Algunas lo encontraron chiquitito y otras cuchicheaban que era “como lindo”. Ya saben, en gustos no hay nada escrito.
El nipón-argentino Sergio Nakasone, gurú del reality Mundos Opuestos, en calidad de la verdadera estrella detrás del mostro de dos cabezas, ayer se puso su mejor pinta, que no es otra que un jeans a medio traste y una polera del Capitán América, para dárselas de catedrático en la Universidad del Pacífico, posom.
Los mateos lo esperaban con una lista de preguntas sobre el arte del reality show, las que Naka respondió de corrido y revelando una que otra papita de los que se la llevan entre el pasado y futuro.
“Si vemos que hay sexo, lo frenamos, les decimos ¡chicos paren, chicos paren!, así igual que los papás”, se despachó el taita del encierro, aunque sin dar ni una pista de los que andan más caldeados.
Sin embargo, pese a que les tienen prohibida la tonterita, igual adentro la crujidera es pan de cada día y noche. “La verdad es que no vemos todo lo que pasa y ante la posibilidad de captarlo (el dele que suene) no lo haríamos por respeto a los participantes. Creo que la tele hoy no está para mostrar sexo explícito”, explicó solemne, ante la gallada universitaria.
FALSOS
Como estaba embalado, el carita de won también peló que no son pocos los participantes que se esmeran en vender la pescá y por lo mismo le ha costado un mundo encontrar pericos que sean naturales: "Todos los que vienen al casting tienen algo preparado (...) Uno cacha (en el programa) cuando dicen algo para que se sepa. En Año Cero Roxana Muñoz contaba cosas para que se supieran (...) Lo difícil es llegar a la esencia de las personas".
Otra cuestión con la que ha tenido que boxear es con el fantasma del rating. Si bien ahora baila con la bonita, Nakasone también ha guateado. Fama y El Hormiguero son dos de sus chanchitos que no le dieron manteca, pero que igual recuerda con cariño.
“Mi sueño es que la televisión deje de ser manejada por el rating, ojalá que el escenario se modifique y la gente pueda ver lo que quiera”, compartió su deseo.
EN VELA
Para que el cocido salga parejito, el hombrón dio la receta: “Trabajo entre 12 y 16 horas diarias, ayer me acosté a las 4”. Mientras está a cargo del queteconté, su vida y la de su mujer (labura con él) gira en torno a las historias de la Domi y compañía. Sólo después del capítulo final, con su minoca se desconectarán de la realidad paralela y se van de viaje. “Hay muchos mitos, pero ya no duermo tanto en el canal, una vez sí me quedé dormido ahí (...) Es que si quiero que la gente trabaje 12 horas, tengo que trabajar 14”.
¿Y cómo fue que partió Mundo Opuestos?, preguntó uno... La idea partió el año pasado con su mente fija en que debía haber "un vidrio" dividiendo algo, el resto, llegó solito.