Murci duró menos que Carlalí

Lo más seguro es que el pelotero todavía se esté agarrando la cabeza de arriba a dos manos, por no haberle sacado partido a su vueeelta a la casona de Pirque.

No la podía creer. Con un caracholi que espantaba al mismísimo Chupacabras, el Murci Rojas cerró por fuera el portón del laboratorio del satánico doctor Nakalapirinaka. Es que sólo alcanzó a estar una semana en la casa de los Picapiedras acumulando paja.

Pero no vayan a creer que el verdugo del Murci fue un enemigo, ni menos el Pancho Malo de la Garra Blanca. El culpable que su estadía durara menos que mañamañaña de conejo, fue su ex compipa de la Roja de todos, el guardameta Nelson Tapia.

En una prueba donde la agilidad y la rapidez eran claves, el ex portero de la Católica y Cobreloa roncó firmeza y dejó con el manso cogote a su colega. Y pensar que el parcito recién nomás estaba armando su táctica, con pizarra y plumón en mano, para saltar a la cancha con una formación cargada al hanta.

Como los planes se fueron a la miiieeerrrr, Tapia sólo atinó a despedirse de su cumpa con un abrazo terrible de emotivo y casi pidiéndole disculpas por habérselo piteado. En fin, así es el juego.

CHARROS DE LUMACO HICIERON CRUJIR LA CASONA BIPOLAR

El carrete partió tempranito para los cabros del reality: su rico asado, papas mayo, ketchup y la tonta ensalá chilena. Cuando ya quedaban los puros huesos pa'l cachupín que ronda por las camas del pasado (al can no lo dejan entrar al futuro por flaite) vino lo weno: el tonto recital de Los Charros de Lumaco. El Chispa pensó que su rucia era guitarra y pucha que punteó. Yamna movió el cutis como poseída por una extraña fiebre y Fanny no dudó seguir sus candentes meneos de cadera. Mientras, Mariana no soltaba a Roca y su ídem. Y a correr, mano.

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