltan los que se marean más de la cuenta y terminan manejando el manubrio de loza en el WC.

El ambiente está de lo mejor todo fluye y veo a uno que está métale conversando desde un borde del lanchón con el mar que tranquilo te baña. Me acerco y veo que está imitando los ruidos de un lobo marino. Se pasó.

Pasaron unas tres o cuatro horas y ya estábamos de regreso. Grande Mendez y que buena idea esto de vacilar en el mar.

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